﹝¿NOVIO?﹞

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  Si ves una falta de ortografía, favor de marcarmela para que lo corrija, sería de mucha ayuda, gracias!<3  

La música de una banda nueva en Japón sonaba en la radio del auto color gris de Kuroko; ¿cómo era que había conseguido uno? Simple y solo se necesitaba dos palabras y era un nombre. Akashi Seijuro. Sí, él se lo había regalado sin más preámbulos hace dos días atrás, cuando lo acompaño a casa después del painball. La cosa fue rápido: ambos salieron del auto, Akashi le dejo las llaves en la mano, llego otro auto y Akashi, antes de subir, le dijo que se lo regalaba y se fue. Simple, rápido y sin objeciones. Desde aquel día había intentado regresárselo, pero Akashi se hacia el desentendido. Suspiro. Debía de admitir que realmente no le molestaba que le regalara un auto, ¿cómo podría?, era un auto último modelo, nuevo y tenía todo lo que podría desear de un coche. El problema era, de alguna forma, ese. Era un regalo muy costoso, demasiado para poder comprarse un auto así, necesitaría trabajar sin descanso durante tres o cuatro años —ya que a decir verdad si le pagan bien—, pero no tanto como para tomarse el lujo de comprarse ese tipo de cosas extravagantes; tenía la conciencia algo sucia, por el simple hecho de sentirse alegre de poder usarlo, es que ¿Cómo no estarlo? Él quería poder regresarle el regalo de alguna forma para así demostrarle que él también lo apreciaba, lo quería. Un pequeño sonrojo se asomó en sus mejillas. Quería también poderle dar algo especial a Akashi: ese chico de piel suave, cabellos rojos, ojos de igual color, con un carácter fuerte, pero amable, inteligente, fuerte, decidido, orgulloso y sádico; sí, no se había equivocado en la palabra, Akashi era sádico, lo sabía bien, lo había visto en acción durante la secundaria y prepa. Él le había dado una oportunidad en el básquet cuando nadie más lo hizo, le dio el "poder" suficiente, tal vez también le había quitado las ganas de jugar, tal vez también le hizo sufrir, pero también gracias a él había vivido cosas fantásticas y divertidas, y si lo pensaba bien, no había forma alguna de poder compensarlo por lo que había hecho. Volvió a suspirar.


Giro el volante hacia la derecha, logrando así llegar al estacionamiento del estadio de básquet más conocido en Tokyo. Aparco cerca de la entrada, sorprendiéndose de no ver ni un coche —y según Akashi hoy había un partido—. Lo apago, se acomodó la sudadera gris, salió y se dirigió a la entrada. A lo lejos vio la melena roja de su ex capitán, llevaba puesto un saco negro y unos pantalones igual negros.

—Hola —le saludo a lo lejos.

—Hola —lo abrazo y le dio un beso en la mejilla, haciendo que Kuroko se sonrojara —. Ven —lo cogió de la mano y lo llevo dentro de la enorme estructura.

...

Caminaron un rato aun con las manos unidas y el sudor amenazaba con salir de sus pieles, aunque adoraban el calor que le emanaba su contrario.

Kuroko miro todo a su alrededor y se dio cuenta que no había nadie alrededor cosa que era extraña.

—Akashi-kun.

—¿Sí, Tetsuya?

—¿Realmente hay partido hoy?

—No.

Frunció el ceño.

—Entonces, ¿por qué estamos aquí?

—Oh... —lo volteo a ver con una sonrisa juguetona para luego apartar la mirada de nuevo al frente.

—Akashi-kun.

Fue ignorado.

—Akashi-kun —volvió a llamarlo, pero esta vez jalo levemente el brazo de su contrario, pero de nuevo fue ignorado —. Akashi-kun...Akashi-kun —y durante todo ese recorrido Kuroko no paró de llamar su acompañante, lo nombraba con diferentes tonos de voz, provocando de vez en cuando una risa en el mencionado —. ¡Aka... —fue silenciado por un sorpresivo beso. Sus labios se movieron lentamente unos segundos antes de que se separaran.

El pequeño Kuroko #PremiosKnB2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora