CAPÍTULO XVII

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La lluvia seguía cayendo sobre mi lánguido cuerpo. Escuchaba como rebotaban las gotas con firmeza en el suelo; eso o quizá confundía el rebote de mi propio corazón queriéndoseme salir del pecho. Harrick seguía donde mismo, indeciso si creer o no. Yo estaba debatiéndome si correr a abrazarlo, permanecer aquí o dejarlo ir. La espera era sumamente tormentosa. Mi presente, pasado y futuro estaban pendiendo en estos momentos de su reacción. Mi boca susurraba su nombre con la ferviente idea de que él me escuchara y encontrara su camino hacia mí.

- ¿Zoé? -Preguntó- ¿De verdad eres tú? -habló nuevamente esta vez volteando a verme.

La exquisitez con la que pronunció mi nombre me robó el aire de los pulmones y la fuerza de las piernas por lo que estuve a punto de caer al suelo, pero él me sostuvo a tiempo.

-Zoé -susurró sin dejar de verme con notable vehemencia, a la vez que su mano flotaba en el aire frente a mi rostro, intentando tocarme, pero sin hacer ningún contacto en concreto.

-Soy yo -dije con temeridad.

Estaba entre sus brazos, muy cerca de él. Escuchando lo rápido de sus palpitaciones. Siendo testigo del efecto que esta confesión estaba teniendo en su persona. Sus fuertes manos sostenían mi cintura, pero temblaban. Su voz mantenía su tono pero estaba perdida. Sus ojos decaídos me veían con convicción pero no lograban transmitirme nada. Entonces de la nada rompió el hechizo y me soltó.

- ¿Cómo fue que pasó todo? -Cuestionó- ¿Por qué te fuiste? -exigió saber.

-No tenía opción, no quería estar con nadie que no fueras tú -respondí ofuscada.

- ¡Tenías mil opciones! -Vociferó- Muchas..., menos dejarme -sentenció.

-Tú ya me habías dejado ¿Lo recuerdas? -le contesté con valentía- Ya no teníamos futuro Harrick. Nunca lo tuvimos, siempre nos mentimos, nos lastimamos.

-Yo te lastimé a ti -disminuyó su tono- yo te mentí, yo te lastimé. Fue mi culpa.

-No, fue de ambos -acerqué mi mano a su rostro y lo elevé con suavidad- yo te mentí también, te oculté lo de mi embarazo. Te lastimé, al no luchar por nosotros. Nos hicimos daño, porque éramos jóvenes, éramos inexpertos. No sabíamos nada del amor Harrick. Construimos un amor con lo poco que sabíamos de él. No eres el único culpable.

Dio un paso en mi dirección y agarró mis manos con fuerza. Su respiración seguía alterada. Me observaba con detenimiento. Su largo dedo recorrió la base de mi cuello y mi barbilla. Yo cerré mis ojos al tacto. Dejé que siguiera viéndome y tocándome con dulzura, para que de verdad creyera que yo estaba aquí, a su lado. Para que se diera cuenta que no era una alucinación.

-Todo lo que tenías que haber hecho era quedarte -murmuró completamente ido.

- ¿Y estar sin ti? -pronuncié.

-¡íbamos a estar juntos! Yo te lo prometí, maldita sea -farfulló desesperado.

Y como una ráfaga de emociones, sus promesas invadieron mi cabeza.

"Algún día estaremos juntos y seremos muy felices ¿Lo sabes?"

"Te prometo que un día no habrá cielo ni Tierra que nos separe. Ni siquiera el Dios de arriba podrá separarnos. Seremos tú y yo, para siempre"

- ¿Me estás odiando, cierto? -inquirí afligida. Él colocó un dedo sobre mis labios y me impidió hablar más.

- ¿Cómo es que estás viva? Yo..., yo vi lo que quedó del auto... lo cual era nada. Todo era cenizas -recordó con dolor.

-Salí, logré salir antes de que explotara -le expliqué- los llamé pero no tomaron mis llamadas. Entendí que no querían saber más de mí.

- ¡Te creíamos muerta! -Dijo alterado- Yo en lo personal no podía escuchar tu nombre, no podía si quiera dormir.

El reencuentro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora