"¿Un nuevo inicio? Justo lo que necesitaba para llenar la lista de intentos de entretenimiento fallidos"
Allí estaba yo, sentado en el parque, dando de comer a las aves mientras cuestiono mi forma de vivir.
Decido apartar mi mente de aquello, puesto que me molesta porque no me permite apreciar la belleza que está a mi alrededor.
Hoy han llegado palomas nuevas, me ha llamado mucho la atención una en especifico; La paloma blanca más grande del grupo. Todas parecen acatar sus ordenes ahora. Ella come y luego comen las demás, aunque ella es la que come menos.
-¡Hola! Que haces? -pregunta una joven de unos 16 aproximadamente.
-Doy de comer a las palomas del parque.
-porque?
-porque así yo les brindo comida a cambio de su compañía...
-Eres un hombre muy solitario, sabias? He visto como vienes todos los días a este mismo banco, con una funda del mismo tamaño, a darle de comer a las palomas. ¿Te has preguntado porque hay palomas nuevas?
-La verdad es que si, me lo acabo de preguntar. ¿Sabes porque hay palomas nuevas?
-Si, están aqui por que Él las trajo.- levantó su brazo izquierdo pasándolo sobre mi cabeza, señalando el techo de la casita de té más cercana a nosotros.
-¿A quien señalas? no veo a nadie allí...
-Fijate bien, en el techo de la casita...
Miré al techo de la casita, esforzando mi vista al máximo. Al cabo de unos minutos logré ver en el techo de aquella estructura un ave grande como una gallina. Estaba de frente, por lo cual no pude reconocer su especie. Me preparaba para pararme del banco e intentar ver mejor, cuando la chica me dijo:
-Puedes acercarte, no se irá, es muy amigable... De hecho te está esperando.
-¿Porque dices eso?
-Por que él me envió hacia aquí por ti.
En ese momento una gota de sudor frío como el agua más fresca corrió por mi espalda, mi corazón empezó a latir fuerte, como queriendo salir de mi pecho y emprender la fuga en dirección opuesta a donde se encontraba aquella cosa que me había enviado a buscar.
Me puse de pie y al dar el primer paso la chica me sujetó del brazo...
-Tengo tu brazo izquierdo, no podrás huir de mi... Eres mio.
Sus palabras resonaron en mi cabeza... "no podrás huir de mi... Eres mio..." A que se refiere con esto?
Ya estando a unos escasos 6 metros de aquella casita de té sentí que el aire se volvía cada vez más pesado, la respiración se me dificultaba, pero la chica permanecía igual, inmutada, como ajena a aquella fuerza que se hacia presente en el lugar. Al levantar la cabeza pude notar que se trataba de un cuervo, un cuervo grande y reluciente, parecía que sus plumas negras habían sido lustradas recientemente...
-Daniel, me alegra que hayas decidido venir por las buenas. siéntate, hoy pasaras el resto de dia conmigo, tengo bastante que contarte...
Su voz era profunda, tanto que transmitía tranquilidad al escucharlo. Su mirada, penetrante, intimidaba, hacia que mantener la mirada fija en sus ojos fuera una tortura.
Yo quedé en shock, ¿como sabia mi nombre? ¿Desde cuando me vigila? ¿Qué quiere conmigo?
Había escuchado que los cuervos tenían la capacidad de imitar el habla al igual que las Cotorras, pero no había imaginado nunca que pudieran hablar de esta forma...
-Te equivocas al compararme con un ave normal, Daniel... Acaso no has sentido que mi presencia es incluso más fuerte que la tuya. Me decepcionas, pero estoy aquí para cambiar eso, o corregirlo para ser más precisos. Pero no te asustes, si cooperas veras que todo puede ser muy agradable.
Me senté allí, en silencio, la chica me sirvió una taza de té, mire la taza y en ella pude ver a alguien cayendo hacia el vacío, al fijarme mejor pude notar que era yo... Tragué en seco, limpié la gota de sudor que corría por mi sien y tomé el primer sorbo de aquel liquido que marcaba el inicio de un gran cambio en mi vida...