20- Preguntas sin respuestas

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-Oye... oye despierta ya.

Mis ojos se abren con pesadez al escuchar esa voz que me llama con insistencia. Lo primero que veo al aclarar mi visión, es el reflejo de mis ojos verdes en el brillo de un cuchillo que, al parecer, está tan limpio que actúa como un espejo.

¿Y ese cuchillo de dónde salió y por qué está tan cerca de mi rostro?

Mierda... mi cabeza me da vueltas...

-Al fin... has dormido por más de ocho horas... ni yo consigo dormir tanto en estos días...- esa voz sigue hablándome como si me conociera de toda la vida. ¿Quién es?

Parpadeo un par de veces y entre cierro mis ojos, tratando de enfocar algo más que mi reflejo en ese extraño cuchillo que sigue cerca de mi rostro. Logro ver los dedos que sostienen el mango del arma y sigo con la mirada el brazo... el hombro... el cuello... y... su cabeza...

Ese rostro...

¡Mierda!

-¡Ey, ey tranquilo Rubén!- ríe burlón obligándome a acostar nuevamente al ver mi sobresalto. Maldición... ¿cómo pude olvidar todo de esa manera?- Parece que viste un fantasma... estás pálido.

-M-Mi espalda...- me quejo al notar el molesto dolor cerca de mi columna vertebral.

-Si, lo se. Te has estado quejando mientras dormías. ¿Quieres que te revise? Soy un excelente doctor.- presume señalándose a si mismo con su dedo pulgar.

-N-No... gracias.- tartamudeo tratando de incorporarme esta vez más lento. Logro sentarme a duras penas y me dedico a estirar un poco mis piernas y brazos que están entumecidos. En verdad dormí mucho...

-Por si quieres saberlo... afuera es de día, el cielo está parcialmente nublado, la temperatura ronda los 8° y existe un 99% de probabilidades de lluvia- aclara volviendo su visión al cuchillo ya alejado de mi rostro. No me sorprende su pronóstico, en Londres el clima siempre permanece más o menos igual. Pero agradezco que me diga que es de día, porque en este lugar de malos olores parece de noche todo el tiempo.

-¿En.. dónde estamos?- pregunto débilmente, aún tengo sueño... y hambre... y sed...

¿Cuándo fue la última vez que comí sano?

La sopa... esa sopa que me hizo William... esa fue mi última comida verdadera...

William...

Dios... William...

-Estamos en las alcantarillas de Londres- responde de manera feliz, como si se tratara de un castillo. Idiota. ¿Cómo puede mostrar esa sonrisa tan brillante? ¿Cómo? ¿Por qué yo ya no puedo sonreír con tanta sinceridad? ¿Por qué William...? ¿Por qué...? Me siento tan vacío... siento que mi pecho se cerrará por la angustia... ya no puedo soportar esto... necesito... necesito...- Oye... ¿Te duele mucho la espalda? ¿Por qué lloras?- pregunta haciendo que me sorprenda. Pasó rápidamente mi brazo por mis ojos, para borrar las gordas lágrimas que se escapan de mis ojos, pero simplemente siguen saliendo sin control. No puedo... no puedo parar...

-¿P-Podrías... dejarme... s-solo un m-momento?- susurro bajando mi mirada e intentando regular mi respiración entrecortada. Que tonto soy... llorando frente a un desconocido... patético... patético, eso es lo que soy.- Por favor...- suplico nuevamente en un hilo de voz.

Vete por favor... déjame solo.

No me atrevo a mirarlo, estoy demasiado quebrado por dentro como para soportar alguna burla. Solo quiero sentarme en una esquina y llorar con todas mis fuerzas hasta que no pueda más. Quiero descargar toda mi angustia a base de gritos. Quiero... quiero que... que me deje solo.

El Brillo de la Oscuridad (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora