Tú, con esos bonitos ojos azules verdosos, que parece que solo al mirarte pueden descubrir todos tus secretos mejor guardados. Esos ojos que te inundan en un mar de dudas, pero también de ilusiones.
Tú con tu sonrisa. Que mas que gustarme por los hoyuelos me gusta por el sonido, aún que que no me importaría quedarme a vivir ahí. En los hoyuelos digo, los de tu sonrisa.
Tú y tus manos, tu roce. Con solo tocarme podías hacer que toda mi piel se erizara y en ese momento sabias que era tuya.
Tú y tu pelo. En el que no me importaba enredar mis dedos cada amanecer o cada anochecer.
Yo, locamente enamorada de ti. De tus ojos azules verdosos, del sonido de tu sonrisa, de tus manos, de tu pelo, incluso de todos los lunares de tu cuerpo; pero en especial del de tu hombro izquierdo.
Yo y mis inseguridades que cegabas con tus besos, esas que hacías que desaparecieran cada noche con tus caricias.
Yo y mis ganas de ti, de quedarme siempre debajo de tu brazo dormida. De amanecer todos los días sobre tu espalda, o tenerte entre mis piernas cada noche.
Tú, el que nunca le ha importado amanecer entre mi pelo o solo en su cama. Al que le daba igual si cegar mis inseguridades con sus besos, lo único que siempre ha querido es olvidarse de las suyas.
Yo, que siempre me he quedado.
Tú, que te fuiste. Y sin avisar.