Capítulo 1.- El campo

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Me rodea la oscuridad y el frío viento cubre el silencio. Estoy fuera de mi tienda, sentado en el lodo con las ropas mugrientas. Pero nada importa, he olvidado las consecuencias. Pero vale la pena, lo vale si. Porque lo logre, por fin logre salvar a Cyprianna.

Quizá estoy aquí atado al piso sin poder moverme pero la estoy viendo. Puedo ver a través de las grises telas, su pequeño y frágil cuerpo en la cima del muro.  Tiene una pequeña manzana en la mano y la aprieta con todas sus fuerzas. La luna ilumina su rostro y sus azules ojos están posados en mi. Una mirada silenciosa que me grita dolor. Deseo irme con ella pero solo uno lograría salir, tenia que ser ella.

Veo al Líder junto a mi. Su bota se clava junto a mi boca de tal manera que choco contra el piso. Puedo ver como la ira lo consume y esta gritando. Grita cosas que no logro entender. Un arma asoma en sus manos señalando a Cyprianna. Quiero detenerlo, pero el cansancio se burla de mi cuerpo haciéndome caer de nuevo. Un sonido sordo inunda el lugar.

Mis ojos se levantan buscando los de Cyprianna pero pierdo todo el valor cuando veo su mano liberando la pequeña manzana, me deshago en el suelo cuando veo sus desnudos pies abandonando el muro, desconozco mi alma cuando veo que el brillo azul desaparece de sus ojos y la tela gris de su vestido se vuelve color muerte por todas partes. Ella cae al otro lado del muro y no la vuelvo a ver. Finalmente muero, muero junto a ella. Muero
junto a mi amor.


HAS ALGO AHORA!!!!!

Un grito desesperado me obliga a sentarme. Bañado en sudor mis ojos miran en todas direcciones. Confundido busco al dueño del grito hasta que entiendo que fue un sueño.

Salgo de la cama con cuidado de no despertar al patán de Eric.
Seguro correría a la tienda de mi padre a contarle que salí en la madrugada y juntos me harían un interrogatorio. "Eres poca cosa" me había gritado cuando nos conocimos después me lanzo al fango.

No entiendo como mi padre me obliga a compartir todo con el. Es como si lo hubiera adoptado. Recuerdo cuando tenía ocho años. Estaba detrás de una carpa jugando con la tierra y llego mi padre, dejo a Eric conmigo y solo dijo "tu nuevo compañero, tu nueva competencia". Desde entonces el pasa pegado a mi padre, obedeciendolo como el soldado perfecto y más leal.
Yo por otra parte crecí como los demás en el campo. Trabajaba duro y compartía pocos recuerdos con mi padre.

Por fin logre llegar a fuera. Revise mi reloj 3:09 am, hacia tres horas me había acostado a dormir pero el insomnio no me tuvo piedad, después de un día de trabajo me esperaban pesadillas y después más trabajo. Camine hacia una de las laderas altas, la luna brillaba en lo alto. Llegue y reconocí una figura femenina al borde de la ladera.
Me miro de reojo y sin decir palabra volvió la vista al frente.
Sus cabellos largos cubrían su espalda. Me senté junto a ella y la rodeé con mi brazo, su frágil contextura cedió al tacto y reposo sobre mi.

-¿de nuevo pesadillas?- por la pesadez en su voz asumí que ella también las había tenido

- sólo una esta vez- conteste tratando de no darle importancia

-parece que somos los únicos que siguen sin aceptar esta jaula

-¿porque lo dices?

-los demás aceptan El Campo cómo su nuevo hogar. Duermen tranquilos pensando que no hay otra forma

-¿acaso la hay?- no había ni una pizca de esperanza en mi voz

Cenizas de GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora