CAPITULO 7: ¿Pesadilla o realidad?

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Mis pies se mueven a una velocidad inhumana. El paisaje se difumina a mi alrededor así que no puedo ver en donde me encuentro, no es que me importe mucho porque en mi mente solo se encuentra un solo objetivo: huir.
No se de quien o de que, solo se que no puedo permitir que me atrape. Corro y corro, sin meta fija. Siento que se me acerca y corro con mas ansias, me parece impresionante como he resistido tanto tiempo pero... Cada vez lo siento mas cerca. No puedo permitir que se me acerque, no solo por mi...va mas ha ya de mi.
Siento un vacío en mi estomago, como si fuese un agujero negro. Mi corazón va ha mil, estoy segura que en cualquier momento se detendrá y yo caeré en el oscuro vacío con el, pero no es así. Sigo corriendo, no importa el pánico que tengo, ni las ganas de rendirme, aunque se que me va ha atrapar en cualquier momento, sigo corriendo.
Puedo sentir como mis piernas empiezan ha temblar del trabajo excesivo que hacia mi cuerpo en estos momentos, mi ritmo se fue bajando y poco a poco fui perdiendo velocidad.
Me iba ha atrapar, lo sabia.
Todo en mi prefiere morir del cansancio ha que me atrapasen, la muerte es un paraíso al lado de la idea de ser capturada. Cuando su mano me retiene despierto...

***
Parpadeo varias veces para asegurarme de que solo era un sueño, pero al darme cuenta cual era mi realidad, prefería ese sueño interminable a esta impredecible vida.
Estoy completamente sudada, esta pesadilla debió afectarme mucho mas de lo que creí.
-¿pesadillas?-si, al escuchar tu voz.
El comandante se encuentra al frente mío en el puesto de copiloto. Me pregunto como supo que me desperté hasta que me percato del espejo de los lados del auto. Tiene una sonrisa plantada en la cara de superioridad y arrogancia.
Resoplo y respondo fría.
-obvio, soñé con vos.
Veo que su sonrisa flaquea pero se recupera rápidamente.
-que bueno que este en tu cabeza.
No se me ocurre nada que responderle así que me limito a ignorarlo y mirar mis manos.
Me gustaría saber si Diego esta dormido, pero no quiero voltearlo a ver porque sospecho que el comandante sigue con la mirada clavada en mi.
Desvío la mirada de mis manos a la ventanilla, pero de nada me sirve porque es de día y no puedo ver a Diego por el reflejo.
Esperen...¿que?
¿Es de día? ¿Que día es? ¿Cuánto dormí? Y...¿donde estoy?
-¿cuánto tiempo a pasado?-ok, no fue ninguna de las preguntas que formule en mi cabeza pero igual funciona.
Diez segundos después y todavía no obtengo respuesta, abro la boca para repetir la pregunta hasta que una voz ronca pero deliciosamente sexy me interrumpe a mi lado.
-aproximadamente 8 o 9 horas- que halla hablado es la escusa perfecta para voltear y admirarlo.
Se estaba frotando los ojos y tenía el cabello alborotado en señal de que se acaba de despertar o se ha despertado hace poco. Bosteza y me lanza una sonrisa, yo se la devuelvo y haciendo una invocación enorme a toda mi fuerza de voluntad devuelvo la mirada al paisaje de árboles y carretera que se extendía hacia el frente de mi ventanilla.

***

Dos horas después cree varias estrategias para matar... digo para escapar de este infierno en el que estoy metida. Aparentemente solo estamos ha una hora y media de Cúcuta, y la vía en la que estamos lleva directamente hacia ella. Aunque ya sabia que nos dirigíamos allá, me seguí sorprendiendo.
Alzo la vista justo a tiempo para ver un cartel que indica que dentro de 30 kilometros se encuentra Cúcuta, algo dentro de mí se libera, un miedo agonizante.
20 kilómetros después al comandante le da la gana de abrir la boca.

-Bueno, ya casi llegamos a Cúcuta. Ahí nos vamos a quedar dos días, de los cuales no quiero ningún pero ningún problema relacionado con la princesa.-se voltea y me mira directamente a los ojos- vas a estar constantemente vigilada y no vas a salir de la casa en la que nos quedaremos. Si haces cualquier cosa que me indique que intentas escapar o decirle a algún policía...-deja las palabras en el aire para darles más importancia. Un escalofrío recorre mi espalda al saber que ya he echo esas cosa y también soy consiente de lo que me pueden llegar a hacer.

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