Bueno les contaré sobre mi vida. Me llamo Alexxandra, hace poco empecé el primer semestre de la preparatoria. He tenido que mudarme a San Francisco con mi padre y mi hermano, gracias a una gran pelea ocasionada por mi madre. Todo aquí es muy diferente... Hoy es mi primer día de clases en la preparatoria a la que he entrado llamada "Foster", y estoy muy nerviosa. Quizá mi amaxofobia sea un obstáculo para llevar mi vida a cabo en una ciudad tan grande como ésta. Ojala y no me hagan menos como en la secundaria..
***
Y hoy es el gran día..
-Que se muera la persona que hizo el estudio -dije mientras hacía un puchero.
Me levanté de la cama y fui directo al baño con una gran flojera, me deshice de mi pijama de monos y me meto a la regadera, el agua está fría, pero no me moleste en moverle a la caliente.
Me salí del baño y fui en busca de ropa. Para mi suerte encontre unos jeans negros y ajustados, una blusa en corte de V color marino y unos converse negros. Me miro al espejo y se me borra la sonrisa al darme cuenta que traigo unas ojeras que ni con maquillaje se quitan.
De todos modos ignoro eso y me pongo maquillaje y me delineé los ojos. Veo mi reloj y sonrío al darme cuenta que aún me queda tiempo.. Bajo las escaleras sin ninguna preocupación y derrepente pierdo el equilibrio y me resbalo cayendo de puro sentón; »Si de por si no tengo nalgas, ya se me aplastaron«.
Solté un gemido de dolor y mi papá alcanzó a escuchar y corre hasta donde estoy..
-Cariño, ¿te encuentras bien? -pregunta mi padre un poco preocupado.
-Si papá, todo bien -Respondí sobando mi trasero y tratando de sonreír.
-No quiero que el hecho de haberte mudado te ponga nerviosa. -Él me susurró mientras ponía una de sus manos sobre mi hombro derecho.
-No estoy nerviosa, pff. Ésto no es nuevo. -Le sonreí agradeciendo su preocupación por mí.
-¿No lo es? ¿Ya antes te habías mudado estando con tu mamá? -Preguntó intrigado.
-Algo así. Más de tres veces. -Traté de contar el número de novios que mi mamá había tenido, pero fue imposible recordarlos a todos.
-Bien. Entonces quiero que hagas lo mismo que haces cada que te mudas... -Suspiró unos segundos para terminar la oración-, conseguir amigos, Alex.
-¿Amigos? -pregunté burlona- dejé de tratar de conseguirlos desde la quinta mudanza.
-Pues trata de conseguirlos ahora. O me enojaré mucho. -Trató de sonar amenazante.
-Me encantaría verte enojado de nuevo, dices tantas cosas sin sentido -recordé la última vez que lo vi peleando con mi madre.
-Nunca he sido bueno en las emociones fuertes. -Carcajeó como si estuviese recordando lo mismo que yo-, pero el punto es que la secundaria era algo demasiado...
-¿Fácil?
-Comparado con la preparatoria lo es, y mucho. -Dijo con un tono serio en su voz- necesitarás amigos para divertirte de vez en cuando, hacer tareas, ese tipo de cosas.
-Ya sé para qué son los amigos, papá. -Dije dirigiéndome al comedor dónde me aguardaba un tazón lleno de cereal- y la verdad no me interesa tenerlos ahora.
-Ya verás cómo en unos días hasta querrás llegar tarde para ir con ellos. -Una sonrisa se dibujó en su rostro como si recordase sus tiempos en la preparatoria.
-¿Me veo como una de esas chicas que lo llegarán a hacer?
No respondió, sólo sonrió y me animó a terminar de desayunar para después guiarme al auto.
Era un Ford, el cual no recuerdo el modelo; pero era pequeño, sencillo, compacto. Adaptado a la aburrida cotidianidad de mi padre y mi hermano. El olor a menta recorría por todo el automóvil y me hizo sonreír.
-Sé que no es a lo que estás acostumbrada. -Trató de explicar el auto en el que me llevaría a mi nuevo infierno, digo, preparatoria.
-No. Pero éste no me da tanto miedo. -Me referí a mi fobia a los automóviles.
La conversación se detuvo cuando mi papá se concentró más en manejar que en una plática con su hija. Finalmente, después de mi temor de morir en un choque durante todo el trayecto, llegamos a la preparatoria en el horario casi exacto.
-Sé buena. Haz amigos. -Fue lo único que mi padre me dijo al despedirse de mí para dejarme afuera de la preparatoria.
-Trataré -Mentí.
El gris de las nubes que se asomaban era casi igual a mi pálido rostro, lleno de temores de lo que me esperaba en esta nueva vida. Todo en un instante había cambiado, y lo que alguna vez fue mi rutina se desvaneció frente a mí para cambiar mi vida por completo mudándome con mi padre.
ESTÁS LEYENDO
His winter black jacket.
Teen FictionNo todos los errores son dañinos, no todos los miedos te hacen más débil, no todos los amores te hacen mejor persona y no todos los caminos te llevan al lugar indicado.