Menos mal que siempre podía contar con Castle.
Inmediatamente lo había llamado y él lo había dejado todo para ir corriendo a hablar con ella. Estuvieron conversando en sus columpios. Sí, sus. Era increíble, pero esos asientos suspendidos habían sido y siempre serían su sitio especial. Donde habían tenido conversaciones tan importantes como una propuesta de matrimonio o disculpas sentidas de corazón.
Él la había escuchado. Asentido y ayudado:
"Pues... Decidas lo que decidas te apoyaré en tu plan".
Y ella estaba segura de que él lo haría. Sí. Por supuesto. Siempre lo habían hecho.
*****
Castle caminó hasta la puerta de la sala de interrogatorios, para esperar a Esposito y a Ryan.
Se quedó mirando la puerta, dudando si llamar a ella.
Pero los chicos se le adelantaron al abrirla.
— Castle. Hola, ¿dónde andabas? —inquirió Ryan.
—Fui a hablar con Beckett... Luego ella os contará —repuso el escritor.
Sus amigos asintieron y con un gesto de cabeza se pusieron de acuerdo en ver quién soltaría la información recaudada en el interrogatorio.
Al final fue "Castle Jr." quien le contaría lo que había sacado:
—Barrow entró en la casa de la mujer de Paid, como ya sabes... Pero todo dio una vuelta de tuerca —esbozó una sonrisa divertida ante la frase hecha y se dispuso a proseguir antes de ser interrumpido por Esposito.
—Creíamos que iba allí para encararse con la mujer por lo que Dalton Paid había hecho con respecto a su cuestión laboral, pero... No era así. Oh, no. Nuestro amigo, el señor Barrow, estaba enamorado de Dalton Paid.
Aquello se llevó un arqueamiento de las cejas de Richard Castle.
—¿Enamorado decís? —inquirió el escritor, incrédulo.
—¿Sorprendido? —dijo Esposito, con una sonrisa ladina —Y eso que eres escritor y "has visto de todo" —añadió divertido, imitando las palabras que un día prorrumpió Castle, en un ataque de ligera soberbia.
Su rostro se contrajo en una clara expresión de hastío.
—Muy bien, esto no me lo esperaba; pero... Bueno, chicos, no nos evadamos del tema. Contadme qué pasó en la casa de los Paid —eludió con habilidad.
Tanto Ryan como Esposito fruncieron los labios, con leve picardía. Entonces, aquel decidió hablar:
—Pues, al parecer, cuando la señora Paid entró a su habitación para cambiarse, allí se encontraba Barrow, con una fotografía de Dalton en sus manos. Quería hablar con la mujer sobre su marido y convencerla de que él no era su asesino; sin embargo, su expresión endurecida y su cuerpo tan tenso confundió a la mujer —explicó.
—Entiendo... —comentó el escritor, entrecerrando los ojos, procesando la información —Entonces esto nos lleva a dar un paso atrás.
—No necesariamente —contradijo Esposito —: así tenemos a uno fuera. Además, nos ha llegado una nueva pista —les tendió a sus compañeros su pequeña libreta donde estaba garabateado en una esquina una serie de palabras que, según pudieron leer sus amigos, indicaban, efectivamente, una nueva pista: extorsión.
*****
Kate se admiró frente al espejo del baño. Estaba hiperventilando, tratando de mantener la estabilidad a pesar de que estaba comenzando a marearse. Se dijo que todo iba a ir bien, tratando de convencerse.
Elegir normalmente es difícil; pero, sumado a un embarazo algo problemático es más complicado. Además, tanto el ser senadora como capitana de policía eran cargos muy importantes, y Beckett, la mujer que había construido un muro alrededor de ella, se sentía derribada.
Apartó la vista de la imagen que le devolvía el espejo y salió del aseo, para buscar a sus compañeros.
Se cruzó de brazos sobre el vientre en cuanto vislumbró a lo lejos a Esposito, quien se dirigía hacia ella con pasos agigantados y apresurados.
—Beckett, vamos a ir a buscar al propietario de Dapttaw. Gates nos ha echado una mano y tenemos una orden de registro del local.
La inspectora frunció ligeramente el ceño.
—¿No lo habían hecho ya los de la científica?
—Pero esta vez tenemos posibilidad de hablar con los compañeros de Barrow.
*****
En cuanto hubieron arribado al lugar los detectives y el escritor comenzaron a buscar alguna nueva pista que los guiase hasta la resolución del crimen. Los empleados desfilaban por la sala que se habían agenciado para realizar los interrogatorios, que no ofrecían ninguna cooperación. Numerosos hombres y mujeres habían pronunciado palabras vacías delante del grupo de policías, hasta que de pronto un varón de rostro de animadversión se sentó con desgana sobre uno de los taburetes y empezó a hablar:
—Claro que sé quién es Paid. Él fue quien me contrató, por una miseria —escupió, arrugando la expresión —. El muy cabrón se merece lo que le han hecho.
Beckett lo miró, apática, desde una de las esquinas de la habitación de tono verdoso.
—¿Sabe cuál era la relación del Sr.Paid y su compañero, Rob Barrow? —inquirió Castle, realizando la pregunta que llevaban haciendo gran parte de la mañana.
El escritor esperaba volver a oír lo que había oído por lo menos trescientas veces ya: «Supongo que jefe y empleado, ¿no?» sin embargo, lo que el entrevistado soltó lo pilló por sorpresa:
—Sí, ¡eran un par de maricas! —el hombre sacó la lengua y puso una mueca de asco. La pareja se compadeció del interrogado por su deshumanización —¡El otro día los pillé discutiendo! «Ya no me quieres», «¿Es que vas a dejar que esto nos hunda a los dos...?» —imitó un gimoteo grotesco y soltó una carcajada, sin saber que estaba sentenciándose a posible culpable —Un vídeo con el móvil y tendría el control sobre Paid. Y de paso sobre Barrow. Aunque sé perfectamente que ese cobarde no viene al trabajo los días de mi turno.
Castle y Beckett compartieron unas miradas.
—Sr.Michael, ¿es usted consciente de que ha cometido extorsión?
—Un grave delito —intervino el escritor.
» Le caerían de uno a cinco años.
—¡Un momento, un momento! Yo no he dicho que lo hiciera —gritó él, alzando las manos con un gesto de inocencia.
—¿Ah, no? Pues a mí me parecía que nos contaba su plan.
—¡Pero no era más que eso! ¡Un plan! En cuanto terminé de grabar me marché y no le dije nada a ninguno. ¡A ninguno!
De nuevo unas miradas compartidas.
—¿Entonces...?
—Si quieren saber quién les chantajeaba, yo investigaría quién se hizo con mi vídeo.
Katherine echó la cabeza hacia atrás con aire incisivo y tensó la mandíbula.
Poco después ya había ordenado que se vigilase a Michael y sus cuentas, y que se hicieran con los vídeos de seguridad.
*****
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Por todas aquellas historias que vivimos
Fiksi Penggemar"Déjame contarte una historia, sobre un chico y una chica. Él cayó enamorado de su mejor amiga, cuando ella estaba alrededor sentía alegría. Pero ella ya estaba destrozada, lo que la volvió ciega. Sin embargo; ella nunca podría creer que el amor l...