Solo miro afuera de la ventana, miro como unas hormigas trabajan en equipo para transportar un pesado de pan, miro como los pájaros vuela y cantan, yo solo miro. No quiero pensar, saber que ahora estoy en el infierno mismo, pensar que podrían hacer las cosas mas atroces conmigo, pensar en lo que perdí en lo pude haber tenido, pensar en que hice para merecer esto. Una lagrima se escapa repentinamente de mis ojos para caer en mi mano, bajo la mirada para encontrarme con una mano en sima de la mía.
"¿Pero que...?" Alzo la vista para encontrármelo con unos penetrantes ojos verdes.
Diego está ahí sentado al lado mío, me doy cuenta de que se cambio de ropa, ahora parece un campesino. Sus ojos me transmiten fuerza, le sonrió y retiró la mirada.
Diez segundos después siento como su mano se retira de la mía, un sentimiento de decepción se extiende por mi pecho, pero me consuelo al seguir sintiendo su presencia a mi lado.
Tres personas mas entran en el vehículo, no necesito alzar la mirada para saber que el hombre que esta al frente mío, es el comandante.
-¿lista?-dice esa voz que tanto odio. Se dirige a mi pero me niego a hacer cualquier movimiento.
Después de unos segundos incómodos de los cuales todos los presentes esperaban una reacción mía, el motor de el carro cobro vida colocándole juicio final al silencio.
Árboles, árboles...solo veía pasar árboles mientras dejaba atrás mi vida, mi destino. Cada metro que se separaba el carro de mi ciudad natal, era para mi separarse poco a poco del aire, dejaba en cada metro un pedacito de mi alma, poco a poco me estaba vaciando, dejando en su lugar una persona vacía, una persona diferente...sin nada que ofrecerle a la vida.
Ojos grises. Eso vi, mis ojos, estaba vacía y ellos lo representaban.
Antes mis ojos tenían un brillo que representaba una oportunidad, una ganas de vivir, de ser alguien y ahora ese brillo se extinguió.
Otros ojos, pero en vez de ser unos ojos sin vida y opacos, eran unos ojos que representaban fuerza y esperanza, unos ojos que brillaban de vida. Sentí una punzada de envidia por no tener esa fe pero esta desapareció cuando caigo en cuenta que el brillo de aquellos ojos verdes habían liberado, una pequeña pero existente luz en los míos.***
2 horas, 2 benditas horas habían pasado, cuando me sentía vacía, cuando me sentía sin vida alzaba la mirada para encontrarme con sus ojos, siempre estaban ahí para mí apoyo.
El carro se detuvo al frente de una cafetería, seguramente ya era hora del almuerzo.
El comandante se baja para dirigirse a mi puerta y abrirla.
-es hora de comer princesa-me sonríe, yo le miro fijamente unos pocos segundo y finalmente me bajo sin inmutarme.
Al bajarme me alejo un poco del comandante para poder estirarme, Diego baja del carro pero antes me lanza una mirada, yo la aparto la mía.
Cuando todos están afuera nos dirigimos a la cafetería, automáticamente cuando nos sentamos un mesero nos atiende.
-Buenas tardes-miro a todos los de la mesa y cuando sus ojos se posaron en mi los abrió sorprendido, le sonrió y baja la cabeza con las mejillas sonrojadas.
Sofoco una risa y dirijo la vista al frente, me quedo helada al sentir la mirada asesina del comandante.
No se cuanto tiempo transcurrió pero no permití qué me intimidará con su mirada, le devolví una igual. Nuestra guerra de miradas fue interrumpida por un leve carraspeo de garganta, todos en la mesa dirigimos la mira hacia el camarero. Este sorprendido por llamar tanto la atención sonríe avergonzado y dice tartamudeando.
-¿qu...que desean de tomar?
Nadie quería hablar, cuando abro la boca para pedir algo otra voz me interrumpe.
-agua para mi por favor
Todos volvemos la cabeza para ver a Diego despreocupado mirando a el mesero con una sonrisa, después sus ojos se posan en los míos. Yo capto el mensaje.
-a mi me das un agua con gas, gracias-cuando levanto la vista para ver a el mesero, este esta como embobado viéndome, cuando se da cuenta de esto se sonroja y anota mi orden rápidamente.
<<awww que tierno>>pienso
-una coca cola para mi- dice esa voz repugnante.
Se que me esta mirando pero me niego a verlo y dejo mi mirada fija en la carta de comidas, no siento hambre pero se que debo comer.
Después de que todos hallan pedido sus bebidas el camarero nos pregunta que deseamos comer.
-yo quiero una carne azada- digo mirándole y sonriéndole.
Este asiente pero no me mira.
-yo también pediré lo mismo-Dice Diego, por la forma en la que lo dijo he de suponer que esta sonriendo.
-Emmm eso se ve rico, yo también- okey, ustedes cogen una pintura negra y manchan un papel blanco, eso fue el contraste de la voz del comandante y de Diego.
Cuando el mesero termino de coger las órdenes retiro las cartas y se fue. nuestra mesa callo en un silencio incomodo, quería ver a Diego para poder coger fuerzas pero estaba segura que tenía clavada la mirada del comandante, solo deje mi mirada fija en la mesa.
Escucho el canto de un pajarito y volteo lentamente la cabeza.
"Tórtolitos" pienso, veo como vuelan en su pequeña jaula y me llega "la crisis existencial" como yo le digo, es como un momento de inspiración donde las palabras se amontonan en mi mente y crean... magia.
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Guerrera
PertualanganEl conflicto armado en Colombia involucra las vidas de muchas personas, en este caso se muestra desde la perspectiva de una adolecente de 16 años llamada Salome Rodríguez, la cual protagoniza esta historia y aunque mezcle ficción con realidad sigue...