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Adivinen en donde estoy.

Sí, estoy en el auto de mi mamá.

¿Haciendo qué?

Pues inhalando y exhalando como toda una loca ya que estaba frente la casa de Chandler y acepté su propuesta de acompañarlo a ser niñera.

—  Hana, cálmate, no seas tan dramática por favor —dijo mamá al notar mi nerviosismo. La miré enojada y con los ojos bien abiertos.

Mejor no le digo nada o esto terminaría mal. 

Suspiré y salí del auto. Tomé mi bolso y revisé si todo lo que necesitaba estaba ahí.

Y por decir todo lo que necesitaba, me refería a si mis dulces y barras de chocolate estaban ahí.

— ¿Tienes tus llaves y tu celular? 

— Sí, mamá. —sonreí y me despedí.

Tomé una bocanada de aire y me voltee para dirigirme a la puerta. Su casa era blanca y era muy grande. Toqué 3 veces y, como sentía que mis manos empezaban a sudar, las pasé por mi pantalón tratando de ser lo más normal posible.

 Dos niños y una niña abrieron la puerta y me miraron de arriba hacia abajo. Supuse que eran los primos de Chandler. Les sonreí.

— Hola niños, mi nombre es...

Y cerraron la puerta en mi cara.

Fruncí el ceño, eso si que había sido vergonzoso.

Segundos después, Chandler abrió la puerta. Traía una polera negra de los foo fighters y unos pantalones que le llegaban más o menos por encima de la rodilla, también traía chancletas, me copió.

— ¿Tú también traes chancletas? oh por Dios —dijo Chandler mientras miraba mis pies.

— Sí, copión. —contesté.

Chandler rió y se hizo a un lado para dejarme pasar. Pasé y casi se me caía la mandíbula. Su casa era demasiado grande, juraba que podían vivir como 15 personas aquí. La sala era totalmente amarilla, pero no un amarillo cualquiera, uno muy hermoso. Seguía contemplando el lugar hasta que me sobresalté al sentir la mano de Chandler en mi hombro, voltee rápidamente y estaba él. Detrás de él estaban los 3 niños que me cerraron la puerta en la cara hace unos minutos.

— ¿Estás lista? —preguntó él refiriéndose a cuidar a los niños.

Segundos después, asentí.

— Sí, estoy lista. —dejé mi bolso en el sofá y miré a Chandler decidida.

Chandler asintió.

— Por cierto, los chocolates que están en mi bolso son míos, SÓLO MÍOS.

...

— ¡Pero que haz hecho! —le grité a Chandler al entrar a la cocina. Era todo un desastre.

— Los niños tienen hambre y... quieren pollo frito.

— En primer lugar no lo freíste, el pollo está todo quemado y además de que lo quemaste lo que hiciste fue hornearlo —dije seria debido a la estupidez de Chandler.

— Mejor probamos con otro...

— No cocinaré. —le interrumpí tratando de verme seria.

— Oh vamos, no te enojes. Es la primera vez que cocino algo...

Iba a decir algo hasta que noté que Chandler miró algo detrás mío con los ojos bien abiertos. Traté de voltear, pero Chandler me tomó por los hombros y me obligó a verlo. Se le notaba nervioso.

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⏰ Última actualización: Aug 11, 2015 ⏰

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