La vida era una peste a veces, hoy que era un día tan importante en su vida, hoy que era posiblemente, no debería ser el día más feliz de su vida, nadie estaba con él para compartirla, era realmente horrible que sus amigos se hubieran olvidado de su cumpleaños; pero lo peor lo trágico era que su novio tenía más de un día de estar sin reportarse con él, como era posible que ese idiota de Aomine Daiki, lo dejara plantado y olvidado por casi dos días, el día de su cumpleaños. – Ahhh- era frustrante, pero al mismo tiempo debía calmarse, ya le daría su merecido cuando lo tuviera en frente y estaba seguro que eso sería pronto.
Además siendo sinceros estaba siendo demasiado dramático, sobre una cosa tan pequeña como era que se olvidaran de su cumpleaños, no es que el fuera aficionado tampoco a celebrar su fecha de nacimiento, pero después de dos años de haber regresado a Tokio, de haber encontrado tan buenos amigos, y de tener al único dueño de su corazón desaparecido no era algo que realmente lo hiciera feliz.
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Malditos suéltenme – Gritaba Daiki
No te preocupes Aomine, pronto podrás salir – dijeron, pero el moreno no podía saber de donde provenían aquellas palabras pues todo el lugar estaba en completa penumbra.
Cuando salga de aquí – dijo irritado
Cuando Salgas de hay servirás para lo que se espera- dijo mientras se reía con malicia aquellas voces distorsionadas.
Daiki estaba rabioso sabía que esto era por el cumpleaños de Taiga, y por mucho que amara al pelirrojo él no estaba muy de acuerdo con esto de la fiesta sorpresa y hacerlo creer que se había olvidado de su cumpleaños es más, él tenía su propio regalo listo – Aquella hermosa casa de la cual su tigre se había enamorado en uno de sus paseos por la ciudad- Después de haber tenido reales discusiones sobre el dinero con su padre, haber obtenido un empleo a tiempo completo ahora que ya no estaba en la escuela y haberse comprometido a su padre que primero daría su alma antes de dañar a un chico tan lindo Taiga.
Todavía detestaba que su propio padre, pusiera al peli rojo por encima de el – Es mi padre – pero igual quien no podía quedarse prendado después de haber conocido esa una belleza deslumbrante como el sol, como solo su Tigre podía ser.
Pero eso lo dejaba en esta deplorable situación, no sabía quiénes de sus ex compañeros lo habían emboscado, cuando salía del trabajo, y que lo había llevado amarrado y amordazado a este estúpido cuarto a oscuras. Y para colmo usaban como si fuera película de espías; distorsionadores de voz para no ser reconocido- Lo único que eso a él le importaba una mierda, ya sabía quiénes eran los autores de todo esto, mejor el autor y mente maestra era el bastardo de Kuroko, el cual era apoyado por el bruto de Kise, bien por el momento no sabía exactamente que tenía que ver con el regalo de Taiga pero pronto lo descubriría y después de hacer feliz a su amado tigre, los perseguiría hasta la muerte.
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Taiga caminaba apesarado a su casa, y sonrió nostálgico al recordar lo sucia y desordenada que debía estar, pues hace 6 meses que vivía en el apartamento de Daiki, pero dado su estado actual de ánimo no quería llegar y ver que el pelinegro no estaba de nuevo.
No es que el pensara que Daiki le había pasado algo malo o peor que estaba con alguien más, pues no era la primera vez que a causa del trabajo su pantera desaparecía incluso tres días, las primeras veces lo llamo y busco desesperadamente, pero ahora ya sabía que esa era la rutina, así que no valía la pena preocuparse, bueno en verdad si era preocupante ver lo muy poco que le importaba a el hombre que decía amarlo incondicionalmente.
Ya frente a la puerta del apartamento busco las llaves en su pantalón, abrió como si pesara una tonelada aquella puerta, la casa estaba a oscuras, trato de buscar el interruptor, pero –Tonto- el de la sala no servía debía llegar hasta la cocina, adentrándose un poco más en la oscura casa y tratando de no chocar con los muebles, las luces se prendieron de repente y todos gritaron - ¡SORPRESA!
