La niñera.

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Había una hermosa mujer cargando una preciosa bebé.

Ella estaba dentro de su casa, lista para salir de paseo. Eran las 8 de la noche y ella estaba impaciente, la cena aguardaba.

Sarah acababa de llegar a aquella gigante mansión gótica. Ella admiraba el gran lugar y caminaba lentamente, no era la primera vez que venía y sabía que tendría que hacer en un par de horas. Al recordarlo sintió como los vellos de su cuerpo se erizaban. La familia Sterling era demasiado rara. Gracias a Dios, pensó Sarah, no he conocido al señor Sterling.

Al entrar vió a su jefa, la señora Sterling. Era demasiado germosa. Su largo cabello negro, sus hipnotizantes ojos oscuros y su despampanante figura. La bella dama, al mirarla sus ojos brillaron y su sonrisa se ensanchó de manera bella pero al mismo tiempo espeluznante. Sarah bajó levemente la mirada y se topó con una hermosa bebé de unos 2 meses. Idéntica a la madre pero con ojos azules y cabellos rubios. La mirada de esa bebé se posó en Sarah de manera hambrienta y aquellos ojos, claros como el cielo, le miraron de una manera en como ningún bebé debería hacerlo. Esa mirada tenía cientos de años de vida.

La señora Sterling se acercó a Sarah y comenzó a decirle la hora en que acostará a la pequeña Isabella, sus horas de alimentos y donde encontrar comida para que se reponga.

Mientras la señora hablaba, la mirada de la pequeña Melanie iba tomando un tinte de impaciencia. Entonces una delgada y melodiosa voz resonó en toda la casa.

-Madre -Decía la voz - Ya, vete. Ni siquiera necesito una niñera -LA bebé, sorprendentemente cruzó sus brazos- Tú ponme en los brazos de esa tonta mortal y yo me encargo del resto -La pequeña Melanie extendía sus brazos hacia Sarah y trataba de brincar de los brazos de su madre.

-Melanie- dijo la señora Sterling- detente, Sarah cuidará de tí y te dará toda la comida que te toca a tus horas. -Dijo mirando a la bebé y reprendiéndola con la mirada. -Sarah recibe el dinero necesario y tiene la experiencia suficiente para cuidar de tí. Ahora tranquilizate.

La señora Sterling le dedicó a Sarah una mirada de disculpa. Ella sólo le devolvió una mirada aburrida y siguió mirando a la pequeña Melanie

-Lo siento -Dijo la señora Sterling -Pasó sus últimas 3 vidas con su padre -Luego miró a Melanie y le dijo -No regresarás a vivir con tu padre. Ni tú, ni tus hermanitos. Esta fue la última vez.

-Tranquila señora Sterling, puedo tratar con ella. Vaya sin cuidado y tenga buen provecho

La señora Sterling le sonrió a Sarah, le entregó a Melanie, se despidió y se maarchó murmurando cosas acerca de esposos sanguinarios sin escrúpulos que no saben educar vampiros decentes.

Sarah se fue a sentar, deteniendo a Melanie de atacar su cuello antes de tiempo.

La gran casa Sterling es fría y para Sarah acogedora. Pero Sarah necesitaba comenzar el trabajo, bajó levemente su blusa, mostrando cicatrices a la nada y acercando a una aparentemente jóven bebé de alma vieja a una parte poco magullada de su cuello

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