Pastelillo

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Habían pasado dos meses desde la primera vez que jugué, ¿qué si he jugado nuevamente? Si, cinco veces, más solo tuve éxito en dos oportunidades y en una de esas oportunidades podría jurar que sentí que algo tocó mi rostro. Intenté saludarlo, pero mis palabras eran las únicas que se escuchaban en el tiempo que duraba el juego; y sobre el tiempo, el último fue el más largo, según lo que pude contar, fueron unos quince minutos. Todos los "regalos" habían sido plumas, grises ambas; las guardaba recelosamente en un pequeño cofre debajo de mi cama.

Esos dos meses habían sido, según yo, lo más emocionante que me ha pasado en lo que va de año, ni siquiera haber tenido mi primera novia me había hecho sentir tan emocionado como escuchar la puerta chirriar a mis espaldas; aunque claro, mi relación no duró tanto tiempo como el que ha pasado desde que jugué por primera vez.

— ¡Chris, ven comer! —La voz de mi madre me sacó de mi ensoñación. Me levanté de mi cama y bajé las escaleras de dos en dos, llegué al comedor y mi hermano pequeño estaba sentado balanceando sus pies de adelante hacia atrás.

— Hola Maxi, ¿qué tal la escuela? —Él solo tiene cuatro y va al jardín de infantes. Ese niño es mi adoración.

— La profesora nos pidió dibujar a nuestra persona favorita. —Mi madre salió de la cocina con una bandeja y de inmediato me levanté a ayudarla.

— ¿A quién dibujaste? —Tomé la bandeja de las manos de mi madre y ella volvió a la cocina.

— A ti. —Sonreí inevitablemente—. La profesora me felicitó, dijo que mi dibujo era muy bonito.

— No lo dudo, luego de cenar me lo muestras. —Le sonreí y fui a ayudar a mi madre con los vasos.

— ¡Si! —Se veía feliz y verlo feliz me hace sentir bien, una de sus sonrisas definitivamente me alegra el día.

— Bien, es hora de cenar. Pueden hablar luego de comer. —Mi madre se sentó y yo la imité.

— ¿Cuándo vuelve papá? —Pregunté mientras comenzaba a servirme.

— Se supone que vuelve dentro de dos días, tuvo un inconveniente con unos de sus socios, se quedó un poco más para arreglarlo. —Suspiré y comencé a comer, nunca estaba en casa.

— ¿Papá nos llevará al cine cuando vuelva? —Habló mi hermano con la boca llena.

— Traga primero, Max. —Tomé una servilleta y limpié su boca.

— Aun no es seguro, hablaré con él. —Mi hermano sonrió y yo lo imité.

— ¿Mi hermano irá? —Me miró y yo hice una mueca.

— No lo creo, tengo exámenes muy importantes, estaré estudiando toda esta semana y la siguiente, lo siento. —Su mirada de desilusión me hizo sentir un poco mal; no me gustaba verlo así, pero en serio no podía, esos exámenes son muy importantes—. Te prometo que en lo que mis exámenes terminen te llevaré a comer helado ¿De acuerdo?

— ¡De acuerdo! —Volvió a sonreír y se llevó el tenedor a la boca ensuciándose de nuevo.

Pasaron tres días desde esa conversación, mi padre volvió ayer y mi madre se encerró en el estudio de mi padre con él. Por lo visto logró convencerlo porque justo en este momento estoy vistiendo a mi hermanito en su habitación mientras mis padres hacen lo mismo.

— ¿No te molestan los zapatos?

— Nop. —Siempre se expresaba de esa manera tan infantil y molestosa para algunos, aunque no para mí.

— ¡Max, Chris! ¡Es hora de irnos! —Gritó mi madre.

Me despedí de ellos y subí a mi habitación, miré la hora y eran apenas las tres, ellos volverían a las siete o un poco más tarde. Tal vez comerían afuera y me traerían algo. Me senté en mi escritorio y comencé a estudiar.

Miré la hora por tercera vez, eran las seis y treinta y cuatro, ya sabía todo lo que necesitaba saber. Necesitaba descansar, tenía tres horas estudiando, me levanté de mi silla y caminé hasta la puerta; sin poder evitarlo miré mi cama, debajo de ella, para ser más exactos. Mordí mi labio inferior con nerviosismo, ahí estaban las plumas del Voyeur.

¿Debería?

Luego.

Quiero comer dulces.

Bajé a la cocina y revisé la nevera, saqué un pequeño pastelillo de chocolate, seguro es de Max, ya le compraría uno nuevo. Subí a mi cuarto de nuevo y me sentí observado, suspiré y dejé el pastelillo en mi escritorio; tomé mi silla, la puse en el lugar de siempre y me senté no sin antes abrir la puerta. El juego comenzaba.

— ¿Voyeur? —Acabé con la pequeña esperanza de que si lo llamaba él llegaría más pronto.

Pasaron unos minutos y los pasos sonaron, empecé a sentirme nervioso, hacía dos semanas que no jugaba. La puerta rechinó y los pasos vinieron hacia mí, sentí algo cerca de mi rostro. Apreté los labios y me quedé quieto, esperaba que me tocara.

Lo sentí, tocó mi mejilla izquierda y su mano estaba algo fría.

— Hola. —No respondió a mi saludo, aun así no apartó su mano. Estamos progresando.

Quito su mano luego de unos segundos y se alejó, ¿ya acabó? No, no quería.

—Espera, salúdame al menos. —Aún tenía los ojos cerrados pero sabía que estaba aquí—. Por favor. —Supliqué —. Empezaré de nuevo ¿bien? Hola.

— Hola. —Aguanté la respiración y sentí un escalofrío.

— Gracias. —Su voz era normal, ni muy gruesa ni muy aguda. Era agradable.

— Hasta pronto.

— Hasta pronto. —solté todo el aire contenido cuando dejé de escuchar sus pasos.

Abrí los ojos y toqué mi pecho, mi corazón estaba acelerado. En mi escritorio estaba la pluma y él... ¿Se había llevado mi pastelillo?

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⏰ Última actualización: Jul 31, 2015 ⏰

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