Se escuchaba al viento mover las copas de los árboles fuera de su habitación , el cielo tenia un horrible color obscuro, sentía su cabeza pesada como si dentro de ella tuviese cemento en lugar de cerebro. La pequeña habitación en la que se encontraba permanecía en penumbra, él estaba sentado en el suelo recargado de lado en la cama, junto a el un celular con la pantalla rota, de sus ojos se escapaban gotitas de agua salada, de sus labios; pequeños y apenas audibles quejidos lastimeros.
Levanto su cabeza, tenia los ojos hinchados de tanto llorar y de sus mejillas ni se hable estaban de un tono rojizo bastante fuera de lo común en el. Abrió sus ojos mostrando un hermoso color azúl, de ese que es tan claro que es imposible no mirarse en el.
Se levantó lentamente del suelo para dirigirse a la puerta que se encontraba del otro lado de la cama.
Entro encendiendo la luz, la cual lo cegó un instante, cuando por fin logro acostumbrarse a la luz se paro frente al espejo y se quedo mirándose a si mismo, sus ojos azules, su cabello rubio cenizo, su piel nívea de un tono cremoso y suave...sus ojos y mejillas rojas de tanto llorar, se quedo estático.
-¡¿Como fui tan tonto?!- se grito a el espejo- Si soy hermoso, ¿como pude dejarme llevar por un tarado como él?, lo bueno que no llegamos muy lejos- se recrimino a si mismo, tratando de borrar el horrendo color rojo que dominaba su cara- lo bueno que me dejo antes de que pasaran otras cosas...
El chico en cuestión no era tan bajo su estatura oscilaba entre el 167 cm y 170cm, a pesar de haber estado llorando por horas se miro al espejo y recobro su dignidad en un chasquido, al final se repondria , gritaría por su celular destruido y saldría de vuelta a la calle como si no hubiese pasado nada. Así era él.
-Hoy iremos de fiesta...- se susurra a si mismo parándose derecho y sonriéndose- pero primero... ¡Mi celular! ¿Que le hice?- lloriqueo un segundo- iré a comprar uno nuevo- se encoje de hombros.
El sabia que no duraría mucho deprimido. El era así, entre mas daño le hacían, mas fuerte se volvía.
Salio del baño a buscar ropa para bañarse(otra vez), saca de su ropero un pantalón de mezclilla azul marino y camisa blanca, de unos cajones saca unos boxer azules. Se mete al baño de nuevo.
Todas las luces de la casa estaban apagadas, solo las de su habitación y baño estaban encendidas. Era una casa pequeña de dos habitaciones, tres baños, una cocina-comedor y una salita, tenia lo necesario para vivir por su cuenta.
Al terminar de bañarse, se alista cuidadosamente, saldría a divertirse aunque hubiera un huracán.
Ya listo sale de su casa, con las llaves en el bolsillo derecho y el celular de pantalla rota en el otro.
Iba directo al antro que recién habían abierto en el centro, el 'Anubis', decían que era impresionante y el quería conocerlo.
Al llegar a la entrada se queda viendo a los hombres que cuidaban la entrada, eran tremendos animales, cada uno podía medir fácil 2m, provocaban miedo.
Se aproximo a ellos y sonrió coqueto.
-Buenas noches...- saluda con su sonrisa.
Los hombres se quedan viéndolo, uno levanta la lista que mantenían en una mesita alta detrás de uno de los grandes pilares que franqueaban la entrada, mira la lista y lo mira a el de nuevo.
-Pase, señor.- Dice el que había agarrado la lista haciéndose a un lado.
-Gracias...- contesta sorprendido, a la primera lo dejaron pasar. Se sentía poderoso.
Olvidando lo anterior entra en el lugar, era fantástico, la decoración era una representación del antiguo Egipto mirase por donde mirase.
El piso de la pista de baile era con textura similar a la arena del desierto, en una esquina estaba el bar rodeado de la barra; era larga y recubierta de una encimera de granito negro con varios bancos altos de armazón negro y tapizados en dorado.
Frente a esta atravesando la pista de baile había una estatua que tocaba de piso a techo de el antiguo dios egipcio Anubis, era increíble.
Se acercó a la barra y uno de los que estaban detrás de esta le puso una copa enfrente haciéndole un gesto hacia una mesa que era el área viaipi(?) a oscuras solo con unas lámparas de pie en algunas orillas de las mesas, la tomo con sumo cuidado y la acercó a su nariz; era un buen vino, después se puso el borde de la copa en los labios y bebió un pequeño sorbo; era delicioso.
Levantó la mirada de nuevo y vio lo que no había visto, en la mesa que el bartender le había señalado estaba un hombre, de esos que no se crean hoy en día, era literalmente hermoso; de facciones fuertes y rasgos marcados perfectamente, labios delgados y estilizados, sus ojos tenían un aire de misterio que le puso la piel de gallina.
Le dedicó una sonrisa y se tomo el contenido de la copa de un trago, el hombre le sonrió de igual forma levantándose de su lugar.
"No creo que pase nada por conocerlo" piensa poniendo su sonrisa mas coqueta.
Y plop, calló cayó al suelo inconsciente.
♦
— Llevenlo arriba y cierren la puerta con seguro- miró al chico que estaba inconsciente en el suelo- en un momento iré.
Debía de admitir que el niño era bonito; le podría servir para mascota dentro de los próximos años, nada más que se portara bien.
— Disculpe lo buscan- entró uno de sus guardaespaldas avisarle.
— El chico tendrá que esperar, tengo que atender este asunto- se fue en la dirección contraria en la que se habían llevado a el chico.
Miré a los tres hombres que me estaban esperando en una mesa; el de en medio era el que me interesaba. Era un hombre de aspecto mayor vestido de traje gris, me recibió con una pequeña sonrisa de lado.
— Víctor, ¿que te trae a este antro de mala muerte?- pregunté sin ni un rastro de curiosidad en mí, estrechando la mano que me ofrecía.
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♦ Empire ♦
VampireEllos solo eran juguetes. Y los juguetes no tienen sentimientos. Los juguetes no tienen derechos. Los juguetes no pueden tener vida propia. Pero el no era de esos juguetes, y le costo mucho descubrirlo. -¡¿Como carajos esperas que me quede contigo...