-Vamos nena, te falta mas velocidad- este imbecil no dejaba de gritarme que corriera mas. Hello, ¿hay alguien en esa cabezota? Tengo tacones
-intenta ponerte estos tacones y luego vemos quien aprieta el acelerador británico neurótico.
Me había reído muchísimo cuando logre alcanzarlo para luego chocar con el borde de la pista, esto de los kartings no era lo mío.
Después de 3 intentos al fin el hombre me dio un poco de paz.-¿cena? ¿O ya te quieres ir a tu casa?- me pregunto mientras caminaba a mi lado.
-Una cena suena bien.
En el carro de camino al restaurante estuvimos en silencio, pero no me molesto, no era incomodo, la música fluía por el carro y la verdad me sentía a gusto. Olía a el, era un olor a madera mezclado con hombre.
Llegamos a un restaurante japonés, gracias a dios me gusta el sushi.
-Sia, ¿estas estudiando? -hace como una hora le había dicho que mis amigos me llamaban Sia, por que el hombre no paraba de llamarme nena por tener de excusa que mi nombre era largo.
-Me gradué hace un año de psicóloga.
-Genial, mi cita es psicóloga, voy a comenzar a charlarte mis problemas. - me reí ante su comentario
- para ti son mil dórales por consejo, neurótico. - se rió y luego reímos juntos, él era distinto. Distinto a el único hombre que me había llevado a una cita seria.
-¿Y tu, que haces con tu vida?
-Soy medico. - eso me impresiono, estaba en una cita con un hombre que probablemente tenga el celular lleno de mensajes por pacientes que les salió una verruga y no saben que hacer con ella.
-que bien! Tendré consultas gratis ahora.
- Nena, con gusto te atendería en mi consultorio.- maldita sea, es bueno. Pero no le iba a demostrar nada. -¿Te acabas de sonrojar?
No lo había dicho ya, cada vez que una situación me incomoda mis mejillas y cuellos se volvían un todo mas oscuro.
-Es el frío, no sueñes que un médico británico es capaz de hacerme sonrojar.- boom. Justo ahí. Yo definitivamente había aprendido a ser distante y fría.
Empezó a sonar mi celular y lo mire extrañada, era un numero desconocido.
-Si me disculpas, debo atender esta. -me aleje de la mesa y al escuchar la voz detrás del teléfono, desee meterme debajo de una mesa y sentarme a llorar.
-¿cuándo pretendías decirme que te habías ido a Nueva York? Sisy, tu eres mía. Ni la distancia es capaz de alejarte de mi- Era Adam, diciéndome como me decía desde el momento en el que lo había conocido. Me estaba reclamando por haberme alejado y ya había pasado tres malditos años.
-Hola Adam, que bueno que me llames, así puedo recordarte que tu me dejaste por otra y esa otra probablemente esté ahorita preguntando donde estas. Así que fue todo un gusto hablar contigo. -tome un respiro y me prepare- hasta luego Dam y recuerda algo, no llames pronto.
- Eres mía Aless...- le tranque antes de que terminara, estaba acostumbrada a sus mensajes y llamadas, antes caía como una idiota, ahora simplemente había aprendido a luchar con el. Pero cada vez que escuchaba su voz algo en mi interior se encendía.
-Sia, ¿estas bien? Podemos irnos. - este chico era demasiado dulce para mi.
Yo no era una perra, pero no creía en el amor, conmigo no iba a llegar a ningún lado.
-Tranquilo, era un viejo amigo que se ha molestado por que no le conté que ahora vivo acá.
-De acuerdo, terminemos de comer.
Me estaba llevando a mi casa, si, había decidido darle la dirección por que no quería caminar, así fuera solo una cuadra o dos.
-Se que tu eres distinta y no te gustan las cosas típicas pero no podía permitirme terminar esta cita antes de darte esto- de la parte de atrás de la camioneta saco un ramo de rosas blancas, me gusto que no fueran rojas, eso me hace demostrar que lo pensó y no sencillamente compro rosas rojas por que es lo que a todas nos gusta.
-Gracias Christopher, la pase muy bien. -bese su mejilla y tarde un poco mas de tiempo por que su olor me impregno, olía jodidamente bien.
-Un gusto-estaba abriendo la puerta del carro cuando me todo de la mano, acaricio la luna de mi muñeca- espero de verdad poder repetir esta cita Sia.
Salí de su auto abrumada con un sencillo asentimiento de cabeza.
No iba a haber otra cita. Yo no era una chica de citas; no era una chica de salir con un hombre a comer y a pasarla bien.
Yo ligaba, una o dos veces con el mismo chico y después se iban por donde habían venido.Pero Christopher ni siquiera había intentado besarme.
Adam me había besado en la primera cita, el me había llevado al cine para poder tener la excusa del bostezo, me había llevado a comer pizza y luego a mi casa. Me había sentido la mujer mas feliz del mundo por que un moreno capaz de moverme el piso me había besado. Lo que no sabia es que ese beso era el comienzo a mi destrucción.Adam me había destruido
Christopher tenía unos ojos grises preciosos y no había intentado besarme.
ESTÁS LEYENDO
Perdóname por vivir.
Teen FictionMi vida era normal, tan normal como la de una chica de 21 años. No era mala, tampoco era buena, era normal. Yo tengo un gran defecto que para mi en realidad es una virtud: no creo en el amor y no hay hombre en el estado de Seatle que me haga cambiar...