Ya tenía una semana en Nueva York y era tal cual como mis sueños lo había predicho.
Era jueves y ya estaba comenzando a atardecer. Ese día iba a salir, era una chica y me gustaba divertirme. No tenía compromisos y nunca volvería a tener una relación seria otra vez. Así que si, ligaba con chicos pero nada demasiado serio, después de que empezaban a pedirme citas los despachaba y me buscaba otro. No quiero que me mal interpreten, no tenía sexo con todos ni mucho menos. A mis 21 años de edad, graduada de psicóloga, viviendo sola en un apartamento, con una sola relación traumática, seguía siendo virgen. Por eso después de divertirme, unos cuantos besos y quizás segunda base, los despachaba, a todos los hombres sin excepción.
No estaba buena, pero tampoco era gorda, tenía curvas muchas para mi gusto. Mi busto era bastante grande y eso siempre lo había criticado, mi piel era pálida, de un blanco rosáceo que cuando estaba en situaciones penosas, se oscurecía, mi cabello era largo y lo teñía de un rojo cobrizo, mis ojos cafés demasiado comunes y mi estatura, bueno era pequeña y ya no tenia chance de crecer.
Vestido negro. Listo
Zapatos de tacon negro. Listo
Cabello despeinado de manera casual. Listo
Maquillaje disimulado pero bien definido. Listo
Bolso, dinero y celular. ListoMe fui en taxi a la discoteca donde entre fácilmente gracias a Erick, mi amigo gay que había conocido en mis primeros días acá, tenía muchos contactos y ese chico era capaz de entrar a cualquier discoteca.
Después de tres martini y un shot de tequila con limón y sal ya me estaba comenzado a sentir un poco mas "alegre"
-Hey, deberías dejar de tomar llevo toda la noche observándote y no haz parado. - Un hombre de aproximadamente 27 años me tomaba del brazo, Dios mío. Estaba caliente, muy caliente.
-Me halagas al decir que llevas toda la noche observándome. -sonreí burlona y me comí la aceituna de mi 4to martini. Este chico estaba tan bueno que mis ojos dolían.¿o era el alcohol? Tenía el cabello negro, peinado con el típico corte que usaban todos ahora, era quizás una cabeza mas alta que yo y eso que yo tenía tacones de 10 centímetros, su cara era perfecta, con unos ojos grises que me estaba mirando de arriba a abajo.
-¿como te llamas, chica martinis? -Me iba a hacer la dura, había aprendido que a los chicos guapos hay que tratarlos así.-Para ti? Chica martini suena perfecto. - sonreí juguetona y me fui a la pista, el bombón que supuse no era de aquí por un marcado acento britanico, se quedo perplejo. Dios mío que brazos tenía ese hombre.
Sentí una mano en mi cintura que empezó a moverme al ritmo de la música. Baile y no sabia con quien lo hacia pero una corriente se sentía en el espacio.
-Me gusta tu tatuaje- me hablaron al odio y sabia que era el británico. Mi tatuaje estaba en mi espalda en la parte izquierda, era sencillo, con letras cursivas y bastante delicadas estaba escrito karma. Esa palabra era mi mantra.
No le conteste y me voltee, lo vi directamente a los ojos y continúe bailando. Juro que ese hombre tenía la mejor póker face que había visto.
-Bien fue un placer bailar contigo, britanico. Pero los martinis me llaman. - debía sonar como una borracha, pero no quería permanecer más tiempo con el. No iba a jugar con el y dejar que me llevara a mi casa para luego besarlo y acabar sacándolo cuando las cosas se pusieran calientes. Si yo estoy esperando al adecuado, pero con este hombre mi cordura no funcionaria estoy segura.
Tres horas después y 10 intentos del británico de conseguir mi numero decidí dárselo, pero no tan fácil.
-Vamos, quieres darme tu numero por dios que difícil eres.
-0013456774 no lo voy a repetir así que espero a tengas buena memoria. -dije los números lentos pero el no tenía su celular en mano así que a menos que tuviera una memoria perfecta estoy segura que será imposible.
-eso es trampa, pero nena, déjame decirte que tengo memoria casi perfecta. - acababa de llamarme nena, y mi estomago se sintió extraño, por supuesto es culpa del martini. - ¿Tu nombre es?
- te di mi numero, demasiada información por una noche. -me acerque a su rostro lo mire directamente a los ojos, juro que podía sentir su aroma. -Hasta luego, un placer. - me acerqué lentamente a su mejilla y la bese, el tipo estaba en shock.
Le sonreí desde lejos y salí del club. Una noche divertida pero me sentía extraña. No conocía a ese hombre, pero quería hacerlo, demonios quería que me llamara, lo quería con demasiadas ganas.
Mi teléfono vibro y al abrirlo sonreí.
Demasiado atrevida, chica martini, me gusta.
Christopher.No le conteste. Por que no quería y por que estaba sonriendo como idiota debido a imaginarme sus ojos grises.
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Perdóname por vivir.
Teen FictionMi vida era normal, tan normal como la de una chica de 21 años. No era mala, tampoco era buena, era normal. Yo tengo un gran defecto que para mi en realidad es una virtud: no creo en el amor y no hay hombre en el estado de Seatle que me haga cambiar...