Había pasado casi dos horas intentando buscar un regalo para no llegar a la fiesta con las manos vacías, pero no tenía ni la más remota idea de qué dibujos animados le gustaban, o cuál era su color favorito. Pensé en una canasta de dulces, pero ¿y si era diabética o algo?
No se me ocurrió ningún regalo inteligente, así que terminé con un pequeño collar de plata que tenía un dije en forma de mariposa. A las niñas les gustan las mariposas, ¿no?
Conduje en dirección a casa de mis padres, donde se supone sería la fiesta. Eran mas de las cinco, y la casa ya estaba llena de niños y muchas personas que comían bocadillos felices, mientras Riker y Rocky asaban hamburguesas.
Bajé del auto, aún inseguro de qué decir o qué hacer; realmente no entendía por qué no había sido invitado. ¿Acaso estos cuatro años habían cambiado el afecto de mis hermanos hacia mí?
¡Pero que tonterías! No sabía ni siquiera por qué me cruzó eso por la cabeza, por supuesto que mis hermanos me amaban, así como yo a ellos.
Riker y Rocky me divisaron, se miraron entre sí, y luego me saludaron con la mano, invitándome a asar con ellos. Me disculpe, y seguí caminando entre las personas buscando alguna cara conocida, aunque en realidad nadie me parecía familiar. Finalmente me topé con Ryland, que iba de la mano con Louise.
—¡Hola Ross! —saludó ella sonriente.
Louise tenía un vestido blanco con estampado de rebanadas de naranjas y limas, dos colitas y zapatitos rosas; en la cabeza llevaba una corona de juguete. Saqué de mi pantalón una cajita que contenía el collar, y se lo entregué.
—Feliz cumpleaños Louise. Espero te guste el regalo—dije un poco avergonzado.
—Gracias—sonrió aún más amplio.
—Lou, ¿por qué no vas a buscar a Rydel adentro para que se lleve el regalo y lo ponga junto a los demás?
—Pero Ryland, yo quiero ir a pintar un dibujo con Ross—Lou hizo un puchero.
—Sabes que cuando haces esa carita no puedo decirte que no—Ryland torció los ojos y Lou aplaudió feliz—vamos, dame esa caja, se la llevaré a Rydel.
Lou le dio la caja a Ryland y éste se fue; después ella me tomó de la mano y me llevo hacia una sección del jardín donde habían puesto varios caballetes con dibujos y acuarelas para que los niños pintaran. Una señorita nos dio un delantal a cada uno, un juego de pinceles y unas pinturas, y nos asignó un caballete vacío.
—¡Mira el dibujo que nos tocó, es Rapunzel! —chillo Louise emocionada mientras comenzaba a pintar de morado el vestido del dibujo.
—¿Es tu princesa favorita? —pregunté, mientras tomaba un pincel con pintura amarilla que Louise me ofreció para pintar el cabello de Rapunzel.
—Sí, es la mejor de todas. Es como yo, ¿no crees? —dijo ella sonriendo.
—Sí, definitivamente eres Rapunzel, te pareces mucho a ella. Sobre todo en el cabello largo y rubio—reí.
—Lo sé—Louise soltó un suspiro—Mi mami debió llamarme Rapunzel en vez de Louise.
La pequeña torció los ojos e hizo un gesto de molestia tan divertido que no pude evitar soltar una carcajada, ganándome una mirada furibunda de su parte.
—Lo siento Louise—dije—es sólo que tus pucheros me parecen muy familiares, no sé por qué. Y también son muy graciosos.
—Es que mi nombre es feo—Louise resopló, resignada—. Y no me digas Louise, llámame Lou; mami me dice Louise cuando se enoja. O mami me dice Veronica.
—¿Y por qué Veronica? —pregunté.
—Tengo dos nombres—contesto ella como si fuera lo más obvio del mundo.
—¿Louise Veronica? Vaya, tu mamá debe tener buen gusto musical. ¿Sabes que ese es el nombre de una cantante que se llama Madonna?
—Sip—ella volvió su atención hacia el dibujo, en una parte muy fina que debía colorear de rosa—mi mami dice que era la fav de papá.
Por un momento me quedé frío. El pincel cayó de mis manos, y yo volteé a ver a Louise. Era bonita, de cabello largo, grandes ojos marrones y nariz recta. Frunció el entrecejo, concentrada, y su gesto la hacía parecerse tanto a...
No. No era posible. La cuenta no daba, de diciembre a junio sólo había seis meses.
—¿Cuántos años cumples, Louise?
—¡Cuatro!—contestó ella emocionada soltando el pincel de pronto y haciendo un cuatro con sus dedos. Las náuseas comenzaron a apoderarse de mí—oye Ross, ¿puedo decirte tío?
La habitación de pronto comenzó a girar muy rápido. Me levanté de mi asiento.
—¿Por qué tío? —pregunté.
—Bueno... no lo sé—Lou levantó una ceja, confundida—mami dice que a todos los hermanos de la tía Rydel puedo decirles tíos. ¡Mira, ahí está tía Rydel!
Louise se levantó rápidamente de su asiento, se quitó el delantal y corrió a los brazos de Rydel, quien le susurró algo al oído; acto seguido la niña salió corriendo hacia otro lugar a donde mi vista no llegaba.
Rydel me miró y un gesto de preocupación cruzó su rostro; debía verme peor de lo que pensaba. Caminé hacia ella decidido, aunque para ser sinceros el lugar seguía dando vueltas para mí.
—Lo sabes, ¿no es cierto? —contestó Rydel tratando de evaluar mi expresión.
—Entonces, ella... ¿qué? —alcancé a decir antes de dejarme caer sobre mis rodillas.
* * *
¡Vaya sorpresa! Y no esperan lo que se avecina...
Besos,
Camelee
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Cicloide (fanfic Raura)
FanfictionEl tiempo lo cura todo... ¿o no? [SEGUNDA PARTE de "Espiral"]