44-. Un Vistazo al pasado

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Salimos del palacio alrededor de la una y media de la tarde y Zayn aun seguía con su frase de "aun tengo algo que mostrarte".

Deshicimos parte de nuestro camino intentando encontrar un trasporte que nos llevara a nuestro siguiente destino, pero eso me resultaba difícil, pues Zayn no había querido darme ninguna pista de cuál sería el lugar al que iríamos.

-Vayamos en vaporetto, Zayn, no son ta malos como parecen.

Él se encontraba recio a querer ir en góndola, pero no se veía ni una sola.

-Bien, subamos a este.

El vaporetto iba casi desierto y era entendible pues la temporada en donde los turistas atestaban la ciudad había terminado hacía varias semanas ya.

-Voy a comprar un bote.

Lo miré.

-¿Para qué quieres uno? Pronto nos iremos de aquí.

-Tú vas a necesitarlo mientras vayas a la escuela.

-Eso no es cierto, puedo ir perfectamente caminando hasta el liceo.

-Violett...

-Zayn, olvida eso y mejor dime a donde me llevarás esta vez.

-Pronto lo sabrás.

Y lo supe cuando llegamos a aquel edificio gótico con fachada floral exquisitamente decorada.

-El palacio Ca' d'Oro.

-Así es, ¿ya habías venido antes?

-No, sólo lo había visto mientras pasaba por el Gran Canal.

-Va a encantarte –aseguró mientras entrabamos a aquel lugar.

En Venecia todo era arte, desde la fachada de los inmuebles hasta el más mínimo detalle de los techos y este lugar no podía ser la excepción.

Entre las obras de arte que se encontraban en el interior pude reconocer las de Tiziano y Guardi, pero lo que más llamó mi atención fue la pintura que tenía aquella peculiar firma.

-¿Es tuya?

Zayn sonreía ampliamente.

-Pues tiene mi nombre.

-Es increíble –regresé la mirada a aquel cuadro-. Sumamente bueno. Los colores son tan vivos, el cuadro es tan realista que es como si estuviera viendo por una ventana.

-Este mismo cuadro lo querían en París.

-¿Y qué ocurrió? –lo miré co gran curiosidad. Estaba segura de que en Louvre tendría mucha más atención de la que recibía en este lugar.

-El cuadro ya no era mío. Se lo había regalado a mi antiguo maestro de la RCA y él lo donó a aquí.

Su celular comenzó a sonar.

-Ahora regreso.

Continúe observando las obras de arte por un largo tiempo hasta que sentí los brazos de Zayn rodeando mi cuerpo.

-¿Te parece si vamos a comer?

-Regresemos al departamento y yo te prepararé algo.

-Está bien –besó mi mejilla.

Abordamos de nuevo una góndola y Zayn parecía en paz pero su rodilla inquieta lo delataba.

-¿Qué ocurre?

-Nada –sonrió, o mejor dicho, fingió hacerlo.

Conocía a la perfección ese gesto de sonreír sin mostrar los dientes, en Zayn, no era más que una prueba de falsedad.

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