【 Inefable ♡】

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Unión Jiraya x Tsunade.

Jiraya era un ninja magnífico, uno de los más valiosos para Konoha, tenía todo lo que quería, menos a la mujer que amaba, esa mujer era nada más que Tsunade Senju, la amaba desde que eran niños, pero su amor era algo imposible, pues ella amaba a otro ninja llamado Dan Katō quien se convirtió en su novio, lamentablemente Jiraya solamente le brindaría amistad y apoyo sólo eso y nada más, condenándolo a amarla en secreto por el resto de sus días. Convirtiéndose en un "Casanova" para todos incluso para ella, sólo para buscar ese calor en otros cuerpos, calor que no podía brindarle ella.
Él había decidido irse de la aldea en la cual nació y conoció al amor de su vida, no soportaba el dolor de verla besarse con Dan, para él era una apuñalada en su corazón.
Un suceso prolongo su estancia en la aldea cuando primero había muerto Nawaki el hermano menor de Tsunade para después darle lugar a la muerte de su novio Dan.

-Tsunade...- pronuncio el peli blanco mientras le daba una palmada en el hombro.

La rubia entre sollozos suspiro y le sonrío mientras lo miraba. Al verla llorar el corazón se le partía y no sabía qué hacer, la quiso abrazar, quiso hacer muchas cosas, pero le dolía verla sonreír con el corazón destrozado. Aunque él quisiera darle amor, vio como poco a poco ella cambiaba debido a su dolor, no importaba si ella cambiara, la amaría eternamente incluso después de la muerte. Los años pasaron y sus sentimientos hacia ella no cambiaron se hicieron cada vez más fuertes, seguía buscándola en las demás mujeres que se parecieran a ella, consumando sus deseos en ellas imaginando que era ella a quien le hacia el amor, en esa noche fingir que no era otra mujer, a la mañana siguiente se iba, dejaba una nota de agradecimiento por la noche de pasión, se marchaba para no enfrentarse a la cruda realidad que aquella mujer que hizo suya no era la mujer que amaba. Después de años de no haberla visto la volvió a ver, seguía siendo la misma mujer de la cual se enamoró, retomando el antiguo papel de amigo, pero prefería su amistad que su indeferencia, quedarse todo el tiempo posible a su lado, era su mayor objetivo. Aquella mujer de la cual había estado enamorado desde pequeños se había convertido en la Godaime Hokage. Un día cualquiera Jiraya se encontraba vagando en la aldea sin un rumbo específico, entro a una cantina de mala muerte sin pensarlo, para su sorpresa se encontró con la rubia quien se encontraba totalmente borracha, ella alzó una botella de sake para seguir tomando, vio como un hombre se sentó enfrente de ella.
-No deberías estar aquí.- Jiraya tomo la botella de sake y le dio un sorbo -Me...nos tenías preocupados-. Tsunade no le dio importancia y chasqueo la lengua, quiso tomar la copa de sake pero el peli blanco lo evito.
-Vámonos de aquí-. Ordeno el, alzándola en sus brazos.
Ella quería patalear y hacer aquel escándalo que siempre armaba para que la dejara en paz, pero al sentir el calor que emanaba el cuerpo de su amigo y su aroma por primera vez en mucho tiempo, quiso ser aquella simple mujer. El frío de su alma comenzó a entibiarse por la presencia de el ¿qué tenía de malo ser protegida por una sola vez? Llegaron al departamento de ella, a tropezones abrieron.

-Quédate esta noche conmigo-. Fueron las palabras de Tsunade, Jiraya asintió y la llevo a la cama que se encontraba en la única habitación, cuando entró pudo sentir el penetrante olor de ella, no se cansaba de olerlo.
Ella se recostó en un pequeño sofá que estaba en la habitación mientras despejaba su mente. Jiraya quiso apartarse poco a poco para darle intimidad, la que necesitaba, él sabía a qué lugar tenía que ir a dormir, un sofá que estaba en la sala, cuando se acercó para desearle buenas noches, Tsunade lo abrazo por la cintura e impidió que saliera. Perpetuo se quedó cuando sintió que ella lo soltó y comenzó a retirar la ropa que traía puesta.
-¿qué estás haciendo? -. Pregunto un poco confundido
Una sonrisa traviesa se dibujó en el rostro de la rubia
-No creo que alguien sé te haya insinuado así ¿verdad?-.
Él no podía creer lo que ella le decía, era imposible, Tsunade siempre había mantenido la distancia, nunca había dejado que el tocara más de lo necesario, era un sueño hecho realidad.
-No lo hagas...-. Susurro tímido y nervioso, al ver el cuerpo de su amada semi-desnudo, recorrió y devoro con la vista a la mujer que tenía delante de él. Ella se levantó del pequeño sofá y quedo expuesta con tan sólo su ropa interior, se acercó muy decidida a Jiraya, no pudo evitar ver como los músculos de su compañero se contraían, causando en ella una sonrisa picarona. Ella lo conocía lo suficiente como para saber que el la deseaba.
-Sé que me quieres. Cerca pero no a tu lado. Feliz, pero no contigo. Sólo pero de vez en cuando contigo. Por qué tu amor es así, egoísta-. El peli blanco pronuncio esas palabras a medida que la rubia se le acercaba más.
-Es cierto que mi amor es egoísta-. Tsunade le dijo mientras caminaba donde se encontraba el, lo miro directamente a los ojos y le cumplió lo que ella sabía que el más anhelaba.
-Hazme tuya-. Fueron las únicas palabras que pronunció la rubia.
Ella no podía estar ahí semi-desnuda, suplicándole con el cuerpo y con la mirada que la tomara como su pertenecía. Ese fue el pensamiento que cruzo por la mente de Jiraya. Su mirada solo se centró en los labios rojos de ella.
-Nací para estar contigo, nací para amarte-. Exclamo el peli blanco antes de besarla. La apretó contra su cuerpo, sintiendo en sus manos a la mujer que amaba, tocando cada curva de ella.
Lo que él estaba sintiendo era real, no cabía duda. Tsunade le dio batalla en el beso. Abrió sus labios hambrienta de placer, lo beso sabiendo que en el interior de su boca se encontraba lleno de comida para complacer sus deseos. Su cuerpo frío y sin vida cobró calor con la pasión que se encendió, primero en el vientre y después por todo su cuerpo. Enredó sus manos en el cuello. Sintió perfectamente el palpitante miembro. Froto su cuerpo en él. Sus cuerpos se llenaron de caricias. Ella gemía de placer al igual que él. Las manos de Jiraya recorrían todo, el busto, la cintura, las caderas, las nalgas, las cuales apretó con fuerza y descaro. Así las ropas fueron esparcidas por todo el lugar. La inquietud de sentirse desnudos era urgente, a tropezones llegaron a la cama, la cual no estaba tan lejos. La rubia toco asombrada el pecho desnudo y musculoso de su amigo, él estaba arriba de ella.
-No temas Jiraya, ¿cuál es tu problema? -. Dijo la rubia sensualmente con una mirada provocativa.
-¿quieres saber cuál es mi problema? Te amo, me encanta la forma en la que me miras, me encanta tu hermosa sonrisa, temo despertar y que nada de esto sea real, ese es mi problema-. Pronuncio con un tono triste apartando la mirada.
Ella se alzó y de nueva cuenta lo beso.
-Y aunque el amor muchas veces nos llega a lastimar, es el mismo que nos puede curar, no desperdicies el tiempo, te necesito-. Exclamo la rubia al peli blanco. El sabía que ella no podía amarlo de la noche a la mañana pero aun así, él no podía luchar con el deseo de convertirse en uno mismo, no pudo evitar cubrirla de besos, de caricias, de mordidas, tratar que olvidara su pasado y que disfrutara el presente junto a él, con locura y desesperación. El recorrido sensual de su lengua por todo el cuerpo de ella la hacía estremecer y retorcerse de placer. Cuando el bajó a un lugar íntimo y lo toco con su boca, ella ahogó un gemido de placer y apretó fuertemente las manos sobre la espalda de su amante. El éxtasis la lleno de placer, algo más hermoso que todo el sake que había consumido esa noche. ¿Qué tan imposible era tocar el paraíso con sus manos? Para ellos nada era imposible, Tsunade se estaba muriendo de placer y Jiraya disfrutaba todo lo que le hacía a ella.
Pero eso no fue todo, sólo la preparo para recibirlo, se notaba la ansia en su mirada, el deseo mismo la controlaba, no pudo soportar más, bajo hasta el ombligo de él, ahí fuerte y latente se encontraba la anatomía del placer. El bajo su cuerpo, la cubrió como un manto protector, ella se entregó en el ritual más antiguo del mundo. La cama se estremecía con las embestidas. Cada vez más rápidas, los cuerpos sudaban, ambos querían que el placer durara más. Los jadeos y gemidos eran lo único que se escuchaba en aquella habitación. Sus respiraciones cada vez más rápidas. Pero todo buen inicio tiene su final, ninguno de los dos podía aguantar más, los dos se corrieron. El peli blanco soltó un gesto de satisfacción dedicado a la rubia. A los dos les temblaban las piernas, estaban cubiertos por el sudor a consecuencia del acto de pasión, la rubia sonrío de satisfacción. No cabía duda que era la mejor noche de su vida. Cansados y muy satisfechos, se acomodaron mejor en la cama
-Gracias-. Pronuncio la rubia tratando de controlar su respiración -Te amo.-. Fue todo lo que pronuncio antes de quedarse dormida en sus brazos.
Él se encontraba demasiado feliz, pero su sonrisa era un tanto triste, deseando que no fuera la última vez en la que tocará el paraíso con sus manos, si Tsunade sólo quería su cuerpo para darse placer, a él no le importaba que sea usado como un objeto que es desechable, el estaría dispuesto a estar ahí pase lo que pase. - Yo te amo un poco más-. La acerco más a su cuerpo y beso su frente.
-No hay cuidado, el placer fue mío-. La abrazo y después los dos se habían quedado profundamente dormidos. Cuando Tsunade despertó Jiraya se encontraba despierto dándole la espalda, ella lo abrazo, el peli blanco sonrío y de nueva cuenta se encontraba frente a frente -¿existe algo más perfecto que los días nublados y fríos?-. Le pregunto la rubia.
-Tus ojos, tus malditos ojos cafés.-. Le dijo el tomándola con una mano la barbilla para besarla y la otra sosteniendo sus frías manos, sus labios no eran tan suaves como en sus sueños, sus manos no eran tan delicadas como en sus sueños, todo era mucho mejor.
-Nuestra historia es inefable-. Pronuncio el peli blanco después de ese dulce beso que le ofreció.
-¿Inefable?-. Pregunto la rubia intrigada.
-Sí, algo tan increíble que no puede ser expresado en palabras-. Afirmo Jiraya. La rubia sonrió y de nueva cuenta lo abrazo enredando sus piernas en el cuerpo de él.
-No es la historia más bonita, ni la más perfecta, simplemente es nuestra y con eso basta.-. Agrego Tsunade, antes de volverlo a besar.
Su amor sólo podía compararse con la belleza de una flor, tan pura, tan intangible, tan hermosa.

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⏰ Última actualización: Jul 16, 2016 ⏰

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