Prólogo.

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                                 *

El callejón se veía oscuro, realmente no sabía si tenía salida o no. Quizás se parecía a mi vida en ese momento. No había salida. Había entrado en un circulo vicioso del que era bastante difícil escapar. No había tenido a nadie que me dijera que estaba mal hacerlo, no había nadie al que le diera miedo perderme. No había tenido a nadie importante detrás al que le importara aunque sea un poco si me pegaban un tiro en ese momento o no. Oía los pasos acercarse a través de la oscuridad, gracias a Dios en el callejón ya no quedaba ninguna luz funcionando. Era la única posibilidad de escapar si es que la tenía, y quizás no quisiera hacerlo. Supongo que eran ya altas horas de la madrugada, no sabía ni dónde estaba, ni que hora era. Podía escuchar la respiración de ese miserable y podría decir que hasta su respiración se notaba furiosa, el único sonido que se hacía notar era ese y el goteo de sangre. Sangre que venía de mi pecho y no dejaba de gotear, gotear y hacer ruido. Mierda Zayn, este es tu momento. Llevas años esperando esto.

Me encontraba en una esquina, las manos me temblaban y no tenía ni la menor idea de por qué. No tenía ni una pizca de miedo, es más, es lo que había estado esperando desde hace mucho tiempo. Quería terminar así, me lo había buscado yo solo y es lo que quería. Pero había una parte de mi que ya no estaba conmigo, una parte de mi solo recordaba momentos. Siempre fui un chico bastante malo, si esa es la palabra. Era bastante frío, creo que nunca me importó nadie tanto como él, nunca nadie había llegado a tocar ese poco corazón que yo ni sabía que tenía. Me había dedicado a borrar de mi memoria todos los momentos de mi vida, todos estos años fui eliminando cada áspero recuerdo que tenía de mi infancia, adolescencia... hasta que llegó él. Por extraño que pareciera en mi mente solo había recuerdos y hasta los malos en ese momento me parecían impresionantemente maravillosos.

Mi respiración comenzaba a fallar, intentaba no abrir la boca para no dar pistas de donde me encontraba pero la necesidad de oxigeno no me dejaba pensar con claridad. Necesitaba que él estuviera ahí. Lo necesitaba a mi lado para decirme que todo iba a ir bien y que no lo dejaría solo jamás. Nadie puede tocarle más que yo, nadie puede quererle más que yo, nadie puede hacerle daño más que yo y si lo dejaba solo podrían hacerlo. Me había obsesionado tanto con que fuera solo mío que el hecho de pensar que podría estar bajo la mirada de otras personas ahora mismo me hacía arder por dentro.

Y otra vez la luna estaba de mi parte, las espesas nubes tapaban la poca luz que desprendía o esa era mi sensación porque poco a poco empezaba a notar como mis ojos se cerraban sin mi permiso. Las manos habían dejado de temblarme y ya no sentía nada, absolutamente nada.

INSANE - Ziall Horlik + Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora