"Un Extraño Despertar"

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Hola, antes de leer, aclaro que algunos personajes que ingresaré aquí son pertenecientes a Hidekaz Himaruya. Los personajes como: Berlín, Cölln, otras ciudades o capitales (excepto  Moscú, que se lo concedí a una amiga , lo tomo antes que yo pero me quedé haciendo el resto y soy como madrina de aquella capital(?)) fueron creados por mí.

¡Que disfruten la lectura!

1200 d.c

Sus ojos comenzaron a sentir el resplandor de la luz cegadora, no sabía dónde estaba ni con quiénes estaba, solo veía gente con vestimenta tradicional y uno que otro con uniforme militar; la rodeaban ella, aparte de una persona más, sin saber el porqué.

Se levantó, tenía un vestido celeste tradicional que le ofrecieron las personas, seguía confundida. No sabía ni como se llamaba, al parecer todos miraban a ambas con orgullo, no un orgullo fraternal sino más...patriótico.

La chica que estaba al lado suyo tenía un vestido igual pero de color verde musgo, al parecer el tono le agradaba a esa peliblanca, aquella estaba sentaba observando sus propios pies algo confundida era lo mismo que ella sentía.

La gente se dividió en dos grupos poseyendo dos carteles con nombres distintos. Al parecer las harían escoger cual nombre era más cómodo para ellas; uno decía "Berlín" y el otro "Cölln".

La ojiazul se sentía más apegada al nombre "Berlín", tenía un toque suave y amable para pronunciar; mientras la peliblanca prefería "Cölln", corto y simple, fácil de pronunciar para no olvidarlo, de pronunciación brusca y enérgica como se sentía ella.
Sin pensar, ambas ya estaban con su pueblo, cruzaron miradas soltando los brazos de las personas que comenzaban a llevárselas yendo lentamente en dirección a la contraria encontrándose frente a frente.

Ya sabían sus nombres pero no se presentaron de manera correcta ni se hablaron siquiera, no conocían sus voces pero sí sus rostros. La peliblanca ofreció su mano derecha de manera algo mas confiada y suelta
—¡Soy Cölln, un gusto conocerte!— dijo sonriente mientras con su mano izquierda se sobaba el cuello, no era muy femenina apesar de tener vestido, eso le pareció interesante.

—¡B-Berlín! ¡Soy Berlín! Un gusto, cölln— dijo nerviosa, intentando ganar algo de confianza, no era tan suelta como la peliblanca, al contrario  se sentía muy avergonzada.

Así, nuevamente, fueron cada una con sus pueblos viendo la vida cotidiana de sus habitantes.
El jefe de cada pueblo tomó el cargo de supervisar a las nuevas representantes; cada uno la cuidó y explicó la razón de su existencia, agregando que visitarían otros representantes más al estar dentro de una monarquía sin capital exacta, el SIRG.

El tiempo pasaba y poco a poco logro darse una idea de que era realmente, no era un humano ni un objeto que podía moverse, era una reprecentación.
Podía sentir, podía moverse y respirar sin necesidad de ser un ser humano. Si su pueblo tenía malas cocechas y habían días de escasez, por más que comience,  ella tenía hambre y sentía que su gente igual; si su pueblo enfermaba, a causa de una epidemia, ella se debilitaba.

No era la gran cosa, podría irse a explorar pero no podían pasar días sin estar en su tierra porque al parecer perdía uno que otro conocimiento acerca de su pueblo, sus raíces tenían que estar intactas.

No pasaban unos diez minutos sin poder dejar de encontrarse con Cölln, era muy curioso, es como si ella quisiera encontrarse con la berlinesa aproposito. Mientras más se alejara de ella, mucho más rápido la encotraría.

—¡Berlín! ¡Hey, Berlín! — llamaba la peliblanca, mientras la rubia se concentraba en hacer bien su trabajo, atendiendo y apoyando a su pueblo con los quehaceres.

