Capítulo 4

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Bien, ya pasaron trece horas desde que Len me dijo que me presentaría al aprendiz. Mientras me dirijo a los que sería el salón pienso en las ganas que tengo de agarrar a Len y...

Mi atención se dirije a un chico de cabello azul que estaba hablando con Len, me cruzé de brazos y miré fijamente a Len. El cual a los tres segundos se dió cuenta de mi presencia. Pero al no decir nada, decidí empezar yo.

- ¡Hey Len! ¿Quien es tu amigo?- Dije sonriendo falsamente, al instante el chico se dió vuelta y me miró de pies a cabeza. Cuando ví su cara, recuerdo que casi me desplomaba en el suelo.

Es el chico de la tienda.

-¿Te conozco?- Dijo- Me llamo Felix, el "amigo" de Len.

- Si, soy la de las patinetas. Un gusto Felix, soy Free.

-Quita la sonrisa falsa, que si vamos a conocernos, será de verdad

-Oye, no te pases, no seré tu hermana.

-Pero serás mi amiga

-Ya cállate, tan sólo quiero mis poderes.

-Entonces consigámoslos de una vez.

Lo miré con ambas cejas arqueadas, porque ¡Vamos!¿Quien, además de los marcianos, saben arquear una sola?

- Deja de intentar ablandarme, no lo lograrás- Dijo con un tono burlón, pero sé que la que quiere ablandar al otro no soy yo.

-¿Estás seguro de que soy yo la que intenta ablandar al prójimo?

Allí lo dejé en shock, a mi no me sorprendió, siempre gano [Insertar lentes cool y música rockera aquí]

- Bien Felix, empezamos antes de que mi cabello se destiña.

-No se puede desteñir, es permanente.

Ahí lo mandé a la mierda con la mirada. No me gusta que repliquen mis comentarios.

En ese momento noté que Len nos miraba divertido, no soy un payasa que hace reír.

- ¿Y tú, no tienes nada más que hacer? ¿Cómo un deber de demonio o algo?

- No, contigo tengo mi paga.-Dijo el demonio

- Maldito vago.

-Lo dice la niña que canta para ganarse la vida - No escuché eso ¿Oh sí?

-¿Qué dijiste? ¡Yo no me gano la vida cantando!

- Claro, perdón, te mantiene tu papi y tu mami.

- ¡Pero me fuí, idiota! ¡Para tener una vida independiente, para que me ayudes a tenerla! ¿Qué te pasa Len? ¿Quieres que me vaya?- Grité ofendida, ¿Qué le pasa?

- Nunca creí que me gritarías, demonio blanco. ¿Piensas que quiero que te vayas?

- ¡No, si lo dije para rellenar!- Dije sarcásticamente

- Ya estás bastante gorda como para rellenarte más

- Bien, esta gorda te deja, porque tan estoy llena de coraje como para poner a un demonio idiota en su lugar, así que cuando te deje de salir sangre de los huevos, llámame. Aunque no estoy segura de que sepas usar un teléfono.

Luego de eso me dí cuenta de que Felix nos miraba estupefacto. Le aplaudí en la cara y pestañea repetidas veces, se reincorporó y dijo tranquilamente:

- ¿¡Te vas a ir!? ¿¡Te has puesto loca!? ¡Eras una niña mimada! ¡No aguantarás ni ocho minutos!

- ¿De verdad específicaste ocho minutos? -Dije molesta, estoy cansada de que la gente no crea en mí, es más, la gente y un demonio.

Sin esperar respuesta fui a mi habitación, junté mis cosas y salté por la ventana. Al tocar el suelo escuché el portazo en mi cuarto. De seguro es Len arrepentido, pero de esta, no se salva.

Por la ventana ví la cabeza de Len asomada buscando a alguien, el cual era yo. Debía dar mi épica salida de post-Demonio.

-¿Quieres ver a la niña mimada salir? ¡Pues aquí me tienes! ¡No seas cobarde y déjame ir!

-¡Si aguantas tres días, te daré tus poderes! ¿Que tal? ¿Apostamos?

- Con todo gusto, Len. Prepara en tus manos mis poderes.

-No creo, ni que te quisiera.

Oh no... No ahora lagrimales.

Esto es lo que pasa cuando eres bueno, cuando te encariñas con alguien, no le soportas, hasta que te dice lo que piensa.

Es hora del cambio, cuernos, prepárense para explotar.

El momento de romper mi corazón, y que no funcione hasta el fin del mundo.

Hora de terminar de sentir, hora de ser malo.

Desde ahora, te odio Len.



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