¡¿Disculpa?!
Primero me llama DUFF -palabra que no había oído en mi vida- delante de todo el mundo, ¡y ahora me dice que le gusto! ¿Acaso tiene algún tipo de problema mental? Quizás es uno de esos que dicen lo contrario de lo que piensan. Bueno, eso también lo hacen las zorras del instituto para quedar bien, pero ese es un tema aparte.
"Te odio, Tyler, no me vuelvas a hablar nunca más", conseguí escribir. Los dedos me temblaban, y tuve que borrar el mensaje un par de veces para poner algo que realmente me convenciese. "Por cierto, tú a mi no", añadí. Estuve toda la noche pegada al teléfono, esperando una respuesta. No lo hizo. El muy capullo no contestó.
Abrí los ojos, y lo primeró que me encontré fue un reloj que marcaban las 12.12. Era sábado, y por ese único motivo no me importaba la hora, pero creo que había dormido lo suficiente. Bueno, dormir no es la palabra exacta. Me pasé toda la noche en vela, pensando, sobre todo en general. De repente, se me vino a la mente el ojo morado de Brook. No se le quitaría en unos largos días. Estaba deseando que llegase el lunes solamente para ver como pasaba el día con esa mancha lila en su ojo izquierdo.
Decidí al fin levantarme de la cama. Me fijé en que la almohada estaba completamente negra del rímel de mis pestañas y la sombra de ojos de la noche anterior. A pesar de que me pasé unas toallitas antes de dormir, no fue lo suficiente. El pelo estaba hecho una maraña de enredos por culpa de la laca. Aplastado por unos sitios, rizos abiertos por otros... Conseguí hacerme una especie de coleta extraña, la cual se me deshacía por cada segundo que pasaba. Me puse la sudadera del monstruo de las galletas, de nuevo. Se había convertido en mi prenda de auxilio en caso de no saber qué ponerme o no tener el suficiente tiempo para pensarlo. Unos pantalones rotos y unas zapatillas viejas completaron el look, junto con una mochila verde en la que guardé todo lo que tenía en el bolso de la fiesta.
-Veo que no has dormido muy bien -me dijo mi madre al verme bajar por las escaleras.
Ni si quiera contesté. Seguramente me harían una especie de interrogatorio de las razones por las que no había descansado, y, tratándose de unos psicólogos, averiguarían lo de la fiesta.
Cogí diez pavos del taquillón de la entrada, y salí sin dar más explicaciones.
-¡A las tres aquí para comer! -gritó mi madre antes de que pegase un portazo y me marchase.
Me dirigí al Cupcake Café, donde servían las mejores tortitas con chocolate de toda la ciudad. En este momento solo podía pensar en comer más y más. Al fin y al cabo, era lo que hacía cada vez que entraba en alguna pequeña depresión.
-No tienes buena cara, Samantha -me dijo Lizzy mientras me servía una taza de leche.
-No he pasado una buena noche -me excusé.
-¿Lo de siempre? -preguntó alisándose el delantal que cubría sus rodillas.
-Supongo.
-Lo tomaré como un sí -dijo marchándose a la barra.
Enterré mi cabeza en los brazos, los cuales estaban apoyados en la mesa, amurallando así mis pensamientos.
-Hola... em... ¿Cam, verdad? -alcé la cabeza, encontrándome con los inquietos ojos marrones de la chica del columpio.
-Sam. De Samantha -la corregí. Seguro que le parecía una impresentable. Las ojeras marcaban mi rostro, y el maquillaje esparcido y la coleta deshecha no ayudaba- ¿Tú eres Abril, no?
Ella asintió con la cabeza. Parecía algo sorprendida por mi aspecto. Quizás pensaba que había pasado una mala noche, pues ella no era la única que lloraba en la fiesta, o quizás simplemente pensaba que era una completa guarra. Dispuesta a continuar la conversación, un grito me detuvo. Entonces fijé la mirada en un niño de unos siete años, el cual parecía que acababa de ver a un monstruo o algo así. Sus ojos eran platos, y su boca estaba abierta para que le entrasen miles de moscas. De repente, echó a correr. Eso no ayudaba a mi autoestima, la verdad.
-Yo me encargo, Abril -dijo una chica rubia que al parecer la acompañaba. La chica fue detrás del niño, y nos dejó sola a Abril y a mí, la cual se sentó en el sillón de enfrente.
-Por cierto -dije mientras rebuscaba en mi mochila verde-, te quedaste el móvil en el columpio -finalicé tendiéndoselo. Parecía que iba a abalanzarse sobre mí para quitarme el aparato de las manos.
-Sam, este no es mi móvil -dijo mirándome algo confundida.
-Sí que lo es.
-¡Que no! -exclamó poniendo el teléfono sobre la mesa, arrastrándolo hasta ponerlo en frente mía.
-¡Que sí! -insistí devolviéndole el móvil, el que acabó cayendo en su regazo.
-¡Que no! -dijo de nuevo, aún más alto.
Solté un bufido, esta chica me desesperaba. Cogí el móvil, y tras echarle unos vistazos, aprecié que no era el suyo, si no el mío
-Ah, es verdad, este es el mío.
Sonrió victoriosa, orgullosa de sí misma. Eso significaba una cosa. Una cosa muy mala. Una cosa que no quería decirle, porque si lo hiciese, probablemente estos fueran mis últimos minutos de vida. Mi cara cambió drásticamente, desde dejar ver algo de sorpresa hasta un pequeño punto de miedo.
-¿Te ocurre algo? -se cuestionó.
-No me mates por esto, Abril -dicho esto, le mostré los mensajes del que resultó ser su móvil. Resulta que aquel mensaje de un tal Tyler no era para mí, si no para ella. Quizás se trataba del mismo Tyler que yo conocía, pero no creo que dedicase toda la fiesta a arruinar la noche a pobres chicas.
Abril se quedó perpleja ante la confusión, sin apartar la vista de los directos tres mensajes. Sus ojos empezaron a parecer cristal. Estaba a punto de llorar. Quizás me odiaría por siempre. Quizás lo que parecía el comienzo de una buena amistad acabara en una chica más en la lista de "personas que me hacen la vida imposible". Quizás me pegaría, o quizás se inventaría alguna mentira embarazosa, como que tengo alguna enfermedad de transmisión sexual o algo por el estilo, lo cual nadie se creería porque todo el mundo sabe que yo soy virgen.
-Esto... -dije algo nerviosa- ¿Estás bien?
-Gracias, Sam, en serio.
¿Qué? No entendía nada, todo esto era realmente surrealista.
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Hey! El capítulo lo tenía que subir mañana, pero todas me pedísteis que actualizase ya, así que aquí estoy :D Todas pensábais que Tyler se había equivocado de chica al mandar el mensaje, pero en realidad es Sam la que se había confundido de móvil. ¿Os lo esperábais? Creo que alguna querrá matarme por la taquicardia que le provoqué en el capítulo anterior xd ¡Y gracias! #97 en Humor! Por cierto, os propongo una cosa. Revisad capítulos atrás, y decidme la frase o situación que más graciosa os haya parecido o la que más os ha gustado. Dedicaré el capítulo siguiente al comentario sobre eso que más me guste ♥
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The DUFF • [CANCELADA]
HumorSamantha Hastings es algo así como una especie en extinción. De esas que nunca llegarán a ser populares solo por ser como ella es. Ya sabéis, ahora está de moda eso de ser una zorra falsa. Y por eso Kody Channel, el músico popular de la escuela, nun...