Hasta que sintió a alguien tomarla de la muñeca y alejarla de aquel lugar, era la peliblanca, ya le habían colmado la paciencia de esperar a la ojiazul. Odiaba esperar y más si cuando espera quiere hablar con esa persona y esta no le haga caso.

—C-cölln, sueltame, ¡suentame, por favor, tengo que volver!— dijo exaltada sin saber a dónde pararía con la otra chica mientras esta seguía callada dirigiéndose a un bosque.

Terminaron en medio de todos los árboles; rápidamente la albina soltó su mano y salió corriendo alarmando a la rubia que terminó persiguiendola por el miedo a quedar sola.

Pasaba en medio de la vegetación mientras apartaba ramas, seguía a su objetivo con la mirada, no quería perderla y terminar vagando horas en el bosque hasta la noche.
Empujó las últimas ramas notando a chica con ojos cerrados mientras a la vez también extendía sus brazos lo más que podía, se veía genial, agregando que su pelo corto se movía ante el viento y junto con algunas hojas pequeñas que pasaban por ahí resaltándo increíble  —¡Tachan~!— dijo ya que con esa pose, la albina, mostraba un hermoso paisaje entre árboles. El paisaje estaba conformado por un río que atravesaba arboles, no era muy caudaloso así que se podía nadar en el, aparte de el sol que salia pasando los arboles.

La rubia quedó perpleja observando aquel descubrimiento hecho por la otra alemana ya que era increíble, ¡No!, fascinante.

—Te gustó, ¿No?— dijo aún sin abrir sus ojos colocando una mano en su cintura manteniendo la otra en su posición anterior—Fue mi descubrimiento, se ve mágico, ¿No es así?— mantenía una sonrisa de oreja a oreja, fresca y despreocupada. La alemana no pudo evitar sonrojarse levemente, asintiendo y acercándose un poco más; se coloco a un nivel apropiado cerca al río, terminando por sentarse en el pasto mientras el viento movía su pelo que se encontraba amarrado por dos trenzas.

El río pasaba de manera lenta, casi inmóvil, se podia distinguír el movimiento gracias a las hojas pequeñas que caían y se movían junto con el. Sin notarlo ya habían pasado dos horas mirando aquel paisaje, faltaba poco para que el sol comenzara a bajar, durante todo ese tiempo ambas chicas terminaron hablando; sobre todo Cölln, ella era así, si por ella fuera hablaría para siempre sin cansarse ni un solo momento. Sin querer las chicas terminaron formando un lazo especial ente ellas.

Los días pasaban mientras que aquel sitio encontrado por la albina terminó siendo lugar de encuentro para ambas, Berlín iba luego de ayudar a su pueblo; cölln, igual pero ayudaba más en cosas manuales como arreglando cualquier cantidad de cosas u objetos.

Faltaban unos días para que pronto conocieran a los otros representantes, era algo genial estar conociendo a gente como ellas, ya estaban ansiosas por aquellos días restantes.

Al lado de cölln los días pasaban volando, le gustaba estar con ella, era muy agradable. Siempre que la albina tenía oportunidad terminaba sonrojandola y que sonrojada ¡Era un tomate humano!

Terminaron pasando un gran tiempo juntas que se fue transformando a lo mejor en un cariño más cercano.
Tenían que verse cada día, era una necesidad, era una parte importante de su vida diaria.

La preocupación era mutua, casí le daba un ataque a la ojiazul al ver que la albina no llegaba, corrió al pueblo encontrandola enferma. Acabó cuidando de la albina hasta que se haya recuperado pues ella era, aparte de su pueblo, lo más importante para ella y viceversa.

Aquí dejo la primera parte de la Historia - Biografía de Berlín, a lo mejor, a la próxima intente hacer que ella la narre. Me sería de ayuda su opinión.

Por cierto, es el segundó fanfic que escribo, así que cualquier sugerencia para mejorar es bienvenida con brazos bien abiertos ¡Gracias y hasta luego!

Berlín: El corazón de Alemania y antes el de otrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora