Octavo día.

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En la otra punta de la ciudad...

- Esto no puede seguir así. Creamos unos cuantos neófitos y los desperdigamos por ahí. ¿Desde cuándo nos hemos convertido en una fábrica de asesinos? Como nos divirtamos más de la cuenta vamos a buscarnos un gran problema, y sin comerlo ni beberlo acabaremos hechos cenizas.

- Derek, tenemos localizados a todos y cada uno de los recién convertidos. - señala la mujer en el mapa, deteniéndose en cada uno de los puntos rojos.

Y Derek se levantó de su silla, era alto, muy alto y fuerte, y aparentaría unos treinta y pico largos, si no fuera porque su cara estaba impoluta, ni una arruga, ni una mancha, ni siquiera una cicatriz, tampoco barba, su piel era blanca como la leche y suave como el algodón.

-Sally, quiero que traigas a todos esos neonatos conmigo, los entrenaremos y prepararemos para la lucha. Pronto todo cobrará sentido, cobrará nuestro sentido. - susurró Derek con voz serena.

La mujer morena, delgada, también de tez blanca, asintió y acto seguido desapareció por la puerta.

Él volvió a sentarse en su silla, como si esperara que de un momento a otro Sally entrara con aquellas personas que tenían que entrenar y preparar para una supuesta lucha.

Mientras tanto en la casa del bosque...

Daba vueltas en mi habitación a gran velocidad, pensando por qué yo. Por qué tuvieron que morderme a mí aquella noche y no a otra persona. Y cuántos como yo había en la ciudad, en el país, en el mundo.
Eran muchas preguntas que sabía que no iban a tener respuesta, o no de momento.

Hice una lista de cosas que mi nuevo yo repelía o detestaba.
-Sol.
-Agua.
-¿Cubertería bonita?
-Arroyos.
Me sentía estúpida escribiendo esto, pero aún estaba dudosa acerca de lo de la cubertería, había sido extraño lo que pasó en aquella casa.

Y entonces decidí indagar sobre ello, encendí el portátil, dispuesta a encontrar como mínimo un par de respuestas, pero justo me acordé de que no había internet, y toda pizca de esperanza que había cultivado en aquel instante, se marchitó.

Tal vez estaba destinada a estar sola...

Tal vez sería un vampiro solitario al que le asusta la cubertería bonita.

Diario ensangrentado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora