MASCULINIDAD PURA
JASON EVERT
Estaba bajando mi tabla hawaiana del techo de mi camioneta cuando escuché un murmullo detrás de mí decir: "Hombre, ¡las chicas son tan fáciles!". Miré hacia abajo y vi a un chico como de mi edad, en medio de una resaca y semidormido en el asiento trasero de su convertible. Aparentemente no había podido volver a casa después de su cita la noche anterior. Sin saber qué decirle, tomé mi tabla y caminé hacia la playa.
Esa tarde pasé más tiempo pensando sentado en mi tabla que corriendo olas. Pensé cuántas veces había yo usado a las chicas y cuántas veces me había sentido usado por ellas. Pensé en las muchas veces que recibí felicitaciones por mis impurezas y también en las burlas por la inocencia que lograba mantener. Una frase que alguna vez leí daba vueltas en mi cabeza: "Hasta que un hombre sepa que es un hombre, estará tratando de probar que lo es".1
¿Qué significa ser hombre? ¿Cómo alcanza un chico su virilidad?
Muchos de nosotros aprendimos en los vestíbulos que es perdiendo tu inocencia como pruebas tu virilidad. Pero todos sabemos que algo le falta a ese estereotipo de hombre. Tras todo el alardeo sobre las conquistas sexuales en la noche de la fiesta de promoción, todo chico alberga un profundo deseo de querer y proteger a una chica. Por ejemplo, cuando un chico se imagina a su futura esposa, no piensa en "obtener algo" de ella, piensa en entregarle su vida.
A pesar de lo que todo el mundo parece pensar, la gran mayoría de chicos no son "cazadores" que intencionalmente persiguen a las mujeres ingenuas. Claro que esos chicos existen. Pero hoy en día parece que hay igual cantidad de chicas que se aprovechan de los chicos. Hay un campo de batalla en el que el amor y la lujuria combaten dentro de cada corazón. Gracias a Dios, nuestro llamado a amar es más profundo que la tentación de la lujuria. Como prueba de esto, uno sólo tiene que fijarse en la parte exterior de un club de striptease. Encontrarás allí un anuncio de luces de neón asegurando que adentro hay "caballeros". No importa qué tan lejos caemos, nunca olvidamos que debemos ser hombres.
El propósito de este librito es ayudarte a escoger el bien y vivirlo de verdad. No es una condena, sino un desafío a aceptar las exigencias de la auténtica hombría, y al hacerlo, llegar a ser una bendición para las mujeres y una imagen visible del amor de Dios Padre.
"¿Qué quieren las chicas?"
Para responder a esta pregunta realicé una encuesta con mil chicas universitarias. Dos de las cuatros preguntas que hice eran: "¿Qué buscas en un hombre?" y "¿Si quisieras decirle algo a un chico, qué le dirías?".
Esto es lo que respondieron:
La cualidad que más deseaban hallar en un hombre era que fuese confiable y honesto. En segundo lugar, querían que fuese respetuoso. Otras respuestas comunes eran que el hombre fuese cariñoso, amable, puro y cercano a Dios. Juntas, estas seis virtudes conformaban el 90% de las respuestas. El ser atractivo, la habilidad atlética y la riqueza no eran las preocupaciones primordiales.
A la pregunta de qué les dirían a los hombres, algunas ofrecieron "destellos de sabiduría" recomendándoles: "No seas estúpido" y "Nunca digas: 'se ve gorda en ese vestido'". Afortunadamente la mayoría ofreció una respuesta más substancial acerca de lo querían que supiesen los chicos.
Algunas escribieron: "Arriésgate", cuando se trataba de relaciones personales, o: "Sé tú la persona con la que deseas casarte". Un gran número de chicas dijo: "Sé tú mismo y no dejes que tus amigos te presionen para que seas otro". Algunas escribieron: "Ama a Dios más que a mí".
Otras chicas expresaron sus heridas e inseguridades. Querían que los chicos supiesen: "Somos frágiles", "nunca me lastimes" o "si pudiera borrar una noche, lo haría". Estas respuestas transmitían la sensación de que muchas chicas habían sido manipuladas y usadas, y que pocas habían sido cuidadas con amor o pretendidas con sinceridad. Muchas parecían dudar de que valiera la pena luchar por ellas.