Una leve brisa hace bailar mi oscura melena, y con suaves y sutiles movimientos acarician mi cara. La noche reina ahora y las estrellas brillan más que en la ciudad. Un ligero olor a lluvia se puede distinguir en el cálido aire y la humedad del bosque produce que un ligero escalofrío corra por mi espalda. Tanto silencio es tranquilizador y preocupante a la vez. Los arboles usan la brisa como violines y sus hojas acompañan en esta oscura melodía, algo muy tenebroso acecha este bosque. Y es hora de descubrirlo.