La nata de la nevera

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Eran las 18:30, hacía calor, iba sin camiseta, no creo que sea feo: soy alto, inteligente, bastante musculoso y con barba... Miro mi agenda de contactos y veo a John: un rubio de ojos azules que sólo con verlo te enamoras de él. Le llamo, le digo que venga y traiga lubricante, que a mí se me acabó la última vez, me dice que en 10 minutos llega. Lo espero viendo la tele. Cuando llega, no le doy tiempo ni a decir hola, lo cojo de la mano y lo llevo a mi dormitorio. Le desabrocho uno a uno los botones de la camisa mientras le beso, el último botón que desabrocho es el de su pantalón. De repente, me dice:
-No tan rápido.
Se va a por la nata de mi nevera y me la empieza a esparcir por el torso desnudo, la lame, me chupa un pezón, y cuando estoy completamente excitado, me desabrocha el pantalón y me lo quita. Coge una cuerda del cajón y me ata las manos a la cabecera de la cama, hace lo mismo con los pies. No me puedo mover, me baja los bóxer, dejando mi pene totalmente erecto al descubierto. Le da lametones hasta que se lo mete en la boca, empiezo a gemir de placer. Se quita los pantalones y los calzoncillos, me desata los pies y pone mis piernas por encima de sus hombros, coge el lubricante y lo esparce desde los testículos hasta el ano. Soy totalmente suyo, restriega su pene por mi ano. De repente noto que lo mete, es la sensación más placentera del mundo. Mueve las caderas hacia delante y hacia atrás, cada vez más rápido. Cuando me consigo desatar la mano derecha, agarro mi pene entre gemidos y empiezo a masturbarme. De un momento a otro la saca y la pone en mi boca, noto un líquido caliente, pero sabroso, la chupo hasta más no poder. Se pone encima mío y se la meto, empieza a moverse arriba y abajo, de un lado a otro. Veo su piel sudorosa, veo como las gotas de sudor se resbalan en su torso... Me corro dentro de él, me empieza a besar, aún la tengo dentro, pero no importa. Me desato la otra mano y me pongo encima de él, nos besamos durante 10 minutos. Los dos acabamos reventados sobre la cama.

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