Bastian

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Recién me puedo dar cuenta cuán hermoso luce el sol al amanecer con esa luz y con ese esplendoroso tono rosa pastel con el que cuenta el pedacito de cielo que le rodea. Había olvidado lo atractivo y tranquilizador que podía ser el vivir en un pueblo. Mis temores por despegarme de la ciudad han sido muy grandes. No sé si es porque hacía mucho que no rondaba por aquí desde mi adolescencia o simplemente porque aquí siguen vibrando los recuerdos que quedaron de un gran amor que pudo haber sido y que tristemente no fue.
No soy fan de socializar con la gente, nunca lo he sido y menos con la gente de aquí que al parecer les he hecho algo malo porque deste que me crié aquí siempre me trataban con una indiferencia bruta. Quizá era porque no era representante digna de lo que era un habitante de Maldetti- llamado así por los pocos Italianos que hace ya 100 años se establecieron cerca de la costa y su legado ha quedado aunque sea en la infraestructura y el nombre.- o sencillamente mi mente retorcida me hacía pensar eso y es que para mí, entre menos personas pues mejor.
Las calles anchas me permiten caminar justo por el medio y no en las banquetas como se supone debería ser. Pero apenas y el reloj marca las 7 a.m. nadie se ha levantado y todo está vacío. Bueno... Casi todo.
La tienda de Doña Mari está abierta desde las 6 de la madrugada para atender a los chicos de la secundaria que deben ir muy temprano a su colegio.
He comprado todo lo que necesito para tener las 4 comidas del día que me doy.
Me preparo una malteada de chocolate para empezar mi segundo día aquí de nuevo y recuerdo cuál fue la razón de mi huída a mis recientes 18 años.
Sólo dos cosas: La universidad y... Bastian.
Lo odio. Lo odio porque nunca me dijo qué sentía. Porque me dejó como la adolescente que era... Exasperante e ilusionada con la idea de que al unirnos seríamos imparables. Que me llevaría al mar. Lo odio porque más que dejarme esperanzada, me dejó ir. Como retándome para probarle cuánto le amaba y le esperaría pero se equivocó cuando yo creí equivocarme. Él no se "decidía" si me quería o no. Ah qué estúpida fui. Y lo justificaba cuando aún él sin darme algo por reciprocidad me torturaba dedicándole a mi corazón las canciones más profundas y románticas que se pudieran grabar. Mi error fue no olvidarlo y cuando al menos lo intentaba... Allí estaban sus mensajes presentes como para recordarme que me tenía en el lugar que él quería a toda su disposición. Lo odio porque nunca pude encararlo, porque me perdía en los recuerdos que tenía de los dos cuando él hablaba y yo le escuchaba y cuando los roles se invertían. Lo dejé de ver, de escuchar y de hablarle. Sentía una gigantesca necesidad de hacerle de todo. Y sí que estaba disponible

Pero un día nos dije: "NO"
El día que él me buscó, el día que él decidió hablar fue el mismo día que yo no quería ser encontrada, el día que no quería ni hablarle y ni escucharle. Fue el mismo día en el que descubrí algo que yo ya muy bien sabía.

Nunca nada, ni el más mísero roce de unos labios podría apartarme de eso que me mantenía firme y segura. Mi más puro instinto. Mi razón de ser... Amor propio.

F I N

-M.l.Comonfort.

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⏰ Última actualización: Aug 22, 2015 ⏰

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