3-. En la oscuridad todos los rostros se parecen

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Cuando desperté no fui capaz de percibir mucho. Ya había anochecido y eso me hizo plantearme seriamente la idea de que mi siesta había sido más bien un estado de coma.

Miré el celular, faltaban poco más de 40 minutos para las ocho.

Me levanté con las manos extendidas hacia el frente intentando no tropezar con nada, y de paso, encontrar el interruptor de luz.

Aún no estaba segura de como lo había logrado pero me encontraba a las afueras de mi edificio a las ocho en punto, tal y como me lo había pedido Miles. El problema era que ya habían transcurrido varios minutos desde que me apeé en la entrada, 15, para ser más exacta y ni Miles o su esposa habían aparecido aún.
Justo cuando decidí llamarle, mi celular vibró entre mis manos indicando la llegada de un nuevo mensaje.

HIJA, MAGGIE Y YO TUVIMOS UN CONTRATIEMPO POR ESO NO PUDIMOS PASAR A RECOGERTE. ESPERO QUE NO TE IMPORTE VENIR POR TU CUENTA AL RESTAURANTE.

Era un alivio saber que ambos estaban bien.

NO HAY PROBLEMA, MILES. DÍGAME EL NOMBRE DEL RESTAURANTE Y AHÍ ESTARÉ LO MÁS PRONTO POSIBLE.

Su respuesta no tardo mucho en llegar.

SE LLAMA NOTTE D'ORO. ESTAREMOS EN LA MESA MARCADA CON EL NUMERO 6.

OK.

Bien. ¿Y ahora que camino tomaba? Considere la idea de cuestionar a algún veneciano, pero curiosamente no había ninguno, o por lo menos no de este lado del canal. También consideré en entrar de nuevo al edificio y preguntarle a la dulce ancianita del mostrador –la cual respondía al nombre de Donatella- pero cuando salí, ella se encontraba dormida frente a su pequeña televisión, así que no lo consideré como una buena opción.

-Buonasera –murmuró mientras se detenía a mi lado.

Me gustaba la forma en la que Colton hablaba italiano. Sonaba tan natural, tan etéreo con el ambiente. Su italiano era incluso mejor que el de cualquier veneciano, mientras que el mío conservaba aún un extraño acento.

-Buenas noches –le sonreí.

-Luces bastante perdida –admitió con una risita.

-¿Tú crees? –también reí, pero fue debido al contagioso sonido que abandonó su garganta.

-¿A dónde vas?

-A un restaurante llamado –revisé mi celular-, Notte d'oro.

-¡Oh! –sonrió-. La Noche dorada es un muy buen restaurante.

-¿Sabes dónde queda? –lo mire esperanzada. Si él no sabía me encontraría perdida, literalmente.

-Está bastante cerca. Solo debes caminar en línea recta hacia allá...

Me giré hacia donde él señalaba. Y entonces lo vi, no al restaurante, ni tampoco al camino a seguir, sino a Zayn.

Él se encontraba recargado contra el muro mientras se llevaba un cigarrillo a los labios. Todo ocurrió en un efecto-reacción de segunda vista, así que cuando regresé la mirada hacia donde lo habia visto la primera vez, él ya no se encontraba ahí.

Colton me miraba y su rostro denotaba una gran preocupación, eso me indicó que algo andaba realmente mal conmigo.

Había comenzado a hiperventilar.

Su voz nunca llegó a mis oídos. Podía verlo moviendo los labios pero no escuchaba nada de lo que él me decía. Tuve que hacer un esfuerzo magnánimo para concentrarme en las palabras que articulaba y leyendo sus labios fue la única manera de saber lo que él estaba intentando decirme:

My Favorite NeighborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora