La música acompasaba cada paso que daba, marcando el ritmo de su camino. Nada importaba cuando sonaba la música en sus auriculares. El mundo se fundía y reformaba a la voluntad de Tania. Iba a su casa regresando del ayuntamiento, donde había quedado para discutir un asunto con un asociado. Desde que Susana desapareció todos los asuntos de la banda recaían sobre ella.
Cuando cruzó la calle, una brisa hizo que mirara hacia su izquierda, a la acera de enfrente. Solo vio el destello que producía el brillo del sol en los coches que estaban aparcados delante de una floristería que parecía bastante concurrida a pesar de que estaba a punto de anochecer. No distinguió a nadie, aunque durante todo el trayecto a su casa tuvo el presentimiento de que alguien la observaba.
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Era difícil conciliar el sueño a causa del calor en la habitación. Trataba de no moverse mucho, no quería despertar a Omar, su hermano.
Empezó a jugar a distinguir sombras. "Silla. Mesa. Lámpara. Libro." Casi se lo sabía de memoria, siempre jugaba a eso para poder dormir. Siguió reconociendo objetos hasta que encontró una sombra bastante peculiar. Hizo memoria, debía ser algo que puso sobre la cómoda al entrar al cuarto.
-Pff, esta será difícil.
-Me temo que nunca podrás adivinar si seguimos a oscuras -contestó la sombra.
Tania se levantó sobre la cama y agarró el cuchillo que tenía bajo el colchón.
-¿Quién eres? ¿Has hecho algo a mi familia? -dijo Tania apuntando a la sombra. La figura se rio.
-Parece que ya no reconoces ni a tus amigas -encendió la luz y Tania la pudo ver claramente: era Noemí.
Tania estaba perpleja. El asombro la bloqueaba, no sabía qué decir excepto:
-¿Cómo has entrado?
-Deberías comprobar siempre que no haya ramas que lleven a tus ventanas. Puede que la guerra haya acabado pero nunca se sabe qué hay ahí fuera.
Tania comenzó a juguetear con el cuchillo. No conseguía ordenar todo lo que sentía, todo lo que quería decirle pero para lo que no encontraba las palabras.
-¿Dónde has estado, Susana? -preguntó finalmente.
-Llámame por mi nombre, te he dicho que la guerra ha acabado. No necesitamos más nombres en clave. Además, prefiero llamarte Tania a llamarte Mérida -sentenció Noemí.
-No has cambiado nada, siempre igual de despreocupada -comentó Tania tratando de ocultar una sonrisa de alivio en sus labios. Noemí había desaparecido al final de la guerra, durante la operación final que se llevó a cabo en la batalla del Lucas. Todos decían que se había ido tras recibir un mensaje importante vía Twitter, el sistema de comunicación secreto de su banda, pero esa era solo una de las múltiples versiones de la historia. La versión preferida de Tania era en la que Noemí había dejado una rosa sobre su cama y una nota dirigida a alguien que nunca se identificó diciendo: "Te quiero". Noemí se había convertido en una leyenda viva en solo seis meses.
-Tomemos algo, anda -invitó Tania.
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Abrió su lata de jugo de melocotón. El sonido de la anilla al dejar entrar el aire al interior de la lata inundó la sala. No habían vuelto a decir una palabra desde que salieron del cuarto. No se habían vuelto ni a mirar a los ojos, no levantaron la mirada del suelo hasta llegar a la cocina.
-¿Y bien?
-¿Y bien qué? -respondió Noemí.
-¿Ahora tengo que sonsacarte las cosas como si fuera un interrogatorio? -respondió Tania, ansiosa por tener algunas respuestas- Cuéntame lo que te ha pasado: ¿Qué has hecho todo este tiempo? ¿Dónde has estado? ¿Por qué te fuiste sin aviso? -se paró en seco cuando se dio cuenta de su volumen de voz. Se mordió los labios, apretó los puños y trató de relajarse respirando. Noemí la miraba intrigada con una expresión que decía "¿Qué te ha pasado, Tania?".
-Hay cosas que es mejor no compartir -finalmente respondió Noemí, en un susurro.
-Antes compartías conmigo hasta el desayuno...
-Ya no estamos en guerra, ya te lo he dicho -dijo Noemí mirando a una esquina.- Además, solo vine para...
-¿¡Para qué!? -dijo Tania golpeando la mesa, impaciente- ¿Para reírte de mí con tus "las cosas están bien ahora"? ¿Para molestarme mientras trato de descansar para poder seguir luchando por nuestra banda, nuestros amigos? La guerra habrá acabado, pero "ellos" siguen ahí fuera, llenos de ira, esperando al momento perfecto para acabar lo que empezaron -se dio cuenta de que estaba a punto de hiperventilar. Carraspeó y miró a Noemí, que seguía todavía ocultando la cara.- Entonces dime, ¿para qué has venido?
Noemí la miró, con lágrimas bajando por sus mejillas y respondió:
-Para verte y... -inspiró- pedirte perdón. Perdón por haberme ido, pero eran asuntos mucho mayores que yo. Ya te lo contaré, pero debes confiar en mí y esperar. -tragó saliva- ¿Podrás confiar en mí?
Tania no podía estar más enfadada. Esta no era la misma Noemí que ella conocía. Su Noemí no se habría derrumbado tan fácilmente.
-Algo grave debe haber sido para que te me eches a llorar como un bebé cuando estamos tomando jugo de melocotón.
-Solo... Ten fe en mí.
Tania se rio y se sentó en la silla enfrente de Noemí.
-Nunca he dejado de tenerla.
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Destello fugaz
Mystery / ThrillerDurante la dura y larga batalla del Lucas, Noemí desaparece sin dejar rastro, dejando a todos los miembros de su banda confusos, dejando a Tania sola... Ahora, seis meses después, Noemí regresa con la misma fugacidad con la que se había ido y, con...