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{Esta historia fue escrita el 2013; basada en Aside de Shinee}

Seguía controlando mis sentimientos, aunque los evitara. Yo era iluso, perdiéndome en aquellas pequeñas palabras que quizás era de poca importancia para ella y que en mí causaban total revuelo. Me perdía toda la noche dibujando su rostro en mi fantasiosa y débil imaginación, ante tal belleza que tenía presente cada tarde de mi vida diaria. Me era imposible no pensar en ella. Caía con cada pequeña y tímida sonrisa que me brindaba, causando que nuevamente una grave enfermedad se formara en mi corazón.

Cada día que pasaba temía que notara la gran cantidad de sentimientos que sentía hacia ella. Todo dentro de mí se descontrolaba. Todo lo que yacía ordenado volvía a desmoronarse una y otra vez, casi convirtiéndose en un dulce sueño. El hablar con una fingida tranquilidad quizás aminoraba el que pudiera leerme con tan solo una mirada, como también, ayudaba a controlar la situación conflictiva que había dentro de mí a cada minuto. Pero, ¿de qué me servía si de una u otra forma mi corazón no lo deseaba así? ¿De qué me servía si cada latido de mi corazón era por ella?

Honestamente verla sonreír cambiaba todo mi fallido plan de evitar todo.

Junto a ella, todo lo que evitaba salía a flote haciendo que sintiera cada una de las cosas, llenando mi pecho con una hermosa sensación. Las ganas de abrazarla, las ganas de sentirla en mis brazos, junto a mí y poder rozar esos pequeños y esponjosos labios crecían cada día. Deseaba querer estar junto a ella por siempre.

¿Cuándo había comenzado todo? Un día cualquiera, mientras salía de en un supermercado común, le eché un vistazo a las pequeñas publicidades estampadas con desorden en un mediano tablero de anuncios, algo desgastado, por cierto. Uno de aquellos papeles despertó mi atención de manera inmediata. En él ofrecían un pequeño curso de fotografía profesional. La exaltación hizo de las suyas en mi interior, sorprendido, me perdí en aquellas palabras del anuncio. Desde siempre me había encantado la fotografía, me apasionaba el hecho de reflejar momentos y recuerdos en fotos. Ya sabía algunas cosas, pero esa era una oportunidad única en la que entraría más a fondo con el tema de fotografía ¿no?

Sin despegar la vista, tomé mi celular, mis manos vacilaron un tanto al intentar mantenerlo entre mis dedos, causando que desviara la mirada del anuncio y la concentrara en mis manos. Aunque segundos después volví la vista al anuncio para comprobar que este siguiera donde mismo, que no era un simple sueño. Una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios. El que estuviera anotando las direcciones y teléfonos me alegraba en absoluto. ¡Era un sueño hecho realidad! Pensé seriamente en sacarle una foto a ese desmadrado anuncio, pero caí en la cuenta que me encontraba en un supermercado y tal vez me sacarían de aquel lugar si me encontraban tomando una foto dentro, por más anuncio que fuera.

Suspiré a gusto, renovando mi energía dando lugar a una totalmente diferente. Sin más ajusté mi pesado bolso, lleno de equipamiento de las pasadas clases de vóley. Sin embargo, algo falló en ese ademán de irse.

Sentí el corazón casi en la garganta y me sentí un completo idiota, a la vez.

Le había dado de pleno en la cabeza a una desconocida chica, haciendo inmediatamente que se volcará cayendo de traste al suelo. Esta emitió solo un pequeño gemido al comienzo, llevándose una mano a la cadera y otra a su frente, escondiendo su rostro. Me hinqué rápidamente, acercándome un tanto a la mujer. Tarde algunos segundos antes de comenzar a balbucear al intentar pedirle disculpas. Mi mirada estaba aún más expectante que antes, la preocupación me comenzaba a carcomer, de hecho, creía que en cualquier momento todo mi cuerpo estaría empapado en sudor y vergüenza. Solo noté que parecía adolorida y algo aturdida. Volví a ofrecerle ayuda, dudando si colocar mis manos en sus brazos para ponerla de pie, no obstante, me costaba un tanto -ni idea por qué, estaba mal de la cabeza-. Esta no contestó. Miré a todos lados, nadie parecía haberse dado cuenta o más bien fingían no hacerlo, como siempre. Terminé volviendo a ella, guardándome todo temor.

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