4-. Y en el día, las confusiones son aún más grandes.

1.7K 99 7
                                    

El timbre sonó y me pareció extraño que sonara a tan altas horas de la noche. Entonces aparté la vista del lienzo y descubrí el singular brillo del sol.

Ya había amanecido.

Después de mi más reciente descubrimiento el timbre seguía sonando sin tregua.

Aprisioné mi cabello en un chongo con la ayuda de mi pincel, mientras me acercaba a abrir la puerta. Y casi me da un ataque al corazón cuando lo vi delante de mí, con esa sonrisa engreída y presuntuosa.

-¿Me extrañaste?

Una felicidad inexplicable me invadió y no pude hacer otra cosa más que abalanzarme sobre su cuerpo en busca de un abrazo.

-¡Louis! –Lo apreté fuertemente a mí-. ¿Qué haces aquí? Pensé que estabas en L.A.

-Y así era, pero tenía que venir a verte. Así que le pedí la dirección a Miles y heme aquí.

-Me alegra tanto verte –las comisuras de mis labios comenzaban a doler debido al esfuerzo que eso implicaba. Incluso había olvidado cuando fue la última vez que había sonreído por tanto tiempo, y lo más importante, genuinamente.

-¿Entonces, puedo pasar ahora?

Fruncí el ceño al no comprender su pregunta, pero poco después me di cuenta de que aún seguía abrazándolo en el umbral de la puerta.

-Claro que puedes pasar –lo solté casi de inmediato.

-No sé si te lo había dicho antes pero... estás hecha un desastre.

Sí, justo el comentario halagador que esperaba de Tomlinson.

-Y lo dice el hombre tiene una gran mancha en la camisa.

-¿Qué? –se miró y solamente así se percató de la cosa verde que había en su pulcra camiseta blanca-. ¿Cómo...? –Luego me miro a mí, que seguramente tenía el aspecto de una paleta de pintura humana-. Pudiste haberme manchado de otro color, ¿no? Rojo hubiese sido lindo.

-No lo hice apropósito –sonreí-. Pero para que veas lo buena amiga que soy... Quítate la camiseta.

-¿Qué? –Arqueó una ceja-. ¿Así? ¿Sin ni una cita previa o por lo menos un beso? No soy tan fácil, ¿sabes?

Reí por el tono de indignación que había utilizado. Louis era tan raro pero no podía negar que era mi favorito.

-Te extrañe, bobo. Ahora dame tu camiseta para lavarla.

Louis me obedeció y yo me dirigí al cuarto de lavado. Coloqué la camiseta en una de las maquinas y dejé que ella se hiciera cargo de todo lo demás.

-Louis, iré a darme una ducha –murmuré cuando estuve de vuelta en la sala. Pero él no estaba ahí-. ¡Louis!

Y después de buscarlo por un par de segundos lo encontré en mi nuevo estudio, admirando mi más reciente pintura

-¡No toques! –le advertí.

-No toco –repitió con una expresión bastante infantil.

-Iré a ducharme...

Asintió.

Durante los 15 minutos que permanecí dentro de la ducha escuché la ruidosa voz de Louis haciéndome cualquier cantidad de preguntas.

-¿Entonces? –Escuché su voz detrás de la puerta-. ¿Qué restaurante con buena comida hay por aquí?

-Louis –suspiré cansada. Esta era la tercera vez que le repetía lo mismo-, no he tenido mucho tiempo para explorar la ciudad.

My Favorite NeighborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora