Creeypasta: La más dulce sonrisa, trae la más grande oscuridad.

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Ahí estaba él otra vez, esperando otra vez al tren. Como siempre se veía tan feliz. Sus vidas no se habían cruzado nunca, pero aún así, se conocían.

Todos los días conectados por el mismo tren y la misma parada.

Ella aún tenía la esperanza de conocerlo y hablarle, porque solo con mirar su eterna alegría, se había enamorado de el.

Uno de estos días, como cualquier otro, ella esperaba el tren como siempre. Sólo que está vez, él no se encontraba ahí. Extrañada y apenada, decide olvidarse de ese chico por hoy y sigue atenta al tren. Todo era igual, menos que él no estaba allí. Al salir de su tren solía ir a su instituto. El mismo camino, el mismo todo. Pero está vez...todo cambiaría de lugar. Se chocó con el chico del tren.
- L-Lo siento, tenía prisa.
- No pasa nada. Pero...¿tu no eres del instituto?.
- Si. ¿Por qué?
- Porque por ahí no es.
- Oh...es que tenía que hacer otra cosa. Si quieres te acompaño, como perdón.

A ella no le parecía normal, ese chico se saltaba las clases por malote, o eso era lo que pensaba. Igualmente no hizo mucho caso, y se fueron juntos.

Mientras se conocían, hablaban y demás. A ella le parecía un encanto, caballeroso y alegre. Acabó enamorandose de él y empezaron a salir.

Cada vez que se veían en el tren, iban juntos.

Todo cambió cuando después de tantas citas, ella decidió quedar en su casa por primera vez.
Esa casa estaba llena de oscuridad, pero lo dejó pasar. Y él también cambió. Tenía un aspecto tétrico. Bebiero vino rojo, y unas galletas con sabor raro. Ella al irse al baño vomitó. Eso que le había dado, la había asqueado profundamente. Al salir no encontró a nadie, sorprendida fue buscando por la casa en vez de quedarse ahí.

Se dió con una pequeña puerta en el suelo, un sótano, ¿conocéis lo de la curiosidad mato al gato?.

Entró y pudo ver cuerpos descompuestos de chicas. Ella asustada intentó irse. Pero al intentar salir, algo la empujó para dentro. Era él. Ella asustada intentó salirse. Que irónico. Ella que se quiso acercar a él, se quería alejar. Él traía un hacha, no sabía de donde lo había sacado, pero no era el momento de pensar en eso.

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Un día después los profesores avisaron que ella había muerto y no se había encontrado el cuerpo. Nadie pensó en él, por ser tan caballero.

Al tiempo otra chica se fijó en él cuando esperaban el tren. Era un bucle. Él había matado chicas desde que su madre abusó de él. Y esa vez que no se encontraba en la parada, era por estar desmembrando a una muchacha, esa muchacha, fue comida para el y para ella, las galletas traian trozos de sus dedos, y el vino, era sangre.

¿Muy descabellado, no?. Hasta los rostros más alegres, traen tal oscuridad.

Fin...

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