Alhec había llevado todo muy bien...este último día.
Podía escuchar los trastos en la cocina y las charlas de su hijo y su madre desde el cuarto en el que reposaba.
¿Cómo podía tener ánimos? Mañana se consumarían 3 años, 3 dolorosos años.
No tenía la voluntad siquiera para salir de la cama, hacía media hora que estaba sentado en el borde tallándose el rostro e intentando salir y hablar con todos, pero no podía.
Suspiró una vez más. Extrañaba demasiado a su amada.
Illiai estaba barriendo la casa y limpiando las ventanas mientras su abuela lavaba los platos y su abuelo arrancaba las malezas y podaba el jardín frontal y el del patio.
"Estás muy feliz hoy" comentó su abuelita. Asintió.
Prosiguieron limpiando hasta terminar.
Illiai se despidió y corrió hasta la casa de Jord dónde logró ver la carreta.
Tocó con ímpetu la puerta, un poco emocionado.
Jord le abrió la puerta y le sonrió.
Illiai se apresuró a preguntarle si le había traído lo que quería. Jord se adentró a su casa de nuevo y regresó con lo que se le encargó.
Illiai lo abrazó, agradeció y corrió, casi tropezándose en el camino.
Pasó por el parque, el camino de piedras, la escuela y luego al pequeño negocio de manualidades y encargos, de su vecina; le explicó los detalles, llegaron a un acuerdo y fue a guardar todo.
Corrió de nuevo hasta llegar a dónde todos sus amiguitos se reunían. Intercambió 6 canicas <<entre ellas la de la suerte>>, un dulce ácido, su trompo y un cordón viejo.
Los chicos eran duros, no pensaban darle sus preciadas posesiones por "cosas tan comunes".
Elena se acercó, abriéndose paso entre el montoncito de niños que alrededor de Illiai se formó y que lo miraban confusos y hasta un poco indignados.
"Yo sí te cambio el cordón" lo tomó en sus manitas y puso lo que le daría, en la mano de su rubio amigo.
Después de eso, de a poco todos intercambiaron sus cosas con él.
Miró lo que consiguió, orgulloso y contento, se fue de allí después de abrazar a Elena y darle gracias.
Una vez más corrió por todo el pueblo.
Su padre, Alhec, apoyado en el marco de la puerta ya había visto pasar a su único hijo varias veces, y sin duda se preguntaba qué tramaba corriendo de un lado para otro de esa manera.
Tomando un sorbo de su café de la tarde lo vio acercarse a la casa, luciendo agotado y sudoroso.
Llegó a abrazarlo, le dio las buenas tardes y así como llegó, Illiai se desvaneció en el interior de la casa, haciendo quién sabe qué cosas que a su padre poco le interesaban.
A pasos agotados subió los escalones para llegar al ático y solamente hacerlo se desplomó en el suelo. Estaba exhausto, la pasó todo el día corriendo por todo el pueblo, pero sabía que al final valdría la pena.
Se sentó y tomó la caja rosada, la abrazó sintiendo calidez y paz.
Debía hacer un último viaje.
Se puso de pie sintiendo sus rodillas temblar, rió sabiendo que era por lo cansado que estaba.
Bajó los escalones y se apresuró a caminar a la puerta donde la luz le cegó por breves minutos.
1 día.
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Donde va a parar el Sol
NouvellesIlliai es un niño pequeño que tiene sueños muy grandes. Siempre sonriéndole a la vida, jugando con sus amiguitos y ayudándolos. Era conocido por su alegre personalidad, su forma de ver alegría en todas partes. Para las personas de su pequeño pueblo...