6.Everything i didn't say

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Calum.

"Uno noventa. Siempre quise que mi mujer midiese uno noventa". Pensé, mientras esperaba quieto sobre la alfombra aspera y rojiza. Mis zapatos estaban perfectamente limpios, y menos mal, si no mi madre, que estaba a unos metros de mi, conseguiría que hoy también se celebrase un funeral.

"The Doors. Mi mujer tenía que ser fan de The Doors". Mi pelo, perfectamente alisado y pegado a mi cabeza como un recién nacido, y que rozaba mi nuca debido a que había crecido en cierta medida estos últimos meses. El mechón rubio ya era casi inexistente gracias a Mónica.

"Tolerante. Mi mujer tenía que ser una persona liberal, que aceptase a los demás fuesen como fuesen". Me fijé en que mi chaqueta tenía una pequeña mancha de grasa. Mierda, debió ocurrir cuando Michael me tiró los nuggets por encima. Cogi la manga y le di la vuelta. Mucho mejor, ahora no se veía.

"Pokemon. Ella debe amar Pokemon ante todo". Moví mis pies algo nervioso en mi sitio. Mi cabeza estaba agachada hasta el momento en que la orquesta comenzó a tocar y su música resonó en toda la iglesia. Escuché también el ruido que hizo la gente al levantarse.

"Debe quererme. De eso no hay duda, ella será mi todo y yo el suyo". Giré mi cabeza y vi el gran vestido blanco avanzar hasta mi con una esplendida sonrisa. Nerviosismo recorría mi ser al completo. Intenté sonreír, pero no era capaz, no lo era ya que, después de todo, aquello no era lo que quería. No me sentía bien haciendo algo que solo conseguiría decepcionarme a mi mismo una y otra vez. Aquello no era con lo que siempre había soñado, aquello no era con lo que yo deseaba vivir, aquello no era...mi destino.

-Mónica, yo...no puedo hacer esto-. Dije interrumpiendo cada uno de los suspiros voluntarios de la sala.

El silencio reinó, con caras de asombro y horror. Ella solo me miró incrédula y, al igual que los demás, horrorizada.

-¿A que...-. Dijo ella, y la interrumpi y la cogi de las manos.

-Tú eres algo que no está hecho para mi, no eres ni mejor ni peor que yo, solo, no tienes nada que ver conmigo. Lo siento Mónica, pero es la verdad, te amo, pero siento que alguien podría amarte mejor que yo, y quiero que tengas lo que te mereces.

Ella guardó silencio. Me pareció muy sensato por su parte.

-¿Y desde cuando sientes eso?-. Dijo ella.

-Esto simplemente es todo lo que nunca dije.

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