Cuando llegué...

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Fue rara la manera en que comencé y sigue siendo rara la manera en que lo sigo viviendo.

Fue alrededor de hace cinco años... Siempre tuve gran gusto por lo artístico, fuese lo que sea que me subiera a un escenario. En una de esas clases de teatro que llevaba tenia una compañera, la cual, por alguna rara razón no muchos congeniaban con ella (y aun no recuerdo porque yo si). El asunto fue que de la nada y con esa extraña forma de cambiar de tema intempestivamente me cuenta que en su escuela fue invitada por un compañero muy varonil (típico de ella, el sarcasmo, algo que mas adelante agilizaría al convivir con gente dedicada a "alabar" sarcásticamente las presentaciones de los demás) a formar parte de un grupo de danza folklórica. A decir verdad, siempre me gusto esta disciplina, pero me costaba mucho verme en un grupo así, ya que a este tipo de bailes solo estaba comúnmente acostumbrado a hacerlo de manera amateur (demasiado amateur), pero le pedí a Mary que me diera tiempo para pensarlo.

Tenía el tiempo contado para pensarlo, el ensayo era en fin de semana, así que tratando de ser optimista, vi los pros mas que los contras, así que que decidí que lo mejor sería aventurarme a algo nuevo.

Para mí solo era algo que no sabía cuanto duraría, no sabia que tanto tiempo tendría que dedicarle, no sabia a donde me llevaría. Lejos de eso había mucho detrás solo pertenecer a un grupo de danza que yo no sabía. En esta ciudad donde vivo, tuve suerte de encontrarme un grupo como ese, pues al menos ahora que conozco un poco mas de todo este mundo me doy cuenta que fue la mejor decisión, pues grupos de danza hay tantos en esta localidad como puestos ambulantes de tacos un fin de semana por la noche, buenos y malos, estilizados como tradicionales, pobres como con mucha producción.

"Grupo de Danza Ikualotl"

Llegando tarde, como de costumbre (y apenas era el primer día...).

Mary y yo llegamos "a la guerra sin armas", pecado para un bailarín es ir a ensayo sin zapatos, pero no teníamos. Justamente llegamos después de la presentación mas importante que se tiene en el año de los grupos de danza en la ciudad, era mucha gente, y al entrar se siente esa sensación de ser el nuevo, el abrirte paso entre la gente y sentir esas miradas de todos cuando pasas, oír los susurro casi quedos cuando te ven, las miradas tanto de hombres como mujeres casi cual scanner observando detenidamente cada detalle tuyo y una que otra mirada con morbo.

Al llegar al fondo del patio de aquella secundaria donde se llevaban las clases fuimos directo con el maestro, un señor que al comienzo inspiraba respeto por su apariencia seria, el mismo que al momento le quiero llamar respeto y no miedo, porque a veces con la mirada siento que si me equivoco me va a aventar un zapato desde donde esté.

-Buenas tardes maestro, somos Abraham y María... nos invitó Marco al grupo...

Sin dejarnos terminar de hablar, nos dio la bienvenida y nos pidió acomodarnos en fila de ensayo. Y así fue como ese día empezamos un camino largo que sin idea a donde llegaríamos.

Diario de un folkloristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora