Capítulo 10: La vida y la muerte.

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POV Rose

(1 semana antes de la reunión del consejo)

- Vamos camarada, ¿no pensarás dejarme sola de nuevo o sí? el lugar es cool y todo pero no hay mucho que hacer, estoy comenzando a aburrirme.-

- Puedes decirle a Brigitte que te traiga cualquier cosa, juegos, comida, lo que sea. También está la alberca y la biblioteca de Abe o el cuarto de juegos, el invernadero, el jardín...-

- Sí, sí, sí, lo entiendo, la casa es grande y todo y Brigitte es gentil y muy buena cocinera, creo que nos hemos hecho buenas amigas, si no tomas en cuenta que no hablamos el mismo idioma creo que tenemos una gran comunicación, hasta me dan ganas de ir a la India a conocer a su familia, en fin, la cosa es que desde que estamos aquí solo hemos estado realmente juntos 2 veces y yo, bueno, te extraño Dimitri, sé que estás ahí fuera buscando información y todo eso para salvar a nuestra familia y que prometí ser fuerte y mantenerme al margen pero yo, yo, te necesito, aquí, conmigo.-

Había estado guardando todo eso por tanto tiempo que cuando lo solté me sentí como pluma, sabía que Dimitri, al igual que yo, estaba haciendo hasta lo imposible por hallar cualquier pista que pudiera ayudarnos y que se suponía que yo debía hacerme a un lado y cuidar de mí y de "umut", así le llamaba al pequeño que crecía dentro de mí desde una noche cuando escuché hablar a Abe sobre él y dijo que era eso, cuando le pregunté qué significaba me dijo que era la palabra turca para esperanza, a mí me pareció la palabra perfecta para describirlo, sobre todo porque no tenía idea de si sería niña o niño, Dimitri soñaba con una pequeña con mi rostro y mi cabello, yo, con un pequeñín con sus ojos y su acento, sí ya sé que el acento no se hereda pero es lo que yo me imaginaba cuando pensaba en él. Mientras me perdía en mis pensamientos, Dimitri me tomó entre sus brazos, me llevó a la cama y me acunó durante un buen rato sobre sus piernas.

- Oh mi Roza, no tienes idea de cuánto te necesito también, sé que nada de esto debe ser fácil para ti pero te prometo que pronto las cosas mejorarán, tenemos una nueva pista, una muy prometedora y si todo sale como esperamos, no volveré a separarme de ti, de ustedes.-

Miré a los ojos de mi Dios rusos, esos ojos tan llenos de amor que siempre me tranquilizaban, acaricié su rostro como si fuese la joya más preciada que hubiera tenido entre mis manos, y en verdad lo era, y junté sus labios con los míos, pude sentir la eternidad en ese efímero momento, la dicha inconmensurable de estar entre los brazos del más grande amor de mi existencia y no sentí temor ni nada más que puro y abrasador amor. Cuando nuestra eternidad se terminó, me besó la frente, me depositó con suma suavidad en la cama y me prometió que volvería antes de que anocheciera, lo que para mí era el amanecer, entonces decidí dormir así cuando despertara iba a encontrarlo junto a mí.

Pero no fue así, cuando abrí los ojos, la primera a la que vi fue a Brigitte, una dhampir india que, según me contó Abe, había concluido su instrucción como guardiana pero se había retirado después de su primera misión en la que un strigoi asesinó a su hermana mayor. Brigitte era joven, no pasaría de los 28 años y aunque no entendía ni una palabra de lo que yo le decía, y viceversa, en esas semanas de convivencia se había convertido en alguien importante para mí, a veces, era mi única compañía y se esforzaba por hacerme sentir bien, me proporcionaba toda la comida que yo quería, que para mí nunca era suficiente, afortunadamente mi apetito de Hathaway volvió aunque seguía con una que otra náusea, también jugaba conmigo videojuegos, gato encerrado, cualquier cosa que me distrajera y que no necesitara de un intercambio idiomático importante, intenté aprender su idioma pero fui un auténtico fracaso, no tanto por memorizar las palabras como por pronunciarlas, aunque por el lado positivo, Brigitte tuvo horas y horas de diversión viéndome intentar vocalizarlas correctamente, incluso pude sentir su tristeza cuando desistí.

Nada es eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora