61-. La negociación

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Me tomó algún tiempo conciliar el sueño, pero tenía claro lo que debía hacer en cuanto amaneciera.

—¿Ya preparaste tu equipaje?

—Sí —respondí fastidiada. Era, si mal no lo recordaba, la decima vez que me lo preguntaba.

—Entonces, vámonos —apremió junto a la puerta—, aún nos queda un largo camino por recorrer.

Abandonamos la habitación, aunque regresaríamos pronto a ella, era un hecho, pasaríamos justo aquí nuestras últimas horas en la ciudad. En sí, nuestro equipaje resultaba bastante ligero por lo cual no era un inconveniente llegarlo de un lugar a otro.

—Creo que no podré desayunar contigo y Elizabeth —comentó mientras nos acercábamos a mi casa. Sin duda, aquello era algo sorpresivo pero bastante conveniente.

—¿Puedo saber el motivo o...?

—Iré a ver a Miles —explicó rapidamente, evitando así, que yo creara un juicio erroneo.

—Okay —abrí la puerta del auto cuando éste se detuvo frente a mi propiedad.

—Violett —me tomó del brazo, obligandome a permanecer a su lado—, te amo.

—Lo sé—respondí con algo de arrogancia provocando en él una risa boba.

—Vendré por ti a la hora acordada —me besó con dulzura. Este sí era un beso no como el de anoche—. Saluda a Elizabeth de mi parte.

—Y tú a Miles —pedí antes de bajar del auto.

—Lo haré.

Entré a la casa, usando mis antiguas llaves pues mamá había decidido que lo mejor sería que yo las conservara en el caso de que hubiese una emergencia o que simplemente me placiera ingresar. Inmediatamente el aroma de algo delicioso me asaltó, provocando que mi estómago comenzara a gruñir.

—Esto huele muy bien —halagué entrando a la cocina.

La vi sobresaltarse ligeramente, algo bastante nuevo tratandose de ella y con los antecedentes. Hace un par de meses, si yo hubiese interrumpido en la forma en la que lo hice, mamá ni se hubiese inmutado, pero ahora ella estaba sola y cualquier ruido no originado por ella misma era motivo para asustarse.

—¡Oh, cariño! Buenos días —besó mi mejilla.

—Buenos días —repliqué jovialmente.

—¿Y Zayn? —formuló la pregunta mientras regresaba su atención a lo que hacía anteriormente.

—Fue a visitar a Miles.

—¿Entonces seremos sólo tú y yo?

—Siempre ha sido así —recordé.

Mamá sirvió el desayuno y fue esa la señal para que tomara asiento en la mesa.

—¿Cómo les fue anoche?

—En la cena fantástico, Niall se lleva muy bien con Zayn y ahora Mich también lo hace...

—¿Pero...? —cuestionó. Ese sexto sentido de las madres, me molestaba algunas veces.

Suspiré.

—En Piccadilly Circus nos encontramos con Laura y tuvimos cierto altercado, que no vale la pena siquiera recordar.

—Esa niña tiene graves problemas —reflexionó.

Bien, por lo menos no era la única que lo creía.

El sonido que hacían los cubiertos al entrar en contacto con la vajilla me resultaba bastante molesto y en un intento por acallarlo, decidí —quizas erroneamente—, darle la noticia a mi madre.

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