Leonardo no había aparecido. Ya habían pasado varias horas desde el incidente, aunque el ambiente seguía igual. Sus hermanos mayores no querían hablar con él sobre lo que pasó y el mayor de todos, el líder, no había asomado su rostro por la guarida. Podría decir que se volatilizó.
Regresó con paso pesado a su cuarto desordenado, sin ganas de nada, estiró su cuerpo boca abajo en su cama y se dejó llevar por el sueño que tanto necesitaba.
Pasaban poco más de la madrugada cuando volvió a abrir los ojos. No era normal en el pequeño y, como bien sabía que cuando despertaba no había dios que lo durmiera, deseó arrastrar sus pies por la guarida, maldiciendo su suerte y anhelando regresar a su suave y cómoda cama.
Nada más salir de su habitación, a oscuras, por supuesto, no quería despertar a su familia, avanzó a ciegas por el pasillo, guiándose por su memoria y oído. Si bien no fallaba, dentro de poco tendría que toparse con una pequeña mesa... Sintió algo duro chocar contra su pie y poco más abajo de su cadera. Ahí estaba.
Flexionó la rodilla para sobarse con una lágrima su pobre dedo herido. La madera vieja le dolió.
Tras ese pequeño incidente, avanzó con más cautela. No quería golpearse en su pie sano.
Tras varios pequeños inseguros pasos, se detuvo, aguzando el oído. Le pareció escuchar un ruido, un poco lejos de su posición. Dudando un momento, no tardó en acercarse. Tenía miedo, pero su curiosidad podía con él.
Aquel sonido provenía de la cocina.
Al llegar a la habitación, vio, desconcertado, cómo estaba vestido aquel lugar al que todos los días iba. Gracias a la minúscula luz que tenía el frigorífico abierto de par en par, pudo descubrir los alimentos tirados por el suelo, como si un huracán hubiera pasado por allí. Aunque Mikey recordaba que había más comida de la que estaba delante de él, y bien lo sabía, pues abría esa pequeña puerta prácticamente a cada hora.
El sonido que le molestaba no había parado, lo situaba a la derecha del refrigerador, pero estaba demasiado oscuro como para comprender qué exactamente era.
Dio un paso adelante. Ya no tenía miedo. Otro paso. Estaba metido de lleno en esa situación. Otro. Tenía que averiguar qué era y por qué hacía ese sonido. Uno más. Necesitaba saciar esa curiosidad.
Estaba cerca del frigorífico, con la comida a sus pies, cuando sintió algo crujir bajo su pie. Bajó la mirada rápidamente a lo que había pisado, con las pupilas contraídas y un sudor frío y rápido. Una lechuga fresca, para su mala suerte. Y, para empeorar la situación, aquella sombra había dejado de hacer esos sonoros chasquidos.
Mikey alzó rápidamente la cabeza para encontrarse con unos ojos fríos y calculadores que analizaban cada milímetro de la situación. Sus iris eran de un color verde brillante, relucían en la oscuridad, como dos faros verdes en una noche de niebla espesa. Sus miradas no se separaban del otro, esperando cualquier movimiento, cuando, tres minutos después, la figura ya no estaba.
Antes de que Michelangelo pudiera decir o hacer nada, la sombra, con un destello, se abalanzó hacia la salida, detrás del asustado pequeño, con un ágil y fuerte movimiento de patas... O piernas... O lo que sea. Gracias a sus rápidos reflejos pudo evitar el grave impacto en el cual, probablemente, lo habría atravesado literalmente y se habría quedado tan pancho. Pero no fue suficiente.
Sintió cómo una mano con la palma abierta se deslizaba velozmente en su antebrazo derecho y unos pequeños ríos calientes horizontales empezaban su curso siguiendo la ley de la gravedad. Instintivamente, llevó su mano allí mientras giraba su cabeza hacia la sala de su hogar, donde no había ni rastro de aquel ser extrañamente fuerte y ágil que había encontrado la guarida.
¿Aquello siquiera era real? ¿O era un sueño como muchos otros?
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Bad Blood [CANCELADA]
FanfictionKraang y una fábrica abandonada... ¿Quién iría? Yo por supuesto no. Pero estos cuatro nunca aprenden. Y menos el mayor, Leonardo. "La curiosidad mordió al gato", dicen. Nunca había cobrado tanto sentido. TMNT fanfic gore, totalmente en español.