Alfa

390 8 7
                                    

No sé cómo empezar estas líneas, solo sé que quiero bañarlas de espumas del deseo, quiero relatar entre letras los dibujos de una pasión crispada, jugar con la imaginación cuando proyecta dos pieles desnudas y el pensamiento se corrompe del más perfecto erotismo.

Recuerdo esa noche tan obscura y alejada, donde dos amantes se amaban sin más, como si no hubiera un mañana y como si el hoy de esa madrugada no les importara, se desligaron poco a poco de lo que rodeaba ese momento. Entre ruidos, incertidumbres y bostezos vencieron el sueño porque no existió motivo alguno para dormir, sino para despertar las fantasías que llevaban latentes y permanecían dormidas en un rincón del pensamiento, como el corazón en el pecho bombea sangre y recorre las venas; esa noche él recorrió su cuerpo y orbitó en sus deseos.

La noche se adornaba de frío y era necesario evadirlo, el ruido de las masas rondaban las habitaciones, los extremos se ocupaban por doquier y el murmullo contagiaba las mentes. Las sustancias, formas y colores llenaban la cúspide, el vació no existía y la existencia lo cubría todo...

Jamás se vio dos almas iguales, dos bohemios dejándose llevar por la magia nocturna y el encuentro de sí mismos en ese otro "yo". Las locuras invadieron sus razones, la filosofía excitaba al intelecto y poco a poco se deslizaban las bruscas ganas de entrar en un mundo rojo, no de sangre sino de pasión. ¡Quién iba a sospechar siquiera que esto apenas comenzaba!

Sucedió una de esas noches en la que nadie sabe lo que va ocurrir, pero las ansias mojan las ganas de averiguarlo, y entre tragos y humos la mente se eleva y los alucinógenos crean mundos en donde la pena se contrae y el "yo" se antoja salir del clóset. Es uno de esos momentos donde la tierra se empapa de rocío y las luciérnagas se confunden con las estrellas que aparecen chispeantes una a una a lo lejos, donde el amanecer parece lejano y el pasado apenas se recuerda.

La certeza no es invitada a la cena y el despojo de las buenas costumbres desnuda el alma del más inocente. Y él estaba ahí en lo suyo, pasó tan desapercibido mientras mis movimientos al bailar sondaban por la sala y pisoteaban al pasar, era un instante de desgarre espiritual y corrupción momentánea, simplemente bailaba sin más, sin importarme el qué dirán... esa noche la muchedumbre se disfrazó de espontaneidad y se alimentó de tragos agridulces en los que cada uno creaba un lugar qué orbitar mientras las caras se confundían de seres conocidos y nuevos por conocer...

Mis piernas se rindieron, no soportaron tanto karma, tanta faz, tanto fatalismo, tanta danza... me sentaba y uno más me invitaba a la pista. ¡Vaya que bailé esa noche! Los sonidos de cada melodía chocaba con mis oídos y el cuerpo se encargaba de lo demás mientras el licor y el cigarro ya estaban cumpliendo sus efectos.

Entre el mar de canciones y olas musicales se aproximó una de mis favoritas y empezó a llover música del cielo, de ese cielo que yo me he inventado e idealizado, y gotearon letras para cantarlas y emborrarse con ellas, era esa incipiente sonora la que me conquistó con su voz mi amor platónico; el que nunca conoceré, uno de esos cantantes que gusta a pocos, pero que mueve la más última de mis hormonas melódicas. Él la había hecho sonar para mi deleite, él "mi yo masculino", el real, el que estaba justo a centímetros de mí... nos rodeó el más rico de los orgasmos musicales y el placer inundó cuerpo y garganta, y una voz oculta luchaba por salir de sus profundidades para darse a conocer entre pataleos y meneones de cabezas.

Los que ocupábamos la pista al escuchar formamos un círculo y el resto se hizo historia... rockeamos hasta saquear el más último de nuestro aliento, sonaba una tras otra, el equipo se encargaba de dejar escapar esa magia musical entre sus orificios, mientras la banda loca que formamos por el momento sacudía sus melenas y sudaba amores, recuerdos y cantares lúcidos de poesía oscura...

Noche erótica (una fantasía textual)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora