5ª parte de la historia de Ignacio

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Por suerte, ya que Ignacio se encontraba en la parte del volante, pudo salir por la ventana antes de que el vehículo impactase contra la pared, salvando así su vida,pero no la de su amigo Gerardo, que quedó atrapado en la zona de los pedales sin poder hacer nada para salir de ahí, así que Ignacio decidió, apenado, continuar solo su camino.

Fue hacia una cafetería con ordenadores y acceso a Internet, y con el poco dinero que tenía decidió entrar en Google Maps. Inmediatamente le indicó su ubicación. Observando un poco el mapa, decidió ir a El Paso, lugar que hace frontera con México, y así poder traspasar la frontera y seguir su camino hacia el sur.

Como le sobraba media hora de poder usar el ordenador y no tenía ningún plan para llegar, empezó a buscar vídeos de cómo conducir una motocicleta, ya que conducir coches no era lo suyo. Cuando se le acababa el tiempo, buscó algún lugar por la zona en el que pudiera conseguir una moto, y cuando lo encontró, se apuntó las indicaciones y salió de la cafetería.

Al llegar, vio que había cerrado por vacaciones, pero a Ignacio le importó bastante poco, y forzó la cerradura para entrar y conseguir una moto. Cogió unas llaves al azar y le dio al botón varias veces para encontrar la moto que le pertenecía a la llave, y cuando la encontró, la cogió y se fue por la puerta.

Al llegar a El Paso, estaba agotado y decidió continuar con su viaje al día siguiente. Aparcó su moto en un callejón y, a pesar de su olor, durmió en un contenedor de basura para que no le viesen. Al día siguiente, vio que le habían robado la moto, y no le quedó más remedio que continuar andando hasta la frontera. Al llegar, vio que no podía ni pasarla por arriba, ni por abajo, así que pensó en qué otra manera tenía para pasar a través, y pensó que podría ir al aeropuerto y, en vez de ir de equipaje, ir de piloto. Al llegar al aeropuerto, vio que estaba totalmente controlado por guardias de seguridad para evitar que el pingüino saliera del país. Ignacio, sin ser visto, dio media vuelta y empezó a caminar por la calle, pensando qué podría hacer ahora.

Caminando cerca de la valla que separa los dos países, vio un coche con un barco en el remolque, y se le ocurrió una brillante idea, ir a comer. Se acercó a un callejón donde había la puerta trasera de un restaurante, y se metió en el contenedor a buscar restos de otros clientes. Al haber saciado su hambre, pensó en lo del barco, y se dijo a si mismo que era buena idea.

Buscó acceso a un mapa, y vio que el puerto más cercano que tenía se encontraba en San Diego, ciudad que se convirtió en su próximo destino, y para llegar, se montó en la parte trasera de una camioneta que iba hacia el mismo lugar que el pingüino, o por lo menos por el momento.

Pasaron diez horas de viaje hasta que llegó a su destino, San diego, y lo primero que hizo fue dirigirse al puerto, para coger un barco e ir hacia el sur, con la esperanza devolver a ver a los de su familia.

La aventura de IgnacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora