Los adolescentes Javier, Irene y Christina, de trece años, seguían corriendo junto a sus jóvenes familiares, las lágrimas no paraban de aparecer en sus ojos, pero eso no lo impedían seguir corriendo. Entraron en el piso de Christina y Jade. Jade, su hermana pequeña no paraba de llorar, junto a la hermana de Irene, Elisabeth, y la prima pequeña de Javier, María. Éste y su primo Álvaro, el hermano de María de una edad de diez años, intentaba tranquilizarlas mientras que, Christina e Irene, miraban por la ventana. ¿Cómo había podido ocurrir aquello tan rápido? Estaban tan tranquilos en aquella agradable noche con sus familiares cuando aquellas criaturas, negras como la ceniza y extremidades esqueléticas y largas, llenaron la calle. Aquellos gritos, aquella sangre... ¿Qué habría sido de sus familiares?-Álvaro, quédate aquí, ahora vuelvo... -Contestó Javier tranquilo, acariciándole la cabeza para que su miedo no se notase. Acto seguido, el adolescente se levantó y se acercó a las chicas.- De momento, tenemos un refugio, una cama donde dormir y un poco de comida... Lo que necesitamos es algo para que ellos no escuchen a los monstruos y los gritos de la gente... -Comentó susurrando, mirando de reojo a los menores y, con una mirada triste, supiró cabizbajo. Irene y Ahinoa intentaron consolarle. Mientras hacían eso, Álvaro acomodaba a las pequeñas dormidas en la cama y arropándalas para, acto seguido, dormirse él.
-¡Necesitamos estudiarles y armas! Tal vez no tenemos opción de destruirles... -Susurró Christina con la mano en la barbilla y, seguido, alzando la cabeza con una leve sonrisa- ¡Pero podremos huir de ellos! -Irene sonrió de oreja a oreja, juntando ambas manos y dando un leve salto en el sitio. ¡Gracias a eso, tal vez encuentren a sus familiares! Javier se dirigió a la cocina y recogió unos cuchillos y algunas provisiones, las cuales, metió en su mochila. Christina estaba con los menores, cuidándoles. Mientras tanto, Irene vigilaba con gran atención por la mirilla de la ventana; lo único que veía era oscuridad hasta que apareció un círculo de color ámbar con una gran pupila. ¡Era un ojo de aquellas criaturas! irene se asustó y, acto seguido, se agachó. Su respiración se volvió agitada y su rostro se tornó en un color pálido. ¿Y si aquel ser había notado la presencia de la joven?