Prólogo.

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Siempre me he considerado una mujer paciente. De hecho, mi personalidad solía ser bastante tranquila, tolerante y para entrar en mis nervios o hacerme enfadar, probablemente debías haber tentado muchísimo mi temperamento. Y ahora mismo, fue exactamente lo que este hombre, en contra de todo pronóstico, había logrado.

-¡Te he dicho mil veces que no!-Exclamo un poco enfadada de su insistencia.

-Pero, ¿Por qué no? Tu eres soltera, yo soy soltero, tu eres hermosa, yo también lo soy ¡Somos perfectos! Una salida y te dejo de molestar. Vamos-Me alienta.

-Robert, no quiero herir tus sentimientos ni nada por el estilo pero no voy a mezclar el trabajo con lo personal, tu y yo somos muy buenos compañeros de trabajo para estropearlo con algo que seguramente no funcione-explico calmadamente a Robert, no se su apellido, que trabaja en el área de impresión de la revista a la que pertenezco.

Ha estado detrás de mí durante semanas, pero lo cierto es que no es tan interesante ni hermoso como el piensa.

-Venga, lo acepto esta vez, pero algún día vamos al menos a ir a tomar otro café-Dice decidido saliendo de mi oficina.

Diablos, detesto rechazar a las personas pero ir a tomar un café con el es una experiencia que definitivamente no quiero ni voy a repetir, fue casi un martirio. Si lo escucho hablando de nuevo de sus logros en el colegio y su equipo de natación voy a vomitar, en el mejor de los casos.

-Señorita Blunt, ¿Puedo pasar?-Pregunta mi secretaria y suelto una risita.

-Rose, te he dicho mil veces que a menos que este reunida con alguien puedes pasar sin avisar. Y soy Stefania-digo divertida.
Hacer que esta mujer deje las formalidades es una tarea imposible-Cuéntame, ¿Que tienes para mi?-Prosigo mientras ella entra completamente a mi oficina.

-El señor Ricardi quiere saber si ya tiene programada la cita con el doctor al que debe entrevistar para la edición del próximo mes.

-¡Cierto! Ya tengo toda la información del tipo, pero aún no hemos hecho la cita. Toma esta carpeta, ahí está la información y el número de su secretaria, haz contacto con ella. Recemos para acepte en estas dos semanas porque sino, no tengo idea de que voy a hacer, en serio no sé donde tengo la cabeza últimamente. Debería relajarme un poco ver una película o algo, no lo sé-digo ya sumida en mis propios pensamientos-
Bueno, ¿Algo mas? ¿Alguna otra novedad que deba saber?

-No hasta ahora, señorita. Voy a hacer lo que me esta pidiendo ¿Usted ya se va? ¿Le entrego los informes en la mañana o se quedará esperando?-Me hace preguntas múltiples muy eficiente.

Me gusta esta secretaria, es mucho mejor que la ultima.

-Entregámelos en la mañana, Rose. Gracias. Yo me voy porque se esta haciendo un poco tarde y no me dirijo exactamente a mi casa-sonrío mientras me levanto de la silla y recojo mis cosas-Que tengas una buena noche. Hasta mañana-me despido amablemente, ella responde de igual manera y bajo al estacionamiento.

Veo mi auto y me voy directamente a el, debería comprarme otro, no es que este esté mal, pero con el dinero que estoy ganando es mas que suficiente para cambiar a uno algo mas al estilo de Nueva York. Además, lo tengo desde que empecé a trabajar en la revista y me estoy aburriendo de él, quiero algo nuevo en mi vida.

Ahora debo conducir, al menos, cuarenta minutos para reunirme en una cabaña/restaurante a la que me invito mi hermano. Lo extraño mucho, llevo al menos dos meses sin verlo y ya me hace tanta falta. No sé por qué no elegimos vernos en un cualquier restaurante de manhattan, habría sido un poco más cercano, pero de todas maneras si me puede hacer falta salir de aquí.

Me dirijo a las afueras de la cuidad y como cosa rara esta lloviendo-nótese mi sarcasmo-Este camino si que es extraño, es tan rural que no parece ser de esta zona. De pronto se enciende una lucecita en el tablero de control, ¿que significa? Como arte de magia el auto empieza a detenerse y a salir humo del cofre, ¿que es esto? Dios mío, no me hagas esto, por favor. Lluvia, soledad y como lo suponía sin recepción en el teléfono, este al parecer no es mi día de suerte. Al menos la luna estaba perfectamente redonda y con un brillo especial en ella a pesar del tiempo, las nubes no la cubrían.

Bajo la luna llena (PUBLICADA EN DREAME)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora