Cuento 4 "La familia de Alex"

248 27 9
                                    


Ya había salido el sol en la ciudad, unos cuantos rayos se asomaban por la ventana, llegándoles a los chicos en sus rostros convocándoles incomodidad, la que decidieron ignorar y blockear de una manera algo singular. Cheeto dio la vuelta dándole la espalda a la ventana y Alex se acercó más a él para poder protegerse mejor y para mayor comodidad el más alto pasó su mano por la cintura de Alex, quedando muy cerca y en un abrazo muy comprometedor.

-¡Alex! –se escuchó la puerta abrirse por toda la habitación- ¡Despierta! El desayuno está listo –entró una señora de piel blanca, cabello castaños hasta los hombros y algo bajita. La que quedó sorprendida al ver a su hijo compartiendo cama con otro chico.

Ambos comenzaron a levantarse con pesadez, mientras soltaban algunos quejidos por la temprana interrupción.

-Hola mamá –dijo en un tono adormilado, el más pequeño.

-Hablamos en la mesa –dijo rápidamente antes de irse, dejando la puerta entre abierta a lo que Max encontró oportunidad para entrar y acostarse sobre su amo y el acompañante.

-Max, abajo –intentó bajar al perro pero este no se movió, hasta que la segunda persona comenzó a moverse.

-¿Qué hora es? –dijo la figura más grande al sentarse en la cama y sacar su teléfono, de uno de sus bolsillos. Ya que ambos habían dormido con ropa.

-Deben ser las 9 o las 10 –se pasó las manos por su cara intentando despertar, fallando, apoyándose en el hombro de Cheeto, quedando dormido en este.

-Despierta –comenzó a mover su hombro para que Alex despertara.

-5 minutos más mamá.

-Si no te levantas, te despertaré como a la bella durmiente –se paró, para acomodar su ropa y ponerse sus zapatos.

-No lo harías –dijo cayendo en la cama.

Entonces sintió como alguien estaba sobre él, no podía creer que lo iba a hacer. Comenzó a abrir los ojos lentamente para encontrarse con Max sobre él, comenzando a pasar su lengua por toda su cara.

-¡Max, no! –comenzó a gritar un poco por la desesperación- ¡me levanto, pero sácalo! –pudo decir entre las lamidas que dejaba si perro en su rostro.

Cheeto reía sin poder aguántalo, los abdominales le comenzaron a doler por tanta risa, por sus ojos caían lagrimas, llegaba a parecer que estaba sufriendo.

-Bueno –consiguió decir, ya calmándose un poco- baja Max –tomó al perro quitándolo de sobre su dueño. El que se levantó de la cama, limpiándose la baba que llenaba su cara.

-Estas me las pagaras Max –le dijo al perro que lo miraba como si todo lo que había hecho estaba bien, y para Max lo estaba.

-Me tengo que ir –dijo Cheeto parado al lado de Alex, mirándolo.

-¿Tienes que hacer algo? –preguntó algo curioso.

-No, pero creo que seré molesto para tu madre –el pequeño negó.

-A ella no le importa –salieron del cuarto y fueron a la casa, donde estaba la madre de Alex sentada, con una expresión algo sorprendida.

La señora volteó a verlos, ellos quedaron petrificados en su lugar, en esos ojos se notaba preocupación, algo de miedo, pero enojo era lo que más se veía en esos ojos castaños.

-Siéntense –dijo con voz firme, haciendo un ademán a las sillas frente a ella.

-¿Qué pasó mamá? –dijo con miedo.

Cuentos Cheelexby [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora