Días después varios jóvenes de la iglesia comenzaron a hablarme, por facebook, whats y demás.
Yo odiaba eso. Ellos no sabían lo que yo estaba pasando, y me hablaban como si yo fuera una amiga de hace muchos años.
Llego el sábado y mi mamá me obligo a ir al grupo de jóvenes, la verdad fue lo mejor que pudo haber ocurrido hasta ahora.
Llegamos a las oficinas donde se hace la reunión, una casa de 2 pisos con un zaguán color camello.
Llame a la puerta y enseguida me abrieron.
Era un joven alto, con lentes y con una complexión robusta, pero el no llamo mi atención sino el otro joven alto, moreno, con una sonrisa amplia y blanca, con cabello chino y castaño.
Entre lo más rápido posible, antes de que me sonrojara con un chico así.
-¿A que hora termina?- preguntó mi mamá al joven con lentes.
-Calculamos que a las 7-contestó tranquilamente.
No puede ser. 2 horas aquí escuchando lo que debo y no debo hacer.
Bueno al menos tendré 2 horas para contemplar al chico guapo.
Subí las escaleras y entre al cuarto donde se hacia la reunión.
Eran bancas, de color café obscuro.
Salude a los pocos que conocía.
Escuche toda la platica y casi me dormía.
Salí a toda prisa, ya no aguantaba todo eso.
Para mi mala suerte, corrí tanto que me tropecé con una de las bancas y choque con ese chico tan guapo.
-perdón- dije y salí casi huyendo.
-oye tranquila,¿por que tanta prisa?- su voz era tan profunda.
-Mi mamá me esta esperando abajo-
-No, yo vengo de allá y no hay nadie.
Genial.Lo que me faltaba, mi mamá aparte de traerme a rastras, no llega rápido por mi.
-Quedate un momento, todavía van a platicar un rato todos.Me llamo Karlo ¿Y tú?- Me dijo con su sonrisa tan amplia y extendiendo su mano.
Dude un poco antes de responder.
-Jessica- estreche su mano y sentí seguridad, por primera vez una seguridad tan grande que no había sentido nunca.
Platicamos todavía un rato más.
Llegaron por mi y lo primero que hice al llegar a mi casa fue buscarlo en alguna red social.
En ningún lado apareció, pero me llamo la atención algo.
Algo que era más que extraño.
Una sensación de que algo bueno iba a suceder.