Capítulo 11: Una mirada al pasado (I)

464 54 29
                                    

-Así que... ¿Te vas?

Toris sólo se molestó en asentir con la cabeza, negando hacer contacto visual con la otra nación-Tú también -señaló.

Aunque Toris no podía verlo, supo que su visitante estaría lanzando dagas con la mirada por sus palabras.

Ambos callaron, alargando la incomodidad entre ellos.

-He estado pensando que tú serias el primero en irse -comentó casualmente el lituano, rompiendo el ambiente tenso.

-Lo mismo creí yo, no pensé que mi asombrosa persona logrará adaptarse a este pútrido lugar.

Toris no aguantó más, se volteó a ver a la nación albina qué se había estado quedando en esa casa desde el final de la Guerra. Echó un vistazo al cuerpo de esta, tratando de encontrar algo que delate el porqué de su visita tan... Repentina.

-Suéltalo de una vez Prusia -demandó audaz el lituano, sorprendiendo un poco a la ex-nación que abrió los ojos.

-No te entiendo -respondió- ¿Uno no puede ir a despedirse de un amigo?

El lituano resopló con fastidió, logrando sacar un risa bulliciosa de la otra persona. Toris nunca comprendería porqué a veces se portaba de esta manera, en especial, contando los acontecimientos recientes.

Pronto la risa de Prusia murió y con ellos también ese leve ambiente cómodo que se había logrado formar por unos segundos. Y casi de inmediato, Toris quiso sentir de nuevo esa sensación de no tener preocupaciones, que el mundo era color rosa, que todo estaba perfecto, que nadie se morirá.

-No vengo por nada... -interrumpió sus pensamientos su acompañante- nada que ver contigo. Solo, yo... -Prusia buscó entre los bolsillos de su abrigo negro, al no hallar nada, buscó en sus pantalones. De su bolsillo trasero sacó un arrugado sobre- necesito que entregues esto por mí.

Toris miró desconfiado la carta pero, de igual forma, decidió tomarla. Tan pronto sus ojos leyeron el remitente creyó que tal vez, solo tal vez, no sería la despedida fría que había previsto.

-Se lo entregaré.

Apenas quiso regresar a sus asuntos fue detenido por la voz de Prusia, regresando su atención de nuevo a él.

-¿Mañana te vas?

Tardó en contestar esa pregunta, pero de todos modos respondió afirmativamente.

-Dásela cuando estés por irte, no antes. Y en sus manos. -Estuvo por discutir u objetar pero la otra nación no le dejó siquiera intentarlo. Ya se había ido lejos de su habitación y, por supuesto, estaría camino a la salida de esta casa.

Toris volvió a suspirar. Al parecer sería él el último en salir, después de todo.

Sus manos estrecharon ese papel entre sus dedos, sintiendo ahora la carga enorme que ese idiota de Prusia puso sobre sus hombros.

-Prusia -se dirigió a nadie en particular, lo que necesitaba era sacar sus pensamientos al mundo real por una sola vez-, eres un maldito suicida.

~(°^°)/\(°^°)~

Lituania tocó la puerta tres veces como lo aria normalmente. Esperó hasta recibir la afirmación de que podía entrar, con cuidado abrió la puerta del lugar y entró sutileza.

-¿Qué deseas, Toris? -preguntó un desganado Rusia qué miraba por la ventana de su oficina al exterior nevado.

-Solo ve-venía a entregarle una cart-

-Deja la carta en el escritorio -ordenó-, después la voy a leer. Ahora puedes irte

Toris dudó en ponerla en el escritorio que estaba con un revoltijo de papeles, pero, temía más una reacción agresiva de Ivan si desobedecía. Puede que este a solo segundos de ser libre, sin embargo, los viejos hábitos nunca mueren.

Recrear [{RusPru}]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora