Y aquí sobrevivimos,
puros, con la pureza que nosotros creamos,
más anchos que la tierra que no pudo extraviarnos,
eternos como el fuego que arderá
cuanto dure la vida.
Pablo Neruda
Ginny Weasley la encontró acurrucada en su cuarto agarrando las sábanas entre los puños como si tuviera 3 años. Tenía los rizos enmarañados sobre la cara y los ojos enrojecidos. Ginny no dijo ni una palabra.
Merlín bendiga a la buena de Ginny.
Le recogió el pelo en una trenza, le limpió el rostro y se quedó junto a ella hasta que sus hipidos se convirtieron en susurros y sólo entonces le preguntó:
-Hermione, ¿necesitas hablar de ello?
Ginny siempre pensaba en Hermione como en una de esas hechiceras con voces severas y aires de magnificencia en los retratos, Hermione estaba destinada para hacer cosas importantes en el mundo. Verla tan... tan desarreglada, como si se hubiera desperdigado por todas partes, era algo que Ginny creía que no iba a presenciar jamás.
-Es un lío tonto. Bastante ridículo, lo sé. Estoy hecha un desastre por un idiota.
La pequeña Weasley le frotó la espalda afectuosamente. A veces Hermione se preguntaba cuánta Molly Weasley había en Ginny realmente.
-Creo que la mejor bruja de su generación puede permitirse un poco de drama adolescente de vez en cuando.
Una débil sonrisa asomó por la boca de Hermione. Debería sentirse avergonzada de que la presencien en este estado, McGonagall siempre le decía que si quería llegar a algo debía mantener la compostura como un guerrero a punto de entrar en batalla, ¿qué le diría si la viera así, un desastre de hormonas y cabellos en todas las direcciones? Probablemente se arrepentiría de haberle dado el Giratiempos más que nunca.
La chica arrugó los labios.
-Lo siento. -Hermione se envaró de golpe y la elaborada trenza se le deshizo en un instante con toda su cabellera desparramándose sobre sus hombros. -Tengo... tengo que solucionar una cosa.
Ginny parpadeó confusa.
-Muchas gracias por todo, Ginny. Eres un sol. Ahora entiendo mejor que nunca por qué tienes a Harry tan perdidamente enamorado.
La muchacha no tuvo tiempo de detenerla, por lo que nadie vio el rubor tan violento que le reptó desde el cuello hasta la frente.
En realidad, todo era bastante simple. Las vacaciones de Navidad habían finalizado y Hermione había vuelto a Hogwarts envuelta en un jersey bordado con el león de Gryffindor que Molly Weasley le había tejido en el que podían caber otras dos como ella. Fred y George así se lo habían indicado a su madre a lo que ella les hizo un ademán impaciente. «Querida, estás hecha un mondadientes, será mejor que llenes esto para la próxima vez que te vea.» Claro que Hermione estaba lejos de quejarse, la prenda era calentita y olía a bizcocho.
Y a pesar de que estaba muy, muy atrasada con los estudios de todas las asignaturas, unos cuantos Gryffindors la arrastraron a las Tres Escobas a celebrar el incio del trimestre. Desde luego, celebrar no era la palabra que utilizaron, pero la intención quedó clara. Reticentemente, Hermione aceptó y fue absorbida por las risas y el júbilo de sus compañeros.
El sitio estaba abarrotado, acalorados muchachos de todas las casas voceaban y se carcajeaban entre tragos de cerveza de mantequillas. Hermione se miró las mangas del jersey preguntándose por qué se habíad dejado engatusar tan fácilmente, estar en una biblioteca siempre le parecía tentador, pero sólo en las reuniones sociales tan grandes y tan escandalosas descubría hasta qué punto.
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Ab irato
FanfictionEspecie de one-shot de Dramione post-batalla de Hogwarts. Sed buenos.