El tiroteo

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Hojeaba el libro distraído "Cien años de soledad", el profesor de literatura les había dicho que podían elegir un libro a su gusto y hacer una redacción sobre él para subir nota.
Así que Daniel estaba buscando uno entre las infinitas estanterías de la biblioteca del instituto.
Un poco más a su derecha había una chica de ojos claros y pelo largo.Lo miraba de reojo con timidez además de tener los mofletes colorados.

Daniel dejó el libro en la estantería y se acerco a la chica pero tan sólo para coger un libro que había allí, cuando sin darse cuenta la chica quiso hacer lo mismo y sus manos chocaron.

-Perdón- le dijo a la chica sonriente y le dejó el libro.

Se marchó de esa fila y se dirigió a la de al lado. Después de buscar entre unos libros mas encontró "Hamlet" de Sheksperae y cuando iba al mostrador para sacarlo se cruzó con la chica torpemente, llevaba entre las manos "La tragediade Romeo y Julieta" .
Seguía tan callada y colorada como antes, se sonrieron por la incómoda situación pero de pronto se rompió ese ambiente extraño con unos gritos provenientes del pasillo.

Muchos chicos y chicas gritaban desesperadamente y se escuchaban golpes secos contra las taquillas y puertas cerrarse.

La maestra que se encontraba de guardia y a cargo de la biblioteca en ese momento se levantó para terminar con todo ese jaleo.
Todos los que se encontraban allí se quedaron callados y con los ojos bien abiertos para ver que ocurría.
La puerta se abrió y se hizo el silencio, de pronto un disparo ensordecedor terminó con la voz de la maestra, se escucharon unos gritos lejanos y la sangre entró deslizándose por la puerta.
Una chica gritó, gritó tanto que todos se quedaron paralizados.

Daniel se había quedado sin aliento y aquella chica estaba pálida.

Hubo un segundo de silencio y unos pasos se escucharon cercanos.
Daniel lo entendió todo y cogió a la chica que tenia al lado de la mano, la apartó de la mesa cuando un hombre con una pistola apareció y apuntó al frente sin mirar donde iba a darle.
Una bala impactó sobre el hombro de un chico que observaba atónito la situación sentado en una de las mesas.
La gente comenzó a gritar y a intentar salir de la sala pero aquel hombre disparaba sin piedad.
Daniel había arrastrado aquella chica con sigo y ahora estaban bajo una apartada mesa.
La chica estaba tan nerviosa que los labios le temblaban y comenzó a respirar agitadamente.

-Shh...oye escuchame ¿vale?-le tapó la boca con las manos- tenemos que estar callados para que no nos descubra así que intenta relajarte.

-No...no puedo...- un hilo de voz salió de su garganta.
-Si puedes, me llamo Daniel
-Irene...
-Vale Irene escúchame si nos quedamos callados no nos descubrirá

Ella asintió con la cabeza pero el miedo se apoderaba de ella cada vez que escuchaba un disparo, un grito, una plegaria.

Daniel se mordió los labios y apretó sus puños al escuchar a una chica que pedía arrodillada compasión.
Terminó en el suelo ensangrentada.

Ya no quedaba nadie, al menos eso parecía desde aquella mesa.
Ya no gritaba nadie y el silencio volvió a la biblioteca.
Pero este silencio era distinto al habitual, este te asfixiaba con cada segundo y hacia del minuto una eternidad.
Parecía que el hombre se iba a marchar cuando un libro cayó cerca de la mesa donde estaba Daniel, era una chica de pelo corto que se había escondido detrás de una estantería.
El hombre se acercó a ella y sin demora le disparó justo en la frente.
Irene no pudo soportar aquello y gritó, aunque fue un grito ahogado lo hizo lo suficientemente fuerte como para que se oyera.
Daniel la miró con horror, la vio llorar y le cogió la mano, la chica lo miró fijamente.

-Me gustas...-y lo dijo así con voz firme pero los ojos llorosos sin ninguna pausa.
Daniel no supo que contestar no conocía a aquella chica nunca había hablado con él y ahora estaba a punto de morir a su lado.
Irene comenzó a llorar y a respirar fuertemente.Estaba haciendo ruido y tenían un asesino a unos metros de ellos.Daniel le tapaba la boca le acariciaba las manos pero ella seguía llorando y entonces la besó.
Lo hizo porque no sabia que hacer, para callarla, porque sabía que por mucha palabra y mucho silencio nada la calmaría así que la besó con la mayor ternura que supo aunque apenas la conocía.
Y la chica se calló.
Pero se escuchó apretar el gatillo cerca de sus cabezas, abrieron los ojos y vieron a aquel hombre, increíblemente serio.
Apuntaba a la cabeza de la chica y estaba dispuesto a disparar en cualquier momento, estaba tardando quizá el beso le hizo pensar.

-Ojalá nos hubiéramos conocido antes...- Daniel dijo aquello porque lo sentía cierto, agarró su mano, sonrió y cerró los ojos.Ella también lo hizo y entonces se escuchó un disparo, un disparo cercano, el corazón de Daniel pareció dar un salto y el de Irene también.

 Ambos abrieron los ojos y vieron a el hombre en el suelo con los ojos abiertos.

-¡A caído!¡A caído! Venga venga hay gente aquí dentro- una voz desconocida les dió esperanza.

Daniel sonreía y su sonrisa era la viva imagen de la esperanza.Los policías entraron rápidamente y ayudaron a Daniel e Irene a levantarse, sacándolos de allí.

Daniel observó la sala y su cara palideció al ver todos aquellos cuerpos y toda esa sangre escampada por el suelo, miró a Irene y sus ojos lo decian todo; estaba asustada y abrumada por todo aquello así que la cogió de la mano y le sonrió para tranquilizarla.

Los llevaron a una ambulancia.Fuera del edificio la gente se amontonaba para saber que había ocurrido, estaba repleto de cámaras pero no había apenas estudiantes lo que era preocupante.Cuando los dos salieron la gente comenzó a aplaudir.

Los sentaron en ambulancias diferentes pero en todo momento se miraban el uno al otro.Cuando por fin terminaron Daniel se acercó a la chica.

-Así que te gusta Sakespeare...- Ella asintió

-Oye gracias por salvarme- Daniel se sonrojó

-Cualquiera lo hubiera hecho...

Un silencio incómodo llenó los segundos y Daniel se despidió con un gesto con la mano, dio media vuelta y metió las manos en los bolsillos.

-Espera...-Se giró- ¿Tienes algo que hacer ahora?

-Bueno pues he estado a punto de morir hace unos 15 minutos, debería llamar a mi madre contarle que estoy bien, ir a casa, descansar...pero ¿Que más da?-Irene rió-vayamos a gastar nuestro tiempo.

Irene se levantó, se quitó la manta que le habian prestado, se acercó a Daniel y le dijo muy cerca de su cara:

-Vayamos...

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