Después de estar días esperando en aquella cueva, sin más entretenimiento que la observación de los bichos que correteaban por las paredes, el destino decidió enviarme una nueva y suculenta presa para saciar mi hambre, no era un muchacho muy fuerte, y seamos sinceros, tampoco parecía un joven muy listo, pero después de estar tanto sin comer era lo máximo a lo que podía aspirar.
El chico, movido por un resorte del destino y por ese instinto de supervivencia que tanto ha caracterizado a su especie, sacó la espada, cómo si supiera que algo no iba bien a su alrededor, como si pudiera olerlo en el aire.
Pobrecillo, cayo en mi embrujo antes de lo esperado, depuso su espada con tanta presteza como me vio salir de la lúgubre oscuridad y quedo ensimismado con mi belleza. Con una mirada, ando hacía mí, con un gesto de mis brazos, se arrodillo y abrazó mis piernas, jurándome amor eterno, cunado coloqué mi mano en su barbilla, y le besé, ya era mío.
Entro en mi guarida como ya entraron muchos otros, seguros de que esa noche tocarían el cuerpo de la mujer más bella, tumbados en la fría roca, empezamos a desvestirnos, sus manos temblorosas recorrían mí cuerpo, mi garganta, mi estomago; el cual pedía a gritos que me alimentara.
¿Conocéis la sensación del cazador cazado? Yo sí, fue lo último que sentí cuando aquel idiota me quito el hambre de una estocada, cuando mire para abajo y su acero me había atravesado mí abdomen.
Tarde, eso fue lo que pensé cuando aquella mujer vestida de muchacho puso fin a la vida tenebrosa que había aterrorizado aquellos bosques. Estúpida, resonó en mi cabeza, el hambre te nublo el juicio, a ti, el demonio más poderoso de aquel lugar, a ti, a la que tantos mortales adoraban, a ti, que ya no eres más que un cuerpo vació en una desolada cueva.
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Ojos rojos en la oscuridad
FantasyLos seres antiguos viven recluidos en cuevas, esperando que algo les haga reaccionar. ¿Qué ocurre cuando un simple mortal pasa por delante de una de estas cuevas